Nadal sigue sin resolver el enigma de Federer y pierde la final de Shanghái

El enigma sigue ahí, sin resolver. Rafa Nadal está haciendo una de las mejores temporadas de su carrera, ha ganado dos grandes y un buen puñado de torneos más. Es el número 1 y apunta a serlo también al final de año. Pero no ha sido capaz de ganar a Roger Federer. La dinámica tradicional de su enfrentamiento ha cambiado, antes era el suizo quien tenía mayor dominio del circuito pero quien solía sucumbir cuando ambos se cruzaban en la pista. En este 2017 no ha sido así, todas las veces que se han visto ha ganado Federer, a cual más dolorosa. También en la final de Shangái, el penúltimo capítulo de la rivalidad más grande de la historia del tenis, quizá de la historia del deporte.

Federer parece más suelto que nunca en este cruce. Ha aprendido por fin a jugar a Nadal, un hecho que durante buena parte de su carrera ha sido su principal escollo, la única pregunta que no sabía responder. El suizo era el mejor jugador de todos los tiempos, pero se estrellaba una y otra vez con el mismo muro. Nadal, con su constante búsqueda del revés de Federer, siempre encontró el modo de empequeñecer al gigante. En 2017, sin embargo, todo está funcionando de una manera algo diferente.

Ya en el primer juego de esta final de Shangái se vio claro que el suizo le tiene cogida la medida. Federer es un prodigio de economía de esfuerzos y en los primeros puntos demostró que iba a utilizar toda la fuerza de Nadal, que es mucha, en su favor. Esta temporada su revés ha subido un nivel, porque los más grandes nunca terminan de aprender, y con ello ha cubierto lo que tradicionalmente era el flanco que atacaba Rafa. Casi sin moverse, Federer hizo una lectura del partido tremenda, previendo todas y cada una de las propuestas del español.

El cansancio de Rafa

Es cierto, Nadal está cansado. La semana pasada ganó en Pekín y encadenar torneos, a estas alturas de la temporada, es una pesada carga. Lleva 10 meses girando, sin concederse un solo respiro. En los dos últimos partidos en Sanghái se le ha notado algo pesado. Ganó las semifinales a Cilic porque es mejor que él, pero todo el partido se encontró algo lento, como falto. Ya en la final eso se incrementó, sobre todo porque Federer, un jugador genial, fue capaz de darse cuenta de esa carencia de su rival.

Así que se dedicó a mover a Nadal, que tenía el aliento justo. No es que Rafa jugase mal, sus golpes fueron buenos, utilizó primeros servicios y se encontró en fases cómodo en la pista. Pero en ningún momento estuvo a la altura de Federer, que hizo todo bien. El suizo golpeó en innumerables ocasiones con los pies clavados en el suelo y, en eso, es inconmesurable. Es el mejor por algo, tiene esa capacidad para poner la bola justo donde quiere y con una potencia tremenda. A eso se le suma que, bajo techo, el suizo siempre ha sido un martillo mientras que Nadal nunca se ha encontrado del todo cómodo.

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Con solo dos roturas de servicio le fue suficiente a Federer, que con el tiempo ha aprendido cosas como que muy clara tiene que ser la opción para subir a la red porque si lo hace sin fe Nadal siempre va a dejarle en el molde. Siempre ha sabido economizar esfuerzos, él tiene varias marchas y las va cambiando a medida de la exigencia de cada partido. En este encuentro no llegó a poner la directa, pero lo que se ahorró de potencia lo transformó en efectividad.

"Ha jugado un partido fantástico hoy", concedía Nadal en la entrega de trofeos. "He tenido dos semanas magníficas, estoy muy contento", explicaba el español que está haciendo uno de los mejores otoños de su carrera. Tradicionalmente esta es la parte más floja de la temporada de Nadal, pero este añocon un título y una final se está manteniendo a un nivel bastante alto, acorde con su sensacional temporada.