Cuando el problema de Nadal es volver a ser él mismo: "Debo quitarme el miedo a romperme"
Después de tres horas de partido y tras verse obligado a remontar, el tenista español sacó su mejor versión para lograr un trabajado triunfo... y para quitarse fantasmas de encima
Rafa Nadal consiguió una victoria más que importante ante Zizou Bergs en Roma. Fue un triunfo trabajado, en el que tuvo que firmar una brillante remontada para conseguir pasar de ronda. Pero el valor de este encuentro está, en realidad, en todo lo que el español tuvo que poner en juego para no caer derrotado. Durante tres horas, el balear tuvo que utilizar piernas, corazón y cabeza para sellar el pase de ronda, un combo para recuperar la confianza perdida.
Ante Bergs, se pudieron ver diferentes versiones de Nadal. En los primeros compases de partido, se vio a un jugador combativo, con ritmo y con piernas pero, con el paso de los minutos, sufrió un pequeño bajón de juego y dejó de ser consistente. Fruto de los errores no forzados cometidos, y del buen acierto del belga, a Nadal se le escapó el primer set de las manos, lo que le obligó a remontar. Y la duración del partido es una de las mejores noticias que pudo tener.
En Barcelona, se le pudo ver físicamente muy limitado y en Madrid, pese a mejorar, también se le vio algo justo de gasolina. En Roma ya se vio a un jugador capaz de disputar tres horas de partido con consistencia y, sobre todo, con capacidad para mejorar con el paso de los minutos para terminar llevándose el partido. Desde el segundo set, se vio a un Nadal soltando golpes sin miedo al fallo y, sobre todo, arriesgando más para tratar de llevar la iniciativa.
Nada más comenzar el segundo set, en el parón que se produjo en el juego por el mareo de un espectador, se pudo escuchar a Nadal hablando con su banquillo, donde le reclamaban que no tuviera miedo a fallar. Carlos Moyá le decía que, en caso de fallar, era mejor hacerlo porque la bola se fuera larga que por encogerse en el golpe, fiel muestra de que trataba de trasladar a su pupilo que se soltara con los golpes. En rueda de prensa, confirmaba el motivo.
El español se mostraba "contento por haber encontrado la manera de ganar", en un partido complicado en el que fue capaz de encontrar la vía de agua de su rival para dar la vuelta al marcador. Pero, en muchas fases del partido, se le vio atenazado y la realidad era más compleja que todo eso. Tras muchas lesiones, demasiados meses de baja y, a sabiendas de que esta es su última temporada en activo, el problema de Nadal es que tiene algo en mente que no le deja de ser él mismo.
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— Tennis TV (@TennisTV) May 9, 2024
"Molestias siento de manera constante, pero algo diferente es que me limiten en pista. Es el momento de empujar y, si pasa algo, aceptaré las consecuencias. Tengo que quitarme el miedo a romperme, debo forzar y, si me rompo, pues me rompo. Ese es el objetivo de la semana", afirmaba el español. O, dicho con otras palabras, lo que Nadal tiene que buscar es olvidarse de una hipotética recaída, dejar de jugar con el freno de mano y volver a tener alegría en su juego.
Los constantes problemas físicos de Nadal han provocado que, mentalmente, sienta miedo a forzar más de la cuenta y volver a tener una recaída que podría ser definitiva para su carrera. Pero, a la vez, el español sabe que si no es capaz de dejar esos miedos fuera de la pista, no podrá reencontrarse con su mejor versión. Esa es la verdadera lucha interna que tiene el jugador y a la que se enfrenta constantemente. Y Roma se ha convertido en el sitio ideal para volver a ser competitivo.
Rafa Nadal consiguió una victoria más que importante ante Zizou Bergs en Roma. Fue un triunfo trabajado, en el que tuvo que firmar una brillante remontada para conseguir pasar de ronda. Pero el valor de este encuentro está, en realidad, en todo lo que el español tuvo que poner en juego para no caer derrotado. Durante tres horas, el balear tuvo que utilizar piernas, corazón y cabeza para sellar el pase de ronda, un combo para recuperar la confianza perdida.
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