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Oleada de salidas y bronca en el palco: el día que el rugby femenino se miró en el espejo
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Oleada de salidas y bronca en el palco: el día que el rugby femenino se miró en el espejo

Un homenaje a grandes campeones que acabó en bronca, la salida del seleccionador y un fin de ciclo. El rugby español femenino, la categoría más exitosa, se miró al espejo

Foto: La selección española, en el 2018, en un ciclo de éxitos. (EFE/Juanjo Martín)
La selección española, en el 2018, en un ciclo de éxitos. (EFE/Juanjo Martín)

Las chicas del rugby volvieron a levantar la copa de campeonas de Europa el pasado 26 de febrero. Todo eran caras de alegría. La foto, sin embargo, no dejaba traslucir la decepción que alguna de las mujeres que posaban en aquella fotografía llevaban meses rumiando. Ni la mejor cámara con el 'zoom' más potente hubiera conseguido reflejar la auténtica realidad del momento. La procesión iba por dentro. Aquella victoria tuvo un efecto dominó que reabrió heridas que nunca habían llegado a cicatrizar. El seleccionador, José Antonio Barrio, y una de las jugadoras más carismáticas, Patricia García, por motivos diferentes, dijeron adiós a la selección tras el partido. Unos días después, la vicepresidenta de la Federación, Mariola Rus, presentó su dimisión a la que se sumó poco después una vocal de la directiva, Elena Díez de Lastra. Nada más ganar el campeonato de Europa, el rugby femenino se miró en el espejo, frunció el ceño y se dio de bruces con la realidad.

Foto: Patricia García, a la izquierda. (Cedida) Opinión

Algunas jugadoras y directivas ya habían mostrado días antes a la Federación Española de Rugby (FER) su rechazo a que el partido contra Rusia se disputara en el campo de las Terrazas en Alcobendas. El motivo que alegaron por escrito desde la federación, según relata una jugadora, es que el campo de la central universitaria se iba a estropear por la lluvia y eso iba a favorecer a la selección de Rumanía que al día siguiente iba a jugar contra la selección masculina un partido clasificatorio para la Copa del Mundo de 2023. El caso es que "por el bien del rugby español" tenían que ceder en sus pretensiones. No es que las leonas no quisieran jugar en las Terrazas "donde nos atendieron estupendamente". Lo que ocurre es que el partido se podría haber disputado en cualquier otra ciudad "pero siguen empeñados en centralizar todo en Madrid".

Con este ambiente enrarecido llegó el día del partido frente a Rusia. A ello contribuyó también la negativa de la FER a realizar un homenaje en el campo a las jugadoras que se habían retirado de la selección. Siete de ellas, que sumaban entre todas más de cien caps, se sentaron en el palco de autoridades porque no tenían ningún asiento asignado entre el público. De repente, "y a gritos", alguien las invitó a abandonarlo y alguna tuvo que sentarse en las escaleras. Por lo menos, luego se disculpó.

Es sorprendente comprobar que con la novena copa de campeonas de Europa en sus vitrinas el rugby femenino carezca de un proyecto sólido

No fue la única "falta de respeto" que se produjo antes del partido, según una jugadora. Más de una se sintió "decepcionada" porque después de más de una década en la selección, y de hacer un largo desplazamiento para abrazar a sus compañeras de selección, se vieron sin un lugar donde sentarse. Ninguna de ellas olvida que en 2019 lograron que 9.000 personas abarrotaran el campo de la central universitaria para ver a las leonas y que el mismo día que iban a ser de nuevo campeonas de Europa habían sido relegadas a Las Terrazas. Alguien quiso dejar de lado la capacidad de convocatoria que tiene el rugby femenino en España.

Resulta sorprendente comprobar que con la novena copa de campeonas de Europa en sus vitrinas el rugby femenino carezca a día de hoy de un proyecto sólido. Un mes después de la marcha del seleccionador no se ha nombrado ningún sustituto. Las FER acaba de traer a España al argentino Raúl 'Aspirina' Pérez que hará las veces de director técnico y tendrá que coger el toro por los cuernos y tomar alguna decisión al respecto. En Irlanda, por ejemplo, ya lo han hecho. Una vez que se quedaron fuera de la Copa del Mundo consiguieron jugar en otoño partidos amistosos contra selecciones potentes y su federación añadirá un millón de euros a la partida destinada al rugby femenino. Las leonas solo lograron jugar en febrero contra Colombia y el calendario de compromisos está en blanco. Pese a todo, en el apartado "Universo mujer" de la web de la federación aparece la siguiente frase: "El desafío sigue siendo adherir más mujeres a nuestro deporte y que tomen parte en todas las instancias del rugby".

placeholder La selección española de rugby femenina, en plena acción. (EFE)
La selección española de rugby femenina, en plena acción. (EFE)

Por tanto, a nadie puede extrañar la dimisión de la vicepresidenta con este panorama. El mail con el anuncio de su marcha dirigido al presidente nunca tuvo respuesta. El segundo correo remitido a la junta directiva de la FER sí tuvo contestación por parte del máximo mandatario que daba más la impresión de alivio que de desasosiego: "Muchas gracias por tu tiempo. Nos vemos en el campo". Fuentes de la federación explican que el malestar de Rus venía de lejos. Se remonta a la celebración 'online' de la primera asamblea anual donde ni ella ni otra vocal de la federación tuvieron acceso a la misma y fueron informadas de su contenido por terceras personas. También pidió estar presente en el Comité Ejecutivo, donde se adoptan las decisiones más importantes, y tampoco le hicieron mucho caso. Todas estas cosas, según las mismas fuentes, le hacen sentirse "frustrada" porque hasta llegó a pedir una reducción de jornada en el trabajo para que luego no contaran con ella.

Han pasado más de dos décadas desde que en 2000 las leonas comenzaron a participar en Seis Naciones junto a Inglaterra, Irlanda, Gales, Escocia y Francia. La cosa no pintaba nada mal. Se codeaban con las mejores mujeres del hemisferio norte sin complejos. Un segundo puesto compartido en 2001 fue su mayor logro. Es verdad que en dos ocasiones (2003 y 2006) quedaron las últimas, como también lo es que en tres ocasiones obtuvieron un más que meritorio tercer puesto, además de un cuarto en 2005. Dicho de otro modo, estaban por méritos propios en la élite. Luego vinieron otros éxitos como estar presente en la modalidad de seven en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Hasta la reina Letizia las visitaba en los entrenamientos para darles ánimos. Resultan llamativas ahora las ausencias de determinadas personas en las fotografías grupales con los recientes éxitos del rugby femenino, aunque sí se hicieron un hueco para aparecer con los chicos tras el partido contra Portugal.

En las seis Copas del Mundo en las que han participado, las leonas han alternado su posición entre los puestos sexto y décimo. Esto es, las españolas, en el plano internacional, no eran ninguna perita en dulce. Al contrario. Tan es así que algunas jugadoras empezaron a emigrar a clubes muy potentes de Inglaterra o Francia. Fueron días de vino y rosas hasta llegar a una situación que se antoja incómoda. El envoltorio aparenta una realidad que cuando le quitas el lazo, lo que hay dentro se deshace como un azucarillo en una taza de té caliente. José Antonio Barrio, se fue sin alzar la voz. Eso sí, de sus palabras se desprendía un cierto hastío. "Este campeonato se le queda pequeño a España", dijo en tono lacónico en su última rueda de prensa. Ya se sabe que World Rugby no entiende de discrepancias públicas y sanciona sin miramientos, así que mejor mostrarse comedido.

placeholder La selección celebra su octavo título. (EFE/Pepe Zamora)
La selección celebra su octavo título. (EFE/Pepe Zamora)

Hay quien prefiere ver el vaso medio lleno. Y tiene argumentos para defenderse. En 2021 había 4.650 licencias de mujeres jugando a rugby en España, la mitad de ellas en edad juvenil o en categorías inferiores. Pero la realidad es tozuda y el desánimo cunde por la escasa visibilidad de este deporte más allá de quienes lo practican. Su presencia en el Seis Naciones era el escaparate perfecto y su ausencia desde 2007 se hace demasiado prolongada, además de injusta. Todo fue por el vil metal. Al ser una competición privada, sus organizadores pueden elegir en base a criterios económicos, es decir, al margen de los deportivos, y como Italia cumplía esos objetivos a las españolas se les reconoció su esfuerzo antes de darles con la puerta en las narices. O sea, que las transalpinas se vieron inmersas en una competición en la que por 'ranking' no eran merecedoras. Un dato: de las trece veces que se han enfrentado España e Italia las leonas han ganado en diez ocasiones.

Esa ausencia del Seis Naciones tiene más efectos nocivos más allá del aspecto económico. España dejó de competir con selecciones de mayor nivel y el panorama resulta ahora poco halagüeño. El propio Barrio explicó que el campeonato de Europa, por mucha relevancia que pueda tener un partido internacional, no es un torneo para el nivel que exhibe el rugby femenino español. No es ninguna bravuconada. En el penúltimo campeonato de Europa las leonas derrotaron a Rusia 56-7 y a Holanda 87-0. Para conseguir su último entorchado internacional endosaron sendos roscos a sus rivales y la diferencia de puntos a favor se aproximó como mínimo a la treintena. Así que por mucho que se trate de medir el verdadero nivel de las leonas, cualquier diagnóstico resultaría poco atinado.

Foto: Los jugadores españoles celebran la clasificación al Mundial. (EFE/Sergio Pérez)

Con este análisis es más fácil de comprender que Saioa Juarena (28 caps) anunciara su marcha en las páginas del diario 'Noticias de Navarra' después de diez años en una selección que hoy en día ocupa la décima plaza en el 'ranking' de World Rugby. Y es que aún duele a muchas jugadoras el resultado del torneo que se disputó en Parma (Italia) el pasado mes de septiembre. Ganaron a Irlanda, perdieron por cinco puntos frente a Escocia y en último partido sucumbieron ante las anfitrionas. Así que se quedaron sin obtener la clasificación directa o la posibilidad de acudir a una repesca.

Aquel chasco ha provocado que algunas leonas se hayan cortado la coleta aunque en algunos casos no haya trascendido, La última ha sido Patricia García, 42 caps. Con un "gracias" por triplicado puso broche de oro a una carrera que aún continuará con su equipo inglés de los Exeter Chiefs. Las otras despedidas han sido menos mediáticas como las de las excapitanas Isabel Rico (38 caps) y Paula Medín (44 caps) o las de las jugadoras Margarita Rodríguez, Uri Barrutieta o Maika Brust, quienes lo han hecho sin hacer ruido y casi de puntillas al estilo de la mayoría de las ex jugadoras que llevan ya años retiradas. Estar fuera de casa varios días al año para acudir a una concentración de la selección, tener que pedir permisos en el trabajo, el agotamiento físico a partir de determina edad ya eran cuestiones a valorar para seguir compitiendo a nivel internacional. Si además no hay planes de futuro, se tiende a arrojar la toalla.

Las chicas del rugby volvieron a levantar la copa de campeonas de Europa el pasado 26 de febrero. Todo eran caras de alegría. La foto, sin embargo, no dejaba traslucir la decepción que alguna de las mujeres que posaban en aquella fotografía llevaban meses rumiando. Ni la mejor cámara con el 'zoom' más potente hubiera conseguido reflejar la auténtica realidad del momento. La procesión iba por dentro. Aquella victoria tuvo un efecto dominó que reabrió heridas que nunca habían llegado a cicatrizar. El seleccionador, José Antonio Barrio, y una de las jugadoras más carismáticas, Patricia García, por motivos diferentes, dijeron adiós a la selección tras el partido. Unos días después, la vicepresidenta de la Federación, Mariola Rus, presentó su dimisión a la que se sumó poco después una vocal de la directiva, Elena Díez de Lastra. Nada más ganar el campeonato de Europa, el rugby femenino se miró en el espejo, frunció el ceño y se dio de bruces con la realidad.

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