"Lo de Iñaki Urdangarin nos dejó helados; fue una decepción enorme"
Mintxo Ibarrola, Txutxin Villar y Jerónimo López, patrimonio nacional del balonmano español y en concreto de Navarra, reconocen su tremenda decepción por lo que consideran una traición
Mintxo Ibarrola, Txutxin Villar y Jerónimo López son patrimonio nacional delbalonmano español. Sumar 200 años entre los tres y haber conocido el deporte que tanto los apasiona cuando los balones se hacían con cuerda o se jugaba once contra once, no es óbice para que, primavera tras primavera, encabecen la convocatoria de la selección de veteranos de Navarra para disputar el campeonato de España, que acaba de cumplimentar este fin de semana su cuadragésima edición en las localidades catalanas de Santa María de Palautordera y Lloret de Mar.
Reencontrarse con ese buen puñado de amigos que les ha regalado el deporte que unió para siempre sus vidas y el adictivo cóctel que conforma el parquet con aroma a réflex ejercen de gasolina súper para sus imbatibles pulmones y sus piernas de acero inoxidable. Porque Mintxo (74 años), Txutxin (67) y Jero (59) son el espejo en el que se mira cada uno de los participantes en esa gran fiesta anual del balonmano. No lo dicen, pero todos aspiran a tener su vitalidad y ganas de seguir guerreando cuando crucen la delgada línea roja que separa la veteranía de la vejez.
Mintxo desafía con una sonrisa etrusca las leyes de la naturaleza en cada partido. Escucharle relatar sus experiencias es como ingresar en una máquina del tiempo que te transporta a los tiempos pretéritos del deporte en este país. “El balonmano es mi vida. Empecé a jugarlo con 12 años, al tiempo que al baloncesto. En aquella época (1954) era muy raro que alguien se dedicara a este tipo de actividades. Jugábamos en canchas de fútbol con balones que tenían una cuerda”, relata el ‘abuelo’ del torneo, que ha disputado ya en ¡34 ocasiones! “La primera vez que jugué este campeonato fue en 1980. Había dejado de jugar en División de Honor con 38 años en el Anaitasuna. Allí jugué 13 temporadas hasta que pasé a la reserva activa y me enganché a los veteranos después de dos años sabáticos que me tomé porque acabé bastante quemado”.
Profesor de artes marciales jubilado hace un par de años, el tótem del balonmano nacional (con permiso del portero Jesús Caldero, un mes mayor que Mintxo aunque ausente en esta ocasión) es un adicto al ejercicio físico, que practica cada día de la semana. “Es la mejor medicina que existe. Juego a pelota vasca, a pádel, a pala, dos veces por semana voy a clases de aikido… En realidad lo que menos practico es el balonmano. Si nos juntamos seis veces al año, cuatro son para comer y dos para preparar un poco este campeonato. Por encima de todo somos una cuadrilla de amigos. Si no fuera así, este tipo de reuniones no serían posibles”.
En las antípodas a nivel ideológico
Txutxin es otro prohombre del juego al que ha dedicado buena parte de su existencia y sin el que, reconoce, no habría sido lo mismo. “Tanto a nivel deportivo como humano, el balonmano ha sido algo muy enriquecedor. Nos ha permitido viajar por toda España haciendo amigos de los de verdad, aunque sólo los veas una vez al año. Pero hemos compartido tantas vivencias juntos que ya somos como una pequeña gran familia. Nunca, que yo recuerde, hemos tenido ningún problema con nadie, más allá de los roces típicos del juego, pero estos cada vez son menos porque a medida que te haces más mayor, te zurras menos”.
Jero, el ‘yogurín’ de este trío de guerreros pamploneses, considera que el éxito de un evento de estas características radica en el buen rollo que fomenta entre sus participantes. “Lo que te mueve fundamentalmente es esa relación personal que probablemente en muy poquitos deportes se consigue. Aquí tengo relación con gente que está en mis antípodas a nivel ideológico, pero eso queda a un lado gracias al balonmano, que ejerce de elemento aglutinador hasta el punto de que la gente que conoces a través de este deporte son ya amigos para toda la vida”.
Si el disco duro de esta simpática cuadrilla de irreverentes balonmanistas se pusiera a funcionar a mil revoluciones por minuto, la cantidad de anécdotas que saldrían de sus cabezas daría para como para escribir una enciclopedia. “Uff, tenemos como 800. Recuerdo que teníamos un rival que ponía un balón más grande de lo reglamentario y nosotros nos quejábamos, pero los tíos sacaban un metro para medirlo y, sorprendentemente, daba la medida. Luego, cuando se retiraron, nos dijeron que estaba trucado. El metro, en realidad, era de 1.20. Se lo habían hecho en una sastrería y nos la daban con queso a todos porque jugando con ese balón no había quien les ganara”, explica Mintxu entre risas. “Otra vez, en Sevilla, iba un jugador de ellos al contraataque y Txutxin salió del banquillo para cortarlo. Lo cierto es que ya perdíamos por mucho y entró para dar una mano al equipo”, menciona Jero sobre el que hoy hace las veces de entrenador-jugador.
“A mí me dejó helado”
Escuchar el nombre de Iñaki Urdangarín quiebra de raíz el aire festivo de la charla. Como defensores a ultranza del ‘fair-play’ tanto en el parquet como en la vida cotidiana, nuestros contertulios lamentan el ignominioso giro que dio a su existencia el ex astro del Barcelona y de la selección nacional. “Iñaki era un tipo de lo más normal, un chaval extraordinario y un jugador de balonmano buenísimo, por eso cuando salen estos temas te acuerdas y te da bastante tristeza. Igual que fue un orgullo que se emparentara con la Familia Real, lo que ha venido después nos ha dolido, claro. Como persona y deportista, nos ha decepcionado”, apunta si acritud Mintxo.
Txutxin confiesa incluso que “tuvimos amistad con él porque venía mucho a Pamplona con Juanón De la Puente, gran amigo suyo y compañeros en el Barça. En Sanfermines solía venir a los toros con nosotros. Yo tenía una relación personal con Juanón por trabajo y coincidimos en alguna cena en su chalecito. Una vez Juanón me pidió si podía acercar a Iñaki al centro, al piso que había alquilado por fiestas. Serían como las seis de la mañana y cuando llegamos, le dije ‘Hala, Iñaki, ya estamos en tu casa’. Al ver que no me respondía, miré para atrás y se había quedado dormido. Enterarme de todo eso que hizo a mí me dejó helado. Pero, ¿qué se le ha pasado por esa cabeza? Por suerte, al balonmano, que es lo que nos importa, no le ha pasado factura, ya que esas actividades ilícitas suyas no tenían relación alguna con nuestro deporte”.
La reflexión de Jero, en algún momento vinculado al mundo de la política, es todavía más descarnada que la de sus compañeros y amigos. “Como cualquier persona a la que admiras por lo que ha conseguido a través de nuestro deporte, Iñaki te ha decepcionado muchísimo porque la Familia Real hizo una gran labor durante los primeros años de la Democracia, y cosas como las que hizo él han contribuido a cargarse esa buena imagen que se habían labrado entre la gente. No es el único, es cierto, pero en su caso duele más por ser uno de los nuestros”. Y añade “por desgracia, lo que ha sucedido con Iñaki es un reflejo de la vida pública que tenemos en este país, que es un auténtico desastre”, concluye.
Mintxo Ibarrola, Txutxin Villar y Jerónimo López son patrimonio nacional delbalonmano español. Sumar 200 años entre los tres y haber conocido el deporte que tanto los apasiona cuando los balones se hacían con cuerda o se jugaba once contra once, no es óbice para que, primavera tras primavera, encabecen la convocatoria de la selección de veteranos de Navarra para disputar el campeonato de España, que acaba de cumplimentar este fin de semana su cuadragésima edición en las localidades catalanas de Santa María de Palautordera y Lloret de Mar.