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Se despiden del campo base Plaza Argentina: una ducha en dieciséis días
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LA METEOROLOGÍA NO DA TREGUA

Se despiden del campo base Plaza Argentina: una ducha en dieciséis días

La expedición se despide del campo base de Plaza Argentina, donde han permanecido ocho días. El pedregal situado a 4.200m. de altitud ha sido su casa

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El pasado 25 de enero comenzó esta aventura. Iniciaron la marcha desde Punta de Vacas y el día 27 se alcanzó el campo base de Plaza Argentina. Ayer martes se despidieron de él. Han permanecido ocho días en ese pedregal a 4.200 metros de altitud. Ese paraje inhóspito e incluso hostil que se transforma, cuando llegas a él, en el más hospitalario de los lugares. Se despiden para continuar la pelea, para superar las dificultades que el Cerro está ofreciendo. Se acabaron los asados, las infusiones preparadas por los campamenteros y dispuestas en la tienda comedor que tanto reconfortan después de bajar de un campo de altura. En Plaza Argentina se han duchado. “Todos, una vez” nos dice Fernando, “hace mucho frio, no apetece. Aquí vives con lo básico”. La única agua caliente que sentirán en dieciséis días. El aseo diario se hace con toallitas higiénicas. Pero, para mayor desdicha, en los campos de altura las toallitas no sirven ¡Se congelan! Realmente este montañismo de grandes cumbres es una actividad cuyos arcanos están solo al alcance de unos pocos.

En estas últimas comunicaciones telefónicas con Fernando, una sensación deja entrever como el Aconcagua está consumiendo poco a poco las fuerzas de nuestros expedicionarios. Una sensación que se contagia. Tan mayúscula es su fuerza destructiva. Nos acercamos a esos momentos en que lo único que deseas es que llegue el final. Pero todavía quedan tres interminables días. Espera lo más duro. Cuando dejen la mochila y se quiten las botas en la noche del 9 de febrero, con la cumbre o al menos con el intento, habrán rodeado el macizo del Aconcagua, recorrido cerca de ochenta kilómetros y subido muchos miles de metros de desnivel.

La meteo (http://www.mountain-forecast.com/peaks/Aconcagua/forecasts/6962) parece que no da tregua. Esa ventana que deseamos que se abra se empeña en no hacerlo. Las previsiones coinciden en mantener el rango de “vientos de tempestad” para el viento para la cumbre. Entre 80 y 95 km/hora, dependiendo de la hora del día. En los campos 2 y 3 el ventarrón también es muy fuerte. Cuando nos llamen desde el primer campo de altura, a 5.000 metros y donde los vientos están menos furiosos, veremos si podemos despejar alguna incertidumbre.

¿Qué sentido tiene todo esto? Ulises Naranjo, un andinista mendozino lo expresa con una mezcla de desparpajo y aspereza: “Caminar durante horas y horas, como pavos, vestidos como astronautas bajo el frío; acostumbrar el organismo a la falta de oxígeno; superar el cansancio extremo por el esfuerzo de cada trepada; comer porquerías enlatadas y tomar agua sacada de la nieve; soportar vientos cuyas agujas de frío te sacan un pedazo de alma con cada cachetada; atravesar peligrosos planchones de nieve que podrían matarnos tras un simple resbalón; extrañar a la familia y a los amigos que han quedado allá abajo preocupados por nuestra suerte y nuestras estúpidas decisiones.

¿Qué sentido tiene todo esto?

¿Por qué no nos bajamos ya mismo y nos comemos un asado, con un malbec roble y un helado de dulce de leche? ¿Por qué no nos vamos de acá, hasta el dulce abrazo de nuestras mujeres y después vemos una película de Schwarzenegger y jugamos con nuestros hijos un partido de fútbol y dormimos como chanchos hasta el otro día? ¿Por qué no nos vamos al café a hablar pelotudeces de Jaque o Messi?

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Hace frío en la cabeza. ¿Por qué, entonces, de dónde, esta fuerza interior insobornable que nos hace seguir mirando hacia arriba, hacia la cúspide, cargando este peso y soportando este frío con disfraz deviento?El Aconcagua es la medida de nosotros mismos. Después de haber asumido que, con los años, la vida es una de las formas preferidas con que la derrota nos somete y nos humilla, el Aconcagua es el resto de pureza que nos queda”.

El pasado 25 de enero comenzó esta aventura. Iniciaron la marcha desde Punta de Vacas y el día 27 se alcanzó el campo base de Plaza Argentina. Ayer martes se despidieron de él. Han permanecido ocho días en ese pedregal a 4.200 metros de altitud. Ese paraje inhóspito e incluso hostil que se transforma, cuando llegas a él, en el más hospitalario de los lugares. Se despiden para continuar la pelea, para superar las dificultades que el Cerro está ofreciendo. Se acabaron los asados, las infusiones preparadas por los campamenteros y dispuestas en la tienda comedor que tanto reconfortan después de bajar de un campo de altura. En Plaza Argentina se han duchado. “Todos, una vez” nos dice Fernando, “hace mucho frio, no apetece. Aquí vives con lo básico”. La única agua caliente que sentirán en dieciséis días. El aseo diario se hace con toallitas higiénicas. Pero, para mayor desdicha, en los campos de altura las toallitas no sirven ¡Se congelan! Realmente este montañismo de grandes cumbres es una actividad cuyos arcanos están solo al alcance de unos pocos.

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