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Una bola, un palo y un búnker decidieron el British Open
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JIMÉNEZ hizo disfrutar con su lucha

Una bola, un palo y un búnker decidieron el British Open

Unos días después de haberse acabado el Open, es momento de recordar lo vivido por los aficionados al golf durante cuatro días de sillón y mucha emoción

Foto: El estadounidense Phil Mickelson
El estadounidense Phil Mickelson

Ahora, unos días después de haberse acabado el Open, es momento de recordar lo que hemos visto miles de aficionados al golf durante cuatro días de mucho 'sillón'y mucha emoción.Creo, sinceramente que ha sido un Open diferente, sin lluvia, sin frío, sin demasiado viento y, aunque probablemente los que estaban jugando no coincidirán conmigo en esto último, con un campo magnífico, links puro, donde el bote de la bola podía jugar muy malas pasadas y donde en general se veían caras de sufrimiento generalizadas, antes y después de cada golpe, hasta que la bola se había parado definitivamente.

Es un golf diferente del que estamos acostumbrados a jugar en España y en Europa, hay un fuerte componente de ajedrez en cada golpe que se planea. Hay que pensar en dos golpes de antelación ya que tan importante es el que se golpea como el que te puedes dejar a continuación si el fallo es en el lado malo. Muchas veces un bogey es un gran resultado y también muchas veces un doble bogey aparece en la tarjeta después de haber dado una sucesión de golpes que en principio no eran merecedores del castigo.

En esas condiciones, tres nombres entiendo que han destacado sobre los demás, por un lado Phil Mickelson, ganador, al que han acompañado en mi definición de genios sueltos Ian Poulter y Miguel Ángel Jiménez. Las razones por las que destaco estos tres y me olvido de todos los demás: imaginación, fe, determinación.

Mickelson se reinventó para vencer

Mickelson, porque ha ganado, haciendo como hace él las cosas: no llevaba Driver en la bolsa, lo sustituyó por un Wedge de 64 grados. No jugó con la bola blanda tradicional que suele utilizar, la sustituyó por una más dura, que vuela algo más bajo; ya que ninguna bola iba a parar en ese tipo de greenes, decidió jugar una que le diese algo de ventaja en el resto del juego y por último, mientras que casi todos los demás salieron a defenderse de Muirfield, él tuvo claro desde el día anterior a los últimos 18 hoyos que atacando y firmando una vuelta que empezase con seis, tenía opciones. Salió a por ella, la consiguió con un final espectacular y ganó.

Poulter casi lo consigue. Combativo como siempre, con las mismas ganas de triunfo y la misma fe que Mickelson, salió a ganar y poquito le faltó. Su mirada, como ya ocurrió en la Ryder a las órdenes de Chema Olázabal, mostraba esa intensidad y esa valentía en la forma de jugar que muy pocos son capaces de conseguir en momento decisivos. Como ejemplo, fue el único que jugó el Driver en el temible hoyo 15, donde tanto bogeys se vieron en los cuatro días, intentando un golpe imposible que debía desafiar las leyes de la gravedad para esquivar el búnker en el que al final acabó. Estuvo a punto de evitarlo y hubiese supuesto llegar al green y tener un putt para Eagle: ¿podía haber cambiado el resultado final?, nunca lo sabremos, pero lo intentó y demostró su genialidad en un momento donde un mínimo error le hubiese costado muchos puestos.

Por último, Miguel Ángel, casi Senior. ¡Que se preparen los abuelos si decide jugar ese circuito! Líder después de dos vueltas y tras una lesión que le hizo empezar su temporada en abril, peleando los dos últimos días y acabando entre los primeros. Enorme determinación. ¿Qué pasó en ese búnker del hoyo 16 donde tantas dudas tuvo antes de jugar y que finalmente saldó con un doble bogey que le alejó de la pelea?. Estoy deseando preguntárselo pero, en cualquier caso, una vez más demostró que es un enorme jugador y un enorme luchador, que además disfruta de lo que hace y nos hace disfrutar a los aficionados españoles, extranjeros y sus colegas profesionales. Enhorabuena Miguel.

Ahora, unos días después de haberse acabado el Open, es momento de recordar lo que hemos visto miles de aficionados al golf durante cuatro días de mucho 'sillón'y mucha emoción.Creo, sinceramente que ha sido un Open diferente, sin lluvia, sin frío, sin demasiado viento y, aunque probablemente los que estaban jugando no coincidirán conmigo en esto último, con un campo magnífico, links puro, donde el bote de la bola podía jugar muy malas pasadas y donde en general se veían caras de sufrimiento generalizadas, antes y después de cada golpe, hasta que la bola se había parado definitivamente.