La incógnita Özil: la estrella que explotó en Sudáfrica sigue sin aparecer en Brasil

Hablar de preocupación en el rival de Brasil por un jugador viendo la situación actual de Neymar, su ausencia durante todo lo que queda de Mundial y su no presencia en la pretemporada del Barça, suena, cuanto menos, absurdo. Sobre todo porque el jugador en cuestión no está lesionado, ni nada parecido. Bueno, no físicamente, al menos, porque es evidente que algo le pasa a Mesut Özil. Alemania ha jugado cinco partidos en esta Copa del Mundo, y todavía no se ha visto una actuación ni siquiera similar a la que hizo famoso al mediapunta en todo el planeta en Suráfrica. Esa magnífica demostración, entre otras cosas, le sirvió para fichar por el Real Madrid.

Las estadísticas, en una competición como esta, tan fugaz y vibrante como es el Mundial, podrían llevar a engaño. Cuántos jugadores a lo largo de la historia habrán tenido un gran partido en el que han logrado unos números excelsos y después han desaparecido en el resto del torneo. Pero ni siquiera es ese el caso, en esta ocasión, de Özil. Hasta llegar a las semifinales contra la anfitriona del próximo martes, el gunner ha marcado un gol, el que sentenciaba la clasificación en la prórroga contra Argelia en octavos. Ni un solo dato más que sea en realidad trascendente.

Vale que a Alemania no le ha hecho verdadera falta una mayor presencia de Özil sobre el campo. Hasta ahora, la Mannschaft ha cumplido el objetivo y sigue avanzando con paso firme hacia la final de Maracaná. Pero que Özil tan sólo haya aportado un gol es realmente triste para un jugador que ha demostrado ser capaz de muchísimo más. Y en la misma Alemania lo saben. Dos mitos del fútbol teutón no se han cortado a la hora de criticar las actuaciones de Özil, siendo el más duro de ellos el exmadridista Paul Breitner. “Si Joachim Löw es valiente y no quiere jugar con diez jugadores, debería dejar a Özil fuera en el próximo partido”, dice Breitner, que cree que esa medida sería “un paso hacia el título mundial. Nueve jugadores se parten y lo dan todo durante 90 minutos y uno no hace otra cosa que pasearse”.

No es el único histórico alemán que ha levantado la voz de alarma sobre Mesut Özil. Mehmet Scholl, otro gran jugador del Bayern Múnich, reconoció a ‘Bild’ que “sigue siendo el mismo jugador de siempre, pero su estado físico no es precisamente ninguna alegría”. El propio periódico germano le critica que ha hecho “demasiado poco esfuerzo físico” y no se cortan a la hora de definirlo como “nuestro jugador más endeble”. Además, muestran una estadística que habla por sí sola: “Özil tan sólo ganó el 18% de sus duelos individuales” en todo el Mundial.

Pero volvamos un instante a los datos, a la pura estadística. Remontémonos a la última campaña de Özil en el Real Madrid. Fue, posiblemente, la mejor de su carrera deportiva a pesar de que se quedó sin un título que llevarse a la boca, aunque a nivel individual lo compensó con el inmenso cariño y aprecio de la grada merengue. Jugó, entre todas las competiciones, un total de 52 partidos. En estos 52 encuentros, Özil consiguió la respetable cifra de diez goles, pero sobre todo y lo que caracteriza su juego, 24 asistencias de gol. Es decir, que su juego generó un total de 34 goles. La temporada anterior fue incluso mejor, con 7 goles y 29 asistencias (36 tantos en el cómputo global). Y en su estreno como madridista, aún mejora esos números: 10 goles y 29 pases de gol.

Los dichos son unos datos de primer espada mundial, a la altura de muy pocos. De hecho, era el máximo asistente de Europa en los últimos cuatro años. Es decir, sabe hacerlo y además de forma regular. Por lo tanto, sorprende el enorme bajón que dio el alemán una vez fue traspasado al Arsenal. En su primer año en la Premier League ni se acerca a los más de treinta goles generados en sus temporadas en el Real Madrid. En todas las competiciones y en un total de 42 partidos, Özil marcó siete goles y dio 14 asistencias. Es decir, ni punto de comparación con lo anterior.

¿Qué le pasa a Özil? ¿Es algo físico o psicológico? Probablemente, sólo lo sepan Wenger, Löw y él mismo. Lo que está bien claro es que no es el mismo jugador de hace apenas 365 días, cuando era indiscutible en el Real Madrid de Mourinho y no tenía visos de abandonar el de Ancelotti. Y todo esto le está sucediendo cuando apenas tiene 25 años, es decir, ni siquiera ha llegado a la mitad de su carrera deportiva y su rendimiento ya se parece más a un jugador al borde de la retirada. Le quedan dos partidos por delante en Brasil para recuperar la confianza de sus seguidores y, lo más importante, la confianza en sí mismo para volver a llegar a la cima del mundo.