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El largo camino de Emenike hasta luchar por los cuartos de final contra Francia
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de joven, andaba hora y media para ir a entrnar

El largo camino de Emenike hasta luchar por los cuartos de final contra Francia

Cuando era un juvenil, Emenike, líder de Nigeria, andaba durante hora y media para ir a entrenar y ahora, años después, busca los cuartos (18:00h)

Foto: Emenike es la gran referencia de Nigeria contra Francia (EFE).
Emenike es la gran referencia de Nigeria contra Francia (EFE).

Anambra es un pequeño Estado situado al sur de Nigeria, donde ya se empieza a oler a un mar que aún no se divisa en el horizonte, disimulado por los restos de naturaleza explotados por el hombre blanco durante décadas. Por la autopista A2 podríamos tardar unas seis horas y media en recorrer los poco más de 400 kilómetros que separan Otuocha, capital de Anambra, de Abuya, sede administrativa del país. El asfalto tiene ahí un hueco que desaparece entre la inmensidad de la tierra seca y el barro húmedo que invaden las calles de la ciudad. Llueva o haga calor, cientos de niños aprovechan los descansos de la escuela o de la ayuda al trabajo de sus mayores para darle patadas a las pelotas de trapo e hilo caseras con las que tratan de imitar a sus ídolos. En ese ambiente rural y simple felicidad se crió Emmanuel Emenike.

Emmanuel, como otros de su edad, antes y ahora, tuvo el sueño de jugar al fútbol a nivel profesional. Sus cualidades tanto físicas como técnicas llamaron la atención de algunos clubes nigerianos que veían en él a un potencial sustituto de Nwankwo Kanu en la selección de las Águilas Verdes. Finalmente, ese chaval de Anambra encontró su acomodo balompédico pero a una distancia casi insalvable para una familia con escasos recursos económicos como la Emenike. Y no se encontraba al norte del país, a cientos de kilómetros, sino en la región contigua. Delta es el Estado que se encuentra al suroeste de Anambra, y sus sendas capitales no distan mucho más de veinte kilómetros en línea recta y están separadas por el río Níger. Pero Emenike no tenía transporte.

La voluntad del hoy delantero del Fenerbahçe de seguir con su formación en el fútbol era superior a cualquier impedimento, por complicado que parezca a priori. No importaba la distancia entre su casa y el campo de entrenamiento del Delta Force, su primer club. Emmanuel salía todos los días de su hogar una hora y media antes de iniciar a calentar con su equipo, pero cuando llegaba, ya estaba perfectamente preparado para empezar a entrenar. Emenike hacía ese recorrido andando todos los días, con paciencia y una voluntad casi inquebrantable. Y cada día, el mismo tiempo para volver a su casa. Quería jugar, quería divertirse y no le importaba el ‘precio’ que tenía que pagar para ello.

Así estuvo, yendo y viniendo a Delta hasta el año 2008, momento en el que Mpumalanga Black Aces llamó a su puerta y se lo llevó esta vez sí lejos de casa, mucho más lejos, donde era literalmente imposible que Emenike pudiera llegar dando uno de sus habituales paseos hasta Delta. Emmanuel se fue a la ciudad de Witbank, en Suráfrica, donde tuvo que mudarse para seguir compitiendo a nivel profesional en un club que apenas ha podido disputar cuatro temporadas en la máxima categoría del fútbol surafricano. Pero allí Emenike se curtió no sólo como futbolista, sino también como persona. Tuvo que salir del hogar, conocer un país nuevo con una cultura tremendamente diferente.

Mayor fue el salto incluso cuando al año siguiente lo fichó el Cape Town. Entonces Emenike vivió en una gran capital, comenzó a conocer los lujos de la ciudad occidental y su fútbol empezó a cobrar una trascendencia sino demasiado importante a nivel internacional, sí lo suficiente para que los scouters más avispados lo pudiesen encontrar. Su salto al fútbol europeo se produjo poco después. Su ascensión como futbolista desde el Delta Force hasta Europa fue progresiva y bastante veloz, aunque fuera el desconocido Kardemir Karabükspor de Turquía el que lo trajera al fútbol más conocido a nivel mundial.

Pero su ascensión no fue todo lo feliz que podía esperarse en Turquía. Su buen rendimiento en el Karabükspor (30 goles en dos temporadas) lo llevó a uno de los grandes otomanos, el Fenerbahçe, en 2011 por 9 millones de euros. Y cuando se esperaba que fuese la estrella de la delantera, el club de Estambul se vio inmerso en un caso de amaño de partidos que salpicó a todo el fútbol turco y al Fenerbahçe en particular, siendo excluido de las competiciones europeas. El propio Emenike fue detenido por la policía y poco después puesto en libertad sin cargos. Ese enorme escándalo provocó la salida del delantero poco después de llegar hacia Rusia. Pero el camino de ida sería también de regreso.

Dos temporadas en el Spartak de Moscú lo colocaron en el escaparate europeo y lo convirtieron en la referencia indiscutible de la selección de Nigeria, con la que debutara en sus tiempos en el Karabükspor. Esta última temporada regresó por la puerta grande al estadio Şükrü Saracoğlu de Estambul y fue pieza clave en la consecución del título de la Superliga turca, el primer título del campeonato doméstico después del caso del amaño. Ahora Emenike afronta el reto más difícil de su vida: clasificar a Nigeria para los cuartos de final de un Mundial y, a ser posible, estrenarse con un gol. No será fácil pues se enfrenta al equipo que mejor imagen ha dejado hasta ahora en Brasil, Francia.

Alineaciones probables:

Francia: Lloris; Debuchy, Varane, Sakho o Koscielny, Evra; Cabaye, Matuidi, Pogba; Valbuena, Griezmann y Benzema.

Entrenador: Didier Deschamps.

Nigeria: Enyeama; Ambrose, Yobo, Omeruo, Oshaniwa; Onazi, Uchebo, Mikel; Musa o Moses, Odemwingie y Emenike.

Entrenador: Stephen Keshi.

Árbitro: Mark W. Geiger (USA).

Estadio: Mané Garrincha, Brasilia.

Hora: 18:00.

Anambra es un pequeño Estado situado al sur de Nigeria, donde ya se empieza a oler a un mar que aún no se divisa en el horizonte, disimulado por los restos de naturaleza explotados por el hombre blanco durante décadas. Por la autopista A2 podríamos tardar unas seis horas y media en recorrer los poco más de 400 kilómetros que separan Otuocha, capital de Anambra, de Abuya, sede administrativa del país. El asfalto tiene ahí un hueco que desaparece entre la inmensidad de la tierra seca y el barro húmedo que invaden las calles de la ciudad. Llueva o haga calor, cientos de niños aprovechan los descansos de la escuela o de la ayuda al trabajo de sus mayores para darle patadas a las pelotas de trapo e hilo caseras con las que tratan de imitar a sus ídolos. En ese ambiente rural y simple felicidad se crió Emmanuel Emenike.

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