Del Bosque no piensa agarrarse a los dos años más de contrato que tiene

Del Bosque ya ha asimilado las críticas recibidas. Sabía que iban a llegar en el primer fallo, pero no esconde que hoy más que nunca están justificadas. Esas críticas y ese caldo de cultivo que algunos llevan alimentando durante los últimos años, es lo que siempre le ha llevado a poner en duda su continuidad tras el Mundial de Brasil. En esta ocasión llegó con dos años más de contrato, rubricados y sellados en el pasado mes de noviembre, pero no se siente atado a ese papel.

El seleccionador ha condicionado su continuidad a un ambiente que en estos momentos no existe. No va a ser preso de ese contrato pese a que Villar respalda su trabajo y, tal y como sucedió en su día con el difunto Luis Aragonés, pretende que continúe pase lo que pase en este Mundial.

Las críticas recibidas no sorprenden. En la concentración de Caju sabían que iban a aparecer. Lo mejor es que en esta ocasión hay autocrítica y se admiten errores. Durante la temporada el cuerpo técnico dudó del momento de algunos jugadores. La irregular temporada de jugadores como Xavi y Xabi Alonso y las ausencias de Casillas, Piqué o Jordi Alba, instalaron las dudas sobre la conveniencia o no de dar un golpe encima de la mesa y cambiar a algunos jugadores que hasta el momento habían sido claves en el devenir exitoso de la Selección.

Ahora ya no hay dudas. Del Bosque no abandona a los suyos, pero tanto él como sus ayudantes creen que hay que hacer algún cambio, meter energía y fuerza en el once titular. Algunos jugadores como Mata, Cazorla, De Gea, Cesc o Koke pueden aportar cosas diferentes, unos por estar viviendo la plenitud y otros por la juventud y calidad insultante que tienen. El relevo ya está en esta Selección y todo hace indicar que ya ha llegado el momento de abrir la puerta a los últimos en llegar. No habrá revolución, pero sí cambios.

Del Bosque no está en deuda con nadie. Los jugadores a los que había que cuidar por historia y currículum están y han tenido la oportunidad de seguir escribiendo la historia. Ahora hay otros jugadores que merecen la oportunidad de jugar y de aportar soluciones. Así piensa el técnico y muchos de los que han señalado al seleccionador por no mover el árbol a tiempo.

El seleccionador intenta levantar al equipo de la depresión en la que Holanda y sus cinco goles han metido a la campeona del mundo. El seleccionador no es amigo de grandes discursos y para la ocasión tampoco ha tirado de experiencias nuevas. Ha decidido dejar espacio a los jugadores, a que ellos mismos analicen lo sucedido. Respeta al grupo y lo va a seguir haciendo y han sido los jugadores, una vez superado el cabreo y enfado por el meneo holandés de Salvador de Bahía, ya vuelven a hablar entre ellos, a buscar soluciones.

La tensión de la noche del viaje y la soledad de la habitación en Caju ya son historia. Ramos ha vuelto a ejercer un poco de líder, de improvisado jefe. Es la referencia del vestuario y es el primero que ha hablado de conjura, de cojones y, por supuesto, de fútbol. Ha recordado a todo el mundo, empezando por sus compañeros, lo que han ganado y la capacidad que está Selección tuvo cuatro años atrás de levantarse, sufrir y levantar la Copa del Mundo en Johannesburgo.