El último servicio de Faryd Mondragón veinte años después de su primer Mundial

Durante los próximos días, muchos exjugadores participarán en tertulias sobre el Mundial de Brasil para revivir las experiencias propias en las Copas del Mundo que tuvieron la suerte de participar. Algunos alemanes podrán hablar con Rudi Völler, los italianos podrían tirar de Alessandro Costacurta y aquí en España podemos hablar con Rafa Alkorta o Julio Salinas. Todos ellos pueden contar sus vivencias durante el mes largo de competición que vivieron en Estados Unidos en 1994, para ambientar las semanas previas a la apertura del torneo brasileño.

En cambio, en Colombia no podrán contactar todavía con Faryd Mondragón, porque se enfundará sus guantes de nuevo y con su zamarra defenderá a los cafeteros en Brasil, 20 años después de su primera experiencia mundialista. Tendrán que esperar al final del Mundial para empezar a tenerlo en las cabinas de prensa. Podrán hablar con él en la zona mixta del estadio Mineirãotras el partido de Colombia contra Japón, o en el hotel de concentración de su selección, pero no podrá comentar un partido, porque lo estará jugando, como lleva haciendo desde que debutara como profesional hace 24 años en el Deportivo Cali, el equipo de su vida, de su corazón y con el que después de tanto tiempo, consiguió ganar un título el pasado enero.

Quizás ahora no llegue a estirarse hacia el palo contrario con la misma velocidad y agilidad que en sus tiempos mozos en Independiente o Galatasaray, puede que sus reflejos hayan decaído levemente desde entonces; pero nada de eso se notó cuando detuvo un lanzamiento de la tanda de penaltis que le otorgó el título de la Superliga colombiana al Deportivo de Cali. No deja de ser un torneo tipo ‘Supercopa’, que enfrentó en este caso al campeón del torneo Apertura y Finalización, Atlético Nacional, y al segundo de la clasificación global, el Cali, pero es el título más sabroso de toda la carrera de Faryd.

Mondragón llega a Brasil en un momento muy extraño de su carrera deportiva, que acabará una vez Colombia termine su participación en el Mundial. Tras vencer la Superliga, el Cali decayó notablemente y comenzaron a darse numerosas discrepancias entre todos los integrantes del club. Entonces, Faryd decidió abandonar el club, ‘retirándose’ sin retirarse del todo. Desde que tomara esa drástica decisión, Mondragón está preparándose en solitario sólo pensando en este Mundial, en la llamada de Pekerman, en volver a vestir esa zamarra colombiana una vez más antes de colgar los guantes y dedicarse a la que será su nueva gran pasión, ser comentarista de partidos.

Ha pasado casi un cuarto de siglo desde que un joven chaval de Cali de apenas 18 años se pusiera por primera vez bajo los palos del equipo de su ciudad, pero Faryd sigue siendo el mismo gran portero que va a jugar su tercer Mundial, aunque por edad y teniendo en cuenta su debut en 1994, podría haber llegado a participar en seis si su selección hubiese conseguido el pase a los torneos de Corea y Japón, Alemania y Suráfrica. Mondragón se ha colado en la lista de Pekerman entre la mejor generación de Colombia desde la época de Valderrama como uno más, un hombre de equipo que sabe mejor que ninguno lo que significa para su país regresar a la máxima competición internacional.

“Estoy más feliz ahora que cuando me convocaron en el 94 para mi primer Mundial”, dice Faryd, que además batirá el récord que estableció en ese mismo campeonato el camerunés Roger Milla. Con disputar un minuto, Mondragón será el jugador más veterano en disputar una Copa del Mundo, el que más tiempo ha tardado en volver a disputarlo desde su última vez (16 años) y, por supuesto, el del lapso más amplio desde que jugara su primer Mundial (20 años). Tres nuevos registros que la FIFA tendrá que recoger si Pekerman le da la opción de ser titular en Brasil. Y, ya de paso, Mondragón podrá olvidar las dolorosas lágrimas que derramó en el estadio Félix Bollaert de Lens, cuando Inglaterra arrancaba del Mundial de Francia a Colombia y Faryd se derrumbaba y lo único que pedía era regresar a una Copa del Mundo. Pues ahí la tienes, Faryd.