Este Barcelona no es el mismo: saca el rodillo el día en que Dembélé salió ovacionado del estadio

El Barcelona continúa en línea ascendente tras su victoria ante el Athletic en el Camp Nou (4-0). El conjunto azulgrana empieza a mostrar ciertos automatismos que había perdido al comienzo de este curso: fútbol control, un estilo que empieza a definirse y, sobre todo, gol, algo que desde la marcha de Leo Messi le estaba penalizando. En clara racha ascendente, los catalanes empiezan a mostrar cierta solidez, pero ha llegado demasiado tarde como para pelear por todo.

Con este triunfo, los culés suman siete partidos consecutivos sin perder, algo que no había sucedido en todo el curso, y apuran sus opciones de agarrarse a las plazas de Liga de Campeones. La plantilla sabe que es el objetivo principal, pues de su clasificación para la competición depende poder paliar algunos de los problemas económicos del club... y algo ha cambiado en el equipo. Empieza a funcionar, a tener su idea de juego clara y a resolver los partidos gracias a su pegada.

TE PUEDE INTERESAR

El ciclón Xavi y la apuesta de Puyol: cuando al Barça todavía no hay que darle por muerto

Ulises Sánchez-Flor

El Barcelona de Xavi Hernández ha remontado el vuelo en los últimos partidos, especialmente desde la incorporación de Dani Alves, Ferran Torres, Adama Traoré y Pierre-Emerick Aubameyang en el mercado de invierno, más la recuperación de Pedri para la causa. Desde entonces, el conjunto azulgrana lleva siete partidos consecutivos sin perder -cinco victorias y dos empates- y está empezando a mostrar un fútbol que, hasta el momento, no había sido capaz de tener en todo el curso.

Este Barça empieza a funcionar, especialmente porque empieza a tener un patrón de juego claro. Buscando continuamente al tercer hombre libre, con los laterales muy profundos y con desborde en banda, algo que no tenía en el primer tramo de la temporada. Y, por si fuera poco, ha recuperado el gol perdido: dieciocho goles en los últimos cinco partidos hablan a las claras de cómo los azulgranas han encontrado su hasta ahora desaparecida mejor versión anotadora.

Y el principal responsable es un Aubameyang que está muy entonado de cara al gol. Desde que llegó al Barça, solo ha disparado en siete ocasiones a portería... y ya suma cuatro goles. Sus porcentajes anotadores son escandalosos pero, sobre todo, su presencia en el campo da sensación de peligro constante. Es uno de esos jugadores que son un peligro y que, aunque parezca que están desconectados del juego, necesitan muy poco para encontrar la portería rival.

Dominio desde el inicio

En los primeros compases de partido, el Barça fue fiel a su estilo de los últimos partidos y generó mucho peligro por las bandas, especialmente por la izquierda, con un Ferran Torres muy entonado. De hecho, la primera gran ocasión del choque llegó por allí, cuando al borde los veinte minutos el extremo zurdo, tras un gran acción, regaló un balón a Gavi en el punto de penalti que mandó a las nubes con todo a favor. El dominio era culé, pero no terminaba de encontrar la meta de Unai Simón.

Y eso que el Athletic saltó al campo con una clara 'unidad B', pero que confirmó el gran trabajo que ha hecho Marcelino con el equipo, que se movía en el césped como un acordeón, acompasado y con mucho orden. El Barça monopolizaba el balón, pero sin encontrar claridad en los metros finales. Pasada la media hora, otro disparo lejano de Ferran no metía miedo a los vascos, que intentaban aprovechar la velocidad de Asier Villalibre a la contra para sorprender a la adelantada defensa azulgrana.

Aubameyang, 'cazagoles'

Pero entonces, en el minuto '36, Aubameyang, en una acción de cazagoles, adelantaba al Barça. Al saque de un córner, Gerard Piqué remataba de cabeza con potencia, pero su remate lo sacaba Unai al alimón con su larguero. El 'killer' gabonés, muy inteligente, intuyó dónde caería el rechace antes que su marcador y en un remate de mucha dificultad, conectó un disparo que el meta de la Selección fue incapaz de salvar a pesar de su estirada. El Barça se adelantaba en el electrónico.

Los segundos cuarenta y cinco minutos siguieron la misma dinámica de la primera mitad: control absoluto del Barça, dominio de la posesión y el Athletic, agazapado, tratando de explotar las contras. Pero, de nuevo, serían los azulgranas la primera oportunidad clara, cuando un inoportuno resbalón dejó a Ferran mano a mano con Unai, pero el meta le volvió a ganar la partida. Al borde del '70, de nuevo el meta internacional atrapaba un cabezazo de Aubameyang que llevaba veneno.

Y, entonces, llegó el gol de la noche, Ousmane Dembélé, que acababa de entrar con la oportuna silbatina, convirtió las protestas en aplausos con un golazo de bandera en el '74. Necesitó muy poco para controlar con la derecha un balón enviado por Frenkie de Jong y, con un latigazo seco con la izquierda, reventar la escuadra de Unai con una potencia descomunal. Un tanto con sabor a redención: todo el Camp Nou se rindió al francés después de su impresionante diana.

A partir de ahí, todos los silbidos que había recibido Dembélé se convirtieron en aplausos e, incluso, se llegó a corear un 'Ousmane, quédate', más fruto de la adrenalina que de un sentimiento generalizado. Ya al borde del final, un excelente centro del 'mosquito' fue empujado a la red por Luuk de Jong y, en la última jugada del encuentro, otra gran acción de Dembélé permitió a Memphis Depay cerrar la cuenta en un festival del galo en poco menos de quince minutos.

Dembélé, que hasta este domingo era un jugador denostado, castigado e, incluso, mal visto por buena parte de la afición culé, dio una lección de fútbol en cuarto de hora que provocó la locura y el perdón por parte del Camp Nou. Un día que el internacional francés seguro que nunca olvidará. Pero cómo es el fútbol: lo que ayer eran llantos, hoy son alegría; lo que ayer eran pitos, hoy son ovaciones. Y, ahora, Dembélé, es el deseado de la afición. Ver para creer.