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Cesc se va del club al que quiso volver y que no valoró su 'no al Madrid' ni sus 42 goles
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volverá a londres sólo tres años después

Cesc se va del club al que quiso volver y que no valoró su 'no al Madrid' ni sus 42 goles

Cesc Fàbregas ya no es jugador del Barcelona.Vuelve a Londres sólo tres años después de marcharse del Arsenal para volver a la Premier League, 'su' Liga

Foto: Cesc Fàbregas no quería marcharse del club de su corazón (AP).
Cesc Fàbregas no quería marcharse del club de su corazón (AP).

Cesc Fàbregas ya no es jugador del Barcelona. Jugará en el Chelsea los próximos cinco años y podrá llevar su número ‘4’ a la espalda. Su nombre fue el primero en sonar entre la terna de damnificados del año en blanco culé y su marcha se veía venir desde el momento en el que acabó la temporada. Cuando se confirmó que el Barça no sería campeón de Liga, Cesc ya sabía que en el club aceptarían ofertas por él. Llegó al Camp Nou como un hijo pródigo añorado ocho años después de marcharse como un niño al Arsenal, donde se convirtió en capitán. Ahora, uno de los fichajes más deseados del barcelonismo, dice adiós, tras no encontrar el cariño que probablemente merecía por su trabajo.

Ha estado tres temporadas en Can Barça, casi el mismo tiempo que pasó relacionado con su ya exequipo antes de volver a casa desde Londres, en un viaje que ha acabado siendo de ida y vuelta. Sus números están bastante por encima de la apreciación general de su rendimiento como azulgrana: En los 151 partidos que ha jugado con el equipo de su vida, Fàbregas ha anotado 42 goles y ha repartido 57 asistencias. Es decir, que gracias a Cesc, entre tantos marcados y goles dados, ha dado al Barça 99 goles en tres años. Unos datos a la altura de los mejores del mundo.

El de Arenys de Mar no quería marcharse del Barça, al menos no tan pronto. “Realmente creo que no había terminado mi etapa en la Premier League y este es el momento perfecto para volver”, decía Cesc en la página web del Chelsea, su nuevo club. Pero en el fondo no quería dejar el club al que tanto tiempo le costó volver. Sólo ha podido estar tres años en el equipo, y en ninguno de ellos pudo saborear los grandes éxitos del lustro anterior a su llegada. Ganó títulos, claro está: una Copa del Rey, una Liga, dos Supercopas de España y un Mundial de clubes, que para tres años no parece precisamente poco, pero la sensación es que Cesc se ha perdido lo mejor del Barça de Pep Guardiola.

Un año convivió con el actual entrenador del Bayern Múnich y tuvo que soportar ver cómo era precisamente ese curso cuando el Real Madrid de José Mourinho (curiosamente, el que será ahora su entrenador) volvía a ganar una Liga después de cuatro años, con record de puntos incluido. El club blanco ha estado siempre muy relacionado a Cesc Fàbregas, por muchos motivos y muy diversos. El primero, y quizás el que más portadas y páginas llenó fue la posibilidad de fichar por el Madrid.

Fàbregas fue objetivo merengue desde que en 2006 Ramón Calderón ganó las elecciones a la presidencia tras prometer los fichajes de Kaká, Robben y Cesc. No cumplió ninguna de esas promesas el primer año y el motivo, en el caso de Cesc, era la mera negativa del propio jugador a jugar para el Real Madrid. Nunca quiso fichar por el que él y todo culé de corazón considera su mayor enemigo, aunque recibiera ofertas mareantes para convertirse en la referencia madridista. Cesc nunca traicionó al Barça, esperó impaciente que la oferta azulgrana satisficiera al Arsenal para regresar y dejar así atrás una etapa gunner en la que jugó una final de Champions League con 19 años y fue el capitán más joven de la historia del club londinense.

El segundo motivo de su relación con el Madrid fue su debut con el Barça. Jugó unos minutos en la vuelta de la Supercopa de España de 2011 y comenzó la jugada que acabó marcando Messi y que sirvió para ganar el título, el primero de los cinco que ha ganado. Su primer gol al Madrid se lo marcó en el Bernabéu en una victoria azulgrana y también anotó en Madrid en la Copa del Rey del año siguiente, aunque en ese caso no sirviera para ganar, puesto que los blancos remontaron y acabaron ganando en el Camp Nou.

Tanto tiempo después de negar al Madrid, Cesc ve como su sueño azulgrana se emborrona y pierde el color grana para convertirse sólo en blue. Todo ello, sin haber podido hablar ni tan siquiera con el que iba a ser su entrenador en el Barcelona. Cesc no habló con Luis Enrique para saber su papel dentro del equipo, lo que deja bien a las claras que no tenía hueco en el proyecto del técnico asturiano. Pero Fàbregas no lo entiende. No entiende por qué era siempre el primer señalado por la afición culé; por qué tenía que ser él el sacrificado tras un mal año.

Ahora es Mourinho el que lo acoge en Londres, ciudad que Fàbregas siente también como su segunda casa y que conoce a la perfección. Ocho años vivió allí en los que se desarrolló como jugador y como persona. Pasó de ser un niño en plena pubertad a un fijo en la Selección. Será blue en vez de gunner, pero lo que realmente importa a Cesc es volver a la Premier League, donde ha sido y volverá a ser el gran jugador que no han sabido valorar en Barcelona.

Cesc Fàbregas ya no es jugador del Barcelona. Jugará en el Chelsea los próximos cinco años y podrá llevar su número ‘4’ a la espalda. Su nombre fue el primero en sonar entre la terna de damnificados del año en blanco culé y su marcha se veía venir desde el momento en el que acabó la temporada. Cuando se confirmó que el Barça no sería campeón de Liga, Cesc ya sabía que en el club aceptarían ofertas por él. Llegó al Camp Nou como un hijo pródigo añorado ocho años después de marcharse como un niño al Arsenal, donde se convirtió en capitán. Ahora, uno de los fichajes más deseados del barcelonismo, dice adiós, tras no encontrar el cariño que probablemente merecía por su trabajo.

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