Mario Conde negocia la compra del Zaragoza, cuya deuda supera los 100 millones de euros

El empresario Mario Conde y su socio Luis Oliver han iniciado las negociaciones con Agapito Iglesias, propietario del Real Zaragoza, para comprar el club aragonés. La operación se lleva en estricto secreto aunque el ex presidente de Banesto atendió la llamada de El Confidencial, donde no negó que existieran los contactos y se limitó a afirmar que “de momento, no puedo decir nada. A lo mejor en unos días, ya puedo hablar al respecto”.

Según la información del diario Marca, Oliver y Conde ya han presentado los avales necesarios y han alcanzado un acuerdo inicial con Agapito, por lo que en los próximos días podría ser oficial el cambio de dueños en el Zaragoza.

La entidad maña pasa por uno de los peores momentos de su historia a causa de su mala salud económica. Acumula una deuda reconocida de 107 millones de euros, aunque algunas fuentes aseguran que la deuda real alcanza los 170. Acorralado por esta losa y con la afición totalmente en contra suya, Agapito lleva meses tratando de deshacerse del mayoritario paquete accionarial que posee y que le permite el control del Consejo de Administración.

Ya lo intentaron con el Betis

Por su parte, Oliver es un viejo conocido en el mundo del fútbol. Invirtió en el Xerez y el Cartagena, y fue quien le compró un importante paquete de acciones del Real Betis a Manuel Ruiz de Lopera. Este último proceso de compra fue denegado posteriormente por la juez de Sevilla que trata de esclarecer el enrevesado caso financiero del equipo verdiblanco. Oliver contó con la colaboración de Conde en esta última operación, y desde hace tiempo son socios. Conde no ha negado a este diario que la próxima operación de ambos sea hacerse con el Zaragoza.

Este mismo lunes, el presidente del Getafe, Ángel Torres, anunció que o el Zaragoza le pagaba el dinero que le adeuda por el fichaje de Ikechukwu Uche o pediría formalmente el descenso administrativo del equipo de La Romareda. Hace unos días, se conoció que la plantilla zaragocista había recibido todo lo que se les adeudaba, quedando al día los pagos de sus respectivas nóminas sin que trascendiese de dónde había salido ese dinero.