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Unas vacaciones demasiado largas podrían costarle muy caro a Ronaldinho en México
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dos semanas sin entrenar con querétaro

Unas vacaciones demasiado largas podrían costarle muy caro a Ronaldinho en México

El presidente del Querétaro dio un ultimátum al crack: si no se presenta a la pretemporada de su equipo, tendrá consecuencias que podrían llevarle al despido

Foto: Ronaldinho podría acabar su etapa en México en menos de cuatro meses (Reuters).
Ronaldinho podría acabar su etapa en México en menos de cuatro meses (Reuters).

Lo que se ha perdido el fútbol sin Ronaldinho es inconmensurable. Tuvimos un tiempo, algo menos de un lustro, en el que el fútbol era cosa de la sonrisa de Dinho. Si el brasileño la mostraba, la pelota hacía lo que él quería. Era como un mandato sobre el esférico: yo estoy feliz, hago lo que me gusta, y tú haces lo que deseo. El mundo entero se postró a sus pies cuando hizo al Barça campeón de Europa. Cada vez que jugaba podía pasar algo. Cada partido era una ansiosa espera para ver con qué deleitaba a miles de espectadores esa vez. Todos le aplaudían, todos le querían. De aquel dios vestido de futbolista sólo quedan los vídeos.

Ronaldinho se fue del fútbol europeo en 2011. Parece que hace una eternidad que la Champions renunció al talento descomunal del chico gaucho, pero en realidad fue hace bien poco. Sin embargo, en este breve lapso, han pasado tantas cosas y no muchas positivas que han rodeado a Ronaldo de Assís que pocos recuerdan todavía lo que hizo y muchos los que guardan en su memoria la putrefacción de uno de los futbolistas con más calidad que han nacido.

Vídeo: Lo mejor de Ronaldinho en el Querétaro.

En ese periodo desde 2011, Ronaldinho ha estado en tres equipos. Vistió la camiseta de Flamengo durante una temporada y de ahí se marchó al Atlético Mineiro, donde volvió a ser feliz. No mucho tiempo, pero lo fue. Consiguió lo que le faltaba, la Copa Libertadores, y volvió a tocar la gloria del fútbol por última vez con la Recopa. Esos días, Ronaldinho volvió a marcar faltas, a romper la cintura a rivales… en definitiva, a sonreír y a hacer sonreír. Pero el Atlético Mineiro sabía que tenía una bomba de relojería en el vestuario. Un tiempo es pasable, hasta bueno económicamente. Pero si dura demasiado podía corromper. Y se lo quitaron de encima en cuanto pudieron.

Ronaldinho, sin equipo y sin rumbo. En Brasil ya nadie le quería, y él tampoco quería volver a jugar allí. De repente surgió una llamada de Méximo. “¿Queretaqué?”, debió pensar. Querétaro. Los Gallos Blancos fueron los que le dieron su última oportunidad, el último tren para que pudiera morir futbolísticamente de la manera más honrada posible. La liga del Tri está creciendo exponencialmente y Ronaldinho era una imagen muy destacada para llamar a posibles inversores y futbolistas extranjeros. Pero la aventura de Ronaldinho en México podría estar a punto de acabar.

El proyecto del Querétaro inició la pretemporada el pasado 7 de diciembre con vistas a preparar el Clausura 2015. Ronaldinho estaba citado ese día en las instalaciones de los Gallos Blancos para iniciar los entrenamientos, pero habló con la directiva del club para convencerlos: quería incorporarse más tarde. Es la estrella indiscutible del equipo, y algún lujo que otro puede y debe tener para que se sienta como tal. Pero han pasado más de dos semanas desde aquel día, y Dinho aún no ha hecho acto de presencia. Y empiezan a no esperarlo más.

Joaquín Beltrán, presidente del Querétaro, informó que "si Ronaldinho no llega la semana que viene, estaremos tomando una decisión. Consideramos que ha perdido mucha pretemporada. Nadie está por encima de la institución”. Las medidas de la directiva se plantean verdaderamente duras. Podrían incluso llegar a rescindir el contrato del jugador si ven que no tiene intención de volver. El Querétaro deberá valorar entonces si merece la pena seguir contando con él, el mejor escaparate para el mundo entero, o si deberán primar los valores y Ronaldinho deberá buscarse una última cena antes de la extremaunción.

Lo que se ha perdido el fútbol sin Ronaldinho es inconmensurable. Tuvimos un tiempo, algo menos de un lustro, en el que el fútbol era cosa de la sonrisa de Dinho. Si el brasileño la mostraba, la pelota hacía lo que él quería. Era como un mandato sobre el esférico: yo estoy feliz, hago lo que me gusta, y tú haces lo que deseo. El mundo entero se postró a sus pies cuando hizo al Barça campeón de Europa. Cada vez que jugaba podía pasar algo. Cada partido era una ansiosa espera para ver con qué deleitaba a miles de espectadores esa vez. Todos le aplaudían, todos le querían. De aquel dios vestido de futbolista sólo quedan los vídeos.

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