El Calcio continúa sin frenar el poder de unos ultras cada vez más descontrolados
El partido entre Nápoles y Fiorentina se retrasó 45 minutos debido a las fuertes protestas de los ultras, cuyo líder decidió que diera comienzo el encuentro
Las finales de las copas de cada país son, por definición, una fiesta del fútbol local en la que dos aficiones conviven para disfrutar de un partido de fútbol que decidirá un título. Dos clubes que llegan a esa fecha especial para alcanzar la gloria de un trofeo después de haber vivido varias rondas eliminatorias, algunas con una intensidad altísima, siempre con detalles heroicos y momentos de agonía en los que se veían lejos del objetivo. Así es en España, como en Alemania, en Inglaterra o Francia. En Italia, la historia del Calcio recela de la importancia de la ‘Coppa’, considerándola un título menor ante la grandeza indudable del Scudetto. La Coccarda, la bandera italiana convertida en un círculo que se otorga al ganador de la Coppa es un parche menor en la camiseta.
Poco a poco y debido a la trascendencia de los finalistas de los últimos tres años, Italia empieza a prestar más atención a ese partido que anualmente se juega en el Olímpico de Roma. En 2012, el Nápoles le ganó el duelo a la Juventus, mientras que el curso pasado el derbi capitalino entre Roma y Lazio paralizó a todo el país. La rivalidad entre Nápoles y Fiorentina no es especialmente tensa, son dos squadre que no tienen cuentas pendientes y por lo tanto se esperaba una final de Coppa muy tranquila en la ciudad eterna, una verdadera fiesta del deporte rey italiano.
Nadie preveía lo que sucedió en los prolegómenos del partido. Cómo iba alguien a imaginar que un tifoso de la Roma, propietario de un local a poco más de seis kilómetros del Foro Italico¸donde había varios aficionados partenopeos (Roma y Nápoles protagonizan cada año el Derby del Sole con gran enemistad) y que la situación iba a derivar, tras provocar a los visitantes, en que el romanista sacase un arma de fuego clandestina y disparase contra los napolitanos. Cuatro heridos (diez en total en distintos disturbios), según la prensa local, hicieron temblar el inicio del partido. Uno de ellos, con un tiro en el pecho, sigue en estado muy grave. Otro de los afectados, con una pierna rota, sería el propio romanista, viejo conocido de los Carabinieri.
Pero la vergüenza que ha inundado Italia no acaba en las acciones intachables de fuera del estadio. Todas ellas horripilantes y a extinguir en los eventos deportivos mundiales, sin duda, pero en cierto modo más ‘incontrolables’ por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Son episodios aislados, como este tiroteo, que se produjo a cierta distancia del lugar del evento. Lo que ha minado la confianza italiana en su propia policía fue lo que acaeció ya una vez dentro del estadio romano. Allí, la tifoseria napolitana, estupefacta al conocer lo que había sucedido, quiso impedir por todos los medios el inicio de la final, y por muy poco no lo consiguió.
La grada napolitana estaba liderada por Gennaro de Tommaso, conocido como ‘Genny ‘a carogna’ (Genny la carroña), hijo de Ciro de Tommaso, afiliado a un clan camorrístico de la Campania. Ha sido detenido con anterioridad por tráfico de estupefacientes y tiene prohibido el acceso a espacios deportivos. A pesar de esa sanción impuesta por las autoridades italianas, estaba en el Olímpico de Roma promoviendo el lanzamiento de petardos y bengalas para impedir que empezase el partido.
Su poder es tal que fue el capitán del Nápoles, Marek Hamsik, el que fue a hablar personalmente con él para calmar los ánimos y convencerle de detener los actos vandálicos. Incluso llegó a un acuerdo con sus ‘colegas’ ultras de la Fiorentina para que durante toda la final guardasen silencio, no animasen a sus jugadores en señal de protesta. No convenció al resto de la grada, que sí expresó sus sentimientos. Fueron los napolitanos, no demasiado identificado con los sentimientos nacionales italianos, ya que los consideran valores del norte del país, los que volvieron a lanzar petardos y a silbar el minuto y medio que duró la interpretación del himno de Italia. Todo parecía depender de la decisión de De Tommaso, nada podía hacer la Polizia, ni los clubes. La voluntad del ultra marcaría el final de los problemas y su decisión de parar las reivindicaciones fue lo que permitió jugar.
No es un caso aislado
La actuación de De Tommaso siendo el que decidía si se disputaba la final no es un acto aislado y esporádico en el Calcio, sino que es algo que se está convirtiendo en una tradición bochornosa que convierte al fútbol italiano, otrora el más fuerte del continente, en una reivindicación de la violencia. Sin ir más lejos, hace dos años, cuando en el estadio Marassi de Génova, los ultras rossoblu obligaron a detener el partido que su equipo iba perdiendo 0-4 contra el Siena y parecía verse avocado al descenso a la Serie B. Los radicales lanzaron bengalas al campo y después de conseguir parar el choque, obligaron a todos los jugadores del Genoa a quitarse las camisetas y entregárselas. 45 minutos después, el partido se reanudó y finalizó 1-4. Al término de la temporada, el Genoa se salvó.
La tensión del derbi de Roma también se hizo sentir en el partido que jugaron Roma y Lazio en marzo de 2004. Aquel día, se corrió un rumor por la grada del Olímpico de que un niño había sido atropellado por una furgoneta de la Policía minutos antes del partido. Al saberlo, Daniele de Sanctis, ultra romanista, obligó a parar el partido y saltó al césped para mantener una conversación con Francesco Totti, capitán de la Roma, para obligar a que no se jugase a pesar de que por los altavoces del campo se informó de que la noticia del niño atropellado no era verdad. También en un derbi romano pero en 1979 moría un aficionado de la Lazio alcanzado por un cohete lanzado por los romanistas.
De Tommaso lucía durante el Nápoles-Fiorentina una camiseta en la que se podía leer “Speziale libero”. Antonino Speziale es un ultra del Catania que en 2007 asesinó al agente de policía Filippo Raciti durante los altercados previos a un derbi siciliano con el Palermo. Speziale fue condenado a ocho años de prisión por aquellos actos. Pero quizás el acto vergonzoso del Calcio que tuvo mayor visibilidad fue la interrupción del Derby della Madonnina entre Inter y Milan de semifinales de Champions League en 2005 por el lanzamiento de bengalas.
Estos son sólo algunas de las lamentables situaciones que se han sucedido en Italia y que debido a la inoperancia de las autoridades, el poder de los aficionados ultras (siempre una minoría dentro de la gran marea de seguidores italiana) sigue creciendo exponencialmente.
Las finales de las copas de cada país son, por definición, una fiesta del fútbol local en la que dos aficiones conviven para disfrutar de un partido de fútbol que decidirá un título. Dos clubes que llegan a esa fecha especial para alcanzar la gloria de un trofeo después de haber vivido varias rondas eliminatorias, algunas con una intensidad altísima, siempre con detalles heroicos y momentos de agonía en los que se veían lejos del objetivo. Así es en España, como en Alemania, en Inglaterra o Francia. En Italia, la historia del Calcio recela de la importancia de la ‘Coppa’, considerándola un título menor ante la grandeza indudable del Scudetto. La Coccarda, la bandera italiana convertida en un círculo que se otorga al ganador de la Coppa es un parche menor en la camiseta.