Es noticia
Los silbidos suenan con menos fuerza sobre el himno de España
  1. Deportes
  2. Fútbol
una temporada más, bronca en el himno

Los silbidos suenan con menos fuerza sobre el himno de España

El Estadio Wanda Metropolitano vivió lo que ya parece casi un rito en la final de Copa del Rey: una pitada desde la grada del club azulgrana. El himno del Barça también fue silbado

Foto: La grada de aficionados del Barcelona mientras sonaba el himno español en el Metropolitano. (Reuters)
La grada de aficionados del Barcelona mientras sonaba el himno español en el Metropolitano. (Reuters)

El Estadio Wanda Metropolitano cuenta con uno de los sistemas de sonidos más colosales del universo futbolístico, como es lógico en un edificio de nueva creación y de construcción esmerada, pero igualmente se escucharon los pitos que atronaban desde el fondo cuando por los bafles sonaba el himno de España, aunque con menos intensidad que anteriores ocasiones. Puede enfadar a muchos, pero lo que seguro que no hace es sorprender, al fin y al cabo lo de los silbidos cuando se recuerda al país es casi una tradición en el pasado reciente de la Copa del Rey. El himno, eso sí, está vez no se anunció por megafonía. Llegaron los pitos desde el lado azulgrana, cuajado de banderas que unían los colores de la 'senyera' con los del Barça. Alguno llevaba bandera española, también se coló alguna 'estelada', aunque la seguridad requisó todas las que vio fuera del estadio.

Buena parte de los aficionados del FC Barcelona dedicaron los minutos en los que se interpretó el himno a silbarlo. Los aplausos y vítores de la afición sevillista, aunque mayoritarios en número, sirvieron para producir más ruido entre la sinfonía de viento independentista y los altísimos sonidos que salían de la megafonía. De hecho, este ha sido el año que menos silbidos han sonado... Que unos cuantos regalasen banderitas de España en los aledaños del estadio pudo ayudar a cambiar el color de la grada.

Felipe VI, desde el palco, aguantaba estoico. Está hecho todo un profesional de aguantar la bulla, aunque solo sea porque en los últimos años está más que entrenado en ella. Primero se la encontró, de bruces, en las diferentes finales de Copa que disputaba el Barcelona, después también lo ha oído en las calles de la Ciudad Condal en estos meses de zozobra política y crispación.

La posición ambigua del Barcelona

La posición del Barcelona estos días ha sido ambigua, y como tal criticada por todos los lados. Su presidente. Josep María Bartomeu, quiso hacer una declaración institucional que contentase de algún modo a todos y, claramente, no lo logró. Su petición de que "se respeten todos los símbolos identitarios, de la misma manera que nos gusta que se respeten los nuestros", una manera alambicada de pedir que no se pitase el himno, cayó en saco roto a tenor del sonido que rugió en el Metropolitano justo antes del encuentro. Los suyos, por cierto, tampoco se respetaron, una hora antes de que empezase la final, en ese interminable rato que pasa hasta que el fútbol se hace protagonista, sonó el himno del Barcelona y los sevillanos respondieron con pitos suficientes como para hacer estallar un decibelómetro.

No contentó con eso a nadie, quizá porque después de esa misma frase recordó que su club entiende que esos pitos no son más que una expresión libre de sus aficionados. Donde unos quieren sancionar, entre ellos la ministra Tejerina, que le respondió al día siguiente, él entiende que silbar o no puede ser una cuestión de educación, pero no un tipo penal. Y en eso hay disensión, del mismo modo que Bartomeu no ve en esos pitos nada punible otros muchos miran a Francia y recuerdan que en otros muchos países democráticos hay reacción cuando ocurren estas cosas.

placeholder
GRAF9248. MADRID, 21 04 2018.- La afición del Barcelona en el estadio Wanda Metropolitano, en Madrid, antes de comenzar la final de la Copa del Rey. (EFE)

"Que nadie se aproveche del Barça"

La posición de Bartomeu siempre ha sido complicada en este sentido, pues su oposición en la presidencia, liderada desde la sombra por Joan Laporta, le ha señalado como un tibio, cuando no como un traidor. Les hubiese gustado que en estos meses de conflicto político el Barça se hubiese posicionado con más virulencia, de la mano del 'proces', de Puigdemont y de la secesión. Un extremo al que nunca llegó el presidente, más de nadar y guardar la ropa.

Cuando dice "Que nadie se aproveche de nuestros colores, ni de nuestro escudo, porque nos pertenecen a todos" y después afirma que el club siempre ha estado "al lado de lo que pensase la mayoría del pueblo de Cataluña", está siendo tan contradictorio como ambiguo, lo cual le asegura palos por todos los flancos. Y eso que en su último discurso fue más claro que otras veces en lo referido a los políticos presos de manera preventiva por los hechos derivados del 'procés,' a ellos, de hecho, los denominó presos políticos, un término con connotaciones evidentes.

"Pedimos a todos los que tengan la responsabilidad o la oportunidad de resolver este conflicto, que nos tengan respeto. Pedimos respeto por nuestras instituciones, por la libertad de expresión y por el derecho a decidir de los pueblos. Pedimos respeto por la voluntad de las personas, por sus libertades y por sus derechos civiles", señaló esta semana en un acto Bartomeu, antes de pedir la excarcelación de los dirigentes independentistas y, ya de paso, del expresidente y excolega Sandro Rosell, imputado por hechos que nada tienen que ver con la política catalana.

Todo este discurso, en todo caso, no era más que contexto dentro de una situación que difícilmente iban a cambiar las palabras de un presidente. Bartomeu deslizó que era mejor que no se pitase, pero aunque lo hubiese dicho a viva voz es improbable que los aficionados variasen el registro. Otra cosa, quizá, sería que fuesen algunos jugadores los que solicitasen eso. Que Iniesta o Piqué, puntales en la selección española que defenderán en julio en el Mundial, hubiesen salido a los medios a decir que ellos se sentirían más cómodos si no se vejasen los símbolos nacionales. Eso, simplemente, no ha ocurrido. Ni ahora ni en los años previos. Por eso es difícil saber si esas voces, las de los ídolos, las de aquellos que no llevan corbata, hubiesen logrado aplacar la furia de una afición.

El Estadio Wanda Metropolitano cuenta con uno de los sistemas de sonidos más colosales del universo futbolístico, como es lógico en un edificio de nueva creación y de construcción esmerada, pero igualmente se escucharon los pitos que atronaban desde el fondo cuando por los bafles sonaba el himno de España, aunque con menos intensidad que anteriores ocasiones. Puede enfadar a muchos, pero lo que seguro que no hace es sorprender, al fin y al cabo lo de los silbidos cuando se recuerda al país es casi una tradición en el pasado reciente de la Copa del Rey. El himno, eso sí, está vez no se anunció por megafonía. Llegaron los pitos desde el lado azulgrana, cuajado de banderas que unían los colores de la 'senyera' con los del Barça. Alguno llevaba bandera española, también se coló alguna 'estelada', aunque la seguridad requisó todas las que vio fuera del estadio.

Josep Maria Bartomeu Rey Felipe VI
El redactor recomienda