Lunin vino de suplente, se va como leyenda: el gesto que vale unas semis de la Champions

Hay un gesto que tiene varios significados. Es un hombre parado ante la inevitable llegada de un tsunami, porque el Manchester City es una ola ante la que poco hay que hacer. Es un portero que tiene a su equipo por debajo en la tanda de penaltis, pero que es frío y calculador. Y la sangre fría es un arma de fuego en la Champions. Es un instante en el que el tiempo (y Lunin) se detiene, y la historia cambia por completo.

Bernardo Silva está confiado, porque su equipo gana, y hay pocas cosas peores que un exceso de confianza. Mira a la cara al portero, como si fuera un duelo. Pero el miedo nunca está en el que defiende la portería, está en el que lanza. La estrategia está definida y el portugués no la cambia. Chuta al medio. Lo que ni él (ni el Etihad) esperaba era que Lunin hiciera la estatura.

El escritor Antonio Agredano explicó que, "a veces, el fútbol y la vida se solapan". El día a día está cargado de héroes anónimos cuyas historias están guardadas en cajas fuertes. Son leyendas de tipos comunes que protagonizan hechos extraordinarios. A Lunin, al que no le otorgaron siquiera el beneficio de la duda, hay que encuadrarlo en esta categoría a partir de ahora.

El chico ha vivido a la sombra del mejor portero del mundo, Courtois, en los últimos años. Estaba más fuera que dentro del Madrid, pero el destino es caprichoso. No solo no confiaron en él como primer portero, sino que trajeron a Kepa. En lugar de ofuscarse, Lunin demostró que estaba capacitado para ser titular en este equipo. La noche de Mánchester fue testigo de su seguridad.

La serenidad de Lunin

Lunin demostró la calma en momentos de tempestad. El temporal había amainado, pero parece que él tenía el susto en el cuerpo. Son sus compañeros celebrando el pase, en una inaudita explosión de júbilo, mientras él se acerca lentamente al banquillo, como si nada hubiera ocurrido. Como si el terremoto hubiera sido de tal magnitud que la fobia a Mánchester todavía estuviera presente.

Es la confirmación de que no siempre hay que encumbrar a los líderes, que hay escuderos que honran lo colectivo hasta límites insospechados. En un gremio, y en un vestuario, donde abundan los egos, Lunin no deja ni rastro del suyo. El MVP se lo dieron a Valverde y le sugirieron que se lo podía haber llevado él. Sin embargo, optó por elogiar al equipo.

La lección a Guardiola

Es la imagen de Guardiola incrédulo, pero tranquilo. Como si supiera que no hay antídoto posible para neutralizar al Madrid en la Champions. Él, que edificó el mejor Barcelona de la historia, también ha aprendido de lecciones pasadas. Es muy probable ser eliminado si te enfrentas a los blancos en la Copa de Europa.

El optimismo dará paso a la serenidad para certificar el título de Liga (ocho puntos por encima del Barça). Y para afrontar las semifinales frente al Bayern de Múnich, otro histórico en la Copa de Europa… que tendrá que pasar por una caldera como el Santiago Bernabéu.