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Bartra, el hombre que 'vive' en un campo de golf y que no entró por el ojo a Luis Enrique
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espectaculares números como verdiblanco

Bartra, el hombre que 'vive' en un campo de golf y que no entró por el ojo a Luis Enrique

Marc Bartra tuvo que dejar el Barcelona en 2016 por la falta de minutos con Luis Enrique y hoy es ídolo de la afición bética y uno de los defensas más sólidos de la Liga

Foto: Marc Bartra controlando un balón frente al Leganés. (EFE)
Marc Bartra controlando un balón frente al Leganés. (EFE)

Marc Bartra se siente querido en el Real Betis, donde ocupa un lugar estelar en el podio de los ídolos. Pero el lunes, en su feudo, el zar (como le llaman por estos pagos) vio el partido de España desde el banquillo. Se sintió extraño Marc, un futbolista que, desde que llegó a Heliópolis, ha visto cómo su cotización ha subido como la espuma, hasta el punto de volver a la Selección. Pero a España la entrena un viejo 'amigo' de Bartra, Luis Enrique, el mismo que le abrió la puerta para marcharse de su querido Barça. Ya en la Selección y con Luis Enrique, Marc sabe se topa con su exenemigo íntimo.

Bartra aterrizó en el Betis en enero pasado como medida urgente para paliar la sangría de goles que padecía el club verdiblanco. Su irrupción tuvo un efecto inmediato. La defensa del equipo de Quique Setién se convirtió en un muro y muchos equipos se dejaron los dientes durante la segunda vuelta, lo que permitió al equipo clasificarse para la Europa League. Mucha culpa la tuvo este catalán que cayó de pie en el Betis y está amortizando, euro a euro, los casi 12 millones (su cláusula de rescisión es de 60) que pagó el club verdiblanco al Borussia Dortmund, convencido del efecto inmediato que surtiría su introducción en los esquemas defensivos de Setién.

Foto: David Aganzo, junto a Luis Rubiales, el día que fue elegido presidente de AFE, precisamente tras la dimisión del ahora presidente de la RFEF. (EFE) Opinión

Gran culpa de su llegada la tuvo Lorenzo Serra Ferrer, vicepresidente deportivo de los heliopolitanos, amigo de Carles Puyol y de Iván de la Peña, representantes de Bartra, que no tuvo que hacer grandes esfuerzos para dejarse convencer porque quiso cerrar cuanto antes su accidentada etapa en el Borussia Dortmund, donde un maniaco ruso-alemán atentó contra el autobús del cuadro aurinegro justo cuando se dirigía al estadio para enfrentarse al Mónaco en la Champions. La explosión casi le destroza el brazo a Marc, que tuvo que ser operado de urgencia y estuvo en el dique seco casi dos meses. De alguna manera ese incidente cortó su impresionante proyección en la Bundesliga.

La visita de Busquets y Jordi

En aquel episodio los alemanes se volcaron con el futbolista español, que también recibió la agradable visita de Sergi Busquets y Jordi Alba, sus mejores amigos en el vestuario del Barça. El lateral zurdo tuvo una trifulca verbal posterior con Luis Enrique a cuenta de los represaliados del técnico, Bartra, que al poco de salir del club azulgrana señaló: “Hubo momentos de la temporada en que no contaba nada. Uno de esos momentos fue volver de la Selección, de un partido contra Inglaterra del que salí muy contento, y quedarme desconvocado de cara al Clásico. En ese momento me di cuenta que quizás debía dejar el Barça”. Curioso: el lunes la España de Luis Enrique jugó contra Inglaterra y Bartra comiendo pipas.

En el grupo de Joaquín lo pasa bomba

En el Betis todo le está yendo de color rosa. Se siente valorado por los aficionados béticos y respetado por los sevillistas. Se siente a gusto en Sevilla, vive en Condequinto, casi a un hoyo del campo de golf de la zona, a diez minutos de la Ciudad Deportiva Luis del Sol. Allí se suma a coro en 'el grupo de la muerte', ese que lidera Joaquín y mata de risa a sus compañeros con sus chistes, desplantes y ocurrencias. Marc (en el vestuario le llaman Bartriña) no se ha reído más en su vida desde que está en el Betis, así lo confiesa a los amigos cuando franquea la puerta de salida de la ciudad deportiva, donde, más que trabajar, echa uno de los mejores ratos del día.

placeholder Luis Enrique Martínez (c), habla con Marc Bartra (d) en presencia de Jordi Alba. (EFE)
Luis Enrique Martínez (c), habla con Marc Bartra (d) en presencia de Jordi Alba. (EFE)

En Sevilla es el zar de la defensa del Betis, el ídolo de los verdiblancos, que vitorean al catalán en el Villamarín y por las calles de Híspalis. Un tipo familiar, que juguetea con sus hijas y nunca pone un mal gesto cuando lo asaetean a autógrafos. O cuando tiene que ir a una peña. Profesional íntegro, discreto al máximo, Bartra tiene justa fama de buen futbolista y buena gente.

La Selección no vuelve loco a Marc, que ya está curado de espanto. Sabe que entrar en el redil de los elegidos no suele ser fácil; no lo fue con Julen y menos ahora con Luis Enrique. Con Lopetegui entró en las quinielas para ir al Mundial de Rusia; casi tenía un pie en el estribo del avión. Dicen que contó la opinión de Sergio Ramos, que prefirió al madridista Nacho antes que a Bartra, que se quedó fuera en el último momento, pese a las protestas de su amigo Piqué y, por supuesto, de sus íntimos Busquets y Jordi Alba.

Los béticos se quedaron con las ganas el lunes de ver de rojo a uno de los suyos, y eso que, en el partido anterior, ante Gales, Marc marcó un gol. Pero no es fácil entrar en el corazón lleno de candados de Luis Enrique. Bartra, pese a todo, confiesa que lo seguirá intentando... El asturiano, de momento, le tiene en cuenta y dentro de su grupo (no como en su Barcelona).

Marc Bartra se siente querido en el Real Betis, donde ocupa un lugar estelar en el podio de los ídolos. Pero el lunes, en su feudo, el zar (como le llaman por estos pagos) vio el partido de España desde el banquillo. Se sintió extraño Marc, un futbolista que, desde que llegó a Heliópolis, ha visto cómo su cotización ha subido como la espuma, hasta el punto de volver a la Selección. Pero a España la entrena un viejo 'amigo' de Bartra, Luis Enrique, el mismo que le abrió la puerta para marcharse de su querido Barça. Ya en la Selección y con Luis Enrique, Marc sabe se topa con su exenemigo íntimo.

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