La necesaria revolución de la FIFA sólo afectará... ¿a las mujeres?
La concreción de medidas para devolver la credibilidad al fútbol y las críticas a sus imputados líderes brillaron por su ausencia, pero se incidió en la necesidad de una igualdad con el balompié femenino
El fútbol, o tal vez sea más correcto utilizar en esta ocasión el término soccer por el lugar en cuestión elegido para el foro, fagocitó como cabía esperar el congreso del Securing Sport que el Centro Internacional para la Seguridad del Deporte (ICSS) celebró la semana pasadaen Nueva York, pero tal vez no de la manera que sus organizadores y el nutrido número de periodistas acreditados para el evento esperaban.
No había muchas dudas de que el reciente rebrote delos escándalosque vienen persiguiendo a la FIFA desde que a fines del pasado mayo el FBI desarticulara en Suiza la red de tráfico de influencias tendida durante años por miembros preeminentes de su Comité Ejecutivo y forzara la renuncia de Joseph Blatter a su quinto mandato haría del balompié el protagonista principal del cónclave. La presencia en el estrado de Tokyo Sexwale, François Carrard y Sunil Gulali, tres de los actores implicados directamente en el proceso de limpiar de polvo y paja el órgano rector del deporte rey, invitaba a pensar en alocuciones contundentes contra los dirigentes salpicados por la corrupción e incluso en poner sobre la mesa medidas concretas a tomar para devolver la credibilidad al deporte con mayor número de seguidores en el mundo. No fue así.
De hecho, la laxitud en sus discursos del candidato a la presidencia de la FIFA, del máximo responsable de su comité de Reformas y del presidente de la Federación de Estados Unidos contrastó radicalmente con los de la exsecretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, el ex fiscal general yanqui, Eric Holder, o Emmanuel Medeiros, el hombre fuerte del ICSS en Europa, quien llegó a afirmar con voz lacónica que “el deporte está al borde del precipicio”.
Rice no se quedó atrás. “La integridad del deporte vive un momento absolutamente crítico. Si no hay integridad, se pierde la credibilidad y eso no es una buena noticia porque el deporte es la forma de ver el mundo como debería ser, no como es”, apuntó sin acritud esta amante confesa del otro fútbol (cada fin de semana se traga entre 12 y 14 partidos de la NFL por televisión), amén de excelsa pianista y notable golfista.
Su apasionada defensa de la controvertida actuación del gobierno de Obama en el FIFAgate, “Estados Unidos siempre ha sido agresivo a la hora de combatir la corrupción en cualquier lugar si existe el peligro de que se dañen sus instituciones”, no encontró el eco esperado en el hombre fuerte de su propia Federación, quien se limitó a señalar que “La FIFA vive tiempos tumultuosos”, sin dar pista alguna de la dirección que, a su juicio, debería tomar en el futuro el citado organismo para asegurar el ‘fair play’ financiero y recuperar la confianza del aficionado en la institución helvética.
Precisamente un suizo,François Carrard, es la persona sobre cuyas espaldas recae la misión de presentar al próximo Ejecutivo de la FIFA (el 2 de diciembre) un paquete de reformas sobre las que cimentar un nuevo modelo organizativo, basado en el consenso y la ecuanimidad a la hora de tomar decisiones y en una mayor transparencia financiera. El presidente del Comité de Reformas, a la sazón un ente externo al poderoso dueño del negocio de la redonda con sede en Zurich, dejó entrever su escasa convicción de que el resultante de su labor, que deberá ser sometida a votación el mismo día de la elección del nuevo presidente (26 de febrero de 2016), logre tales objetivos mientras no se produzca una revolución termidoriana en su cadena de mando. “Aún no hay nada concreto y el tiempo apremia, pero puedo decir que habrá propuestas para limitar la edad de los miembros de la FIFA, para ocupar su presidencia -sería de 12 años- y plantearemos cambios significativos en la forma de votar en los Ejecutivos. Pero lograr que salgan adelante requiere tiempo, un par de años como poco y, sobre todo, una nueva cúpula al frente del organismo”.
El sudafricano Sexwale, uno de los siete aspirantes a suceder a Blatter al frente del fútbol planetario, desperdició una excelsa oportunidad de hacer campaña y proclamar en tan inmejorable marco las medidas que tiene in mente para lavar la imagen tanto de la FIFA como del propio balompié y que, según anunció, verán la luz en un par de semanas en forma de manifiesto. Demasiados tópicos y obviedades en un discurso que sólo se tornó crítico con los cuatro patrocinadores americanos (Coca-Cola, Visa, Budweiser y McDonald’s) por haber forzado la suspensión de Blatter en octubre después de que las autoridades suizas le abrieran un proceso criminal por apropiación indebida y pago desleal. "Hay que sentarse con ellos y decirles que hay una forma de hacer las cosas que no tiene nada que ver con el ‘activismo’. Es cierto que ponen dinero y eso les concede unos derechos, pero se extralimitaron”.
Curiosamente, donde sí hubo quórum por parte del ramillete de reputados ponentes invitados por el ICSS fue a la hora de defender la imperiosa necesidad de equiparar el papel de la mujer con el de los hombres en el mundo del deporte en general y del fútbol muy en particular. Una lucha de nuevo abanderada por la exsecretaría de Estado americana. “La comunidad debe proteger los derechos de la mujer en el deporte. No basta con decir que la igualdad con respecto al hombre sea lo justo y lo correcto, sino que hay que llevarla a la práctica. Las mujeres debemos tener la capacidad de sobresalir en el deporte del mismo modo que en todo lo demás”.
Gulati, por su parte, aseguró que “desviar más recursos hacia el fútbol femenino es absolutamente clave. Han sido muchos años de discriminación contra la mujer en el deporte y en la sociedad. Eso debe cambiar definitivamente”. Carrard adelantó que apoyará el aumento del número de féminas en el comité Ejecutivo de la FIFA en su paquete de reformas, mientras que el compañero de fatigas de Nelson Mandela en Robben Island (compartió prisión con el gran líder sudafricano durante 13 años) prometió, en una de las escasas aportaciones salvables de su intervención, que si es elegido presidente invertirá más fondos en un fútbol femenino que le dejó boquiabierto en el pasado Mundial de Canadá.
El fútbol, o tal vez sea más correcto utilizar en esta ocasión el término soccer por el lugar en cuestión elegido para el foro, fagocitó como cabía esperar el congreso del Securing Sport que el Centro Internacional para la Seguridad del Deporte (ICSS) celebró la semana pasadaen Nueva York, pero tal vez no de la manera que sus organizadores y el nutrido número de periodistas acreditados para el evento esperaban.