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Maracaná falta al respeto a Tahití y demuestra que Brasil está obsesionado con España
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LOS DE DEL BOSQUE SUPERAN EL RECORD DEL MÍTICO ESTADIO BRASILEÑO

Maracaná falta al respeto a Tahití y demuestra que Brasil está obsesionado con España

España y Tahití demostraron estar muy por encima del público brasileño. Una selección demostró una profesionalidad fuera de toda duda. La otra, formar un grupo bien

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Maracaná falta al respeto a Tahití y demuestra que Brasil está obsesionado con España

España y Tahití demostraron estar muy por encima del público brasileño. Una selección demostró una profesionalidad fuera de toda duda. La otra, formar un grupo bien avenido, repleto de deportividad y con ganas de aprender. Sin embargo, los aficionados locales no estuvieron a la altura. Desde el minuto uno dejaron bien claro que su equipo era la selección de Oceanía, lógico y normal, pero ese apoyo en muchas ocasiones se acercó a la falta de respeto a los dos equipos. Los gritos de "olé", la censura ante cualquier ataque español, dejaban en evidencia a los jugadores de Tahití, superados por las circunstancias y por la presión añadida que llegaba desde la grada.

Un público como el brasileño entendido de fútbol, tal y como demuestran las cinco estrellas de campeona del mundo que tiene en el pecho su selección, no estuvo a la altura. Estaba claro que el encuentro iba a ser un festival, pero esas ganas de pasarlo bien dejaron en evidencia a gran parte de los aficionados que estuvieron en Maracaná y que empiezan a dejar claro que tienen mucho miedo a España y a su fútbol. La torcida brasileña no quería ver como la Roja batía el récord de goles de su selección y sufrían con cada uno de ellos. Los diez tantos logrados ayer, dejan atrás los siete de Brasil ante Chile en el 59, pero se quedan a tres de la mejor marca española de siempre, situada en los trece goles logrados ante Bulgaria en los cincuenta.

Mikael Roche, portero que dobló la espalda en diez ocasiones, fue el centro de muchos de los gestos procedentes de la grada. Por momentos, los gritos de supuesto ánimo parecían burlas hacia él y a alguno de sus compañeros, los mismos que tuvieron un comportamiento modélico y que repartieron collares al empezar, facilidades durante los noventa minutos y abrazos al terminar el choque. Roche se lleva de recuerdo más respeto de Torres y compañía que del público de Maracaná.

Brasil cree que el rival para esta competición y para el Mundial de dentro de un año es España y por eso los aficionados no van a tener la más mínima piedad de una Roja que ayer batió el récord de diferencia de goles en partido FIFA, dejando atrás el 10-1 de Hungría a El Salvador en el Mundial 82. Los jugadores son conscientes de ello. Tras el choque, Fernando Torres aseguraba que "no nos tienen simpatía, nos ven como el rival a batir" mientras Raúl Albiol comentaba que "era raro, extraño, pero nos hemos terminado por acostumbrar".

España y Tahití demostraron estar muy por encima del público brasileño. Una selección demostró una profesionalidad fuera de toda duda. La otra, formar un grupo bien avenido, repleto de deportividad y con ganas de aprender. Sin embargo, los aficionados locales no estuvieron a la altura. Desde el minuto uno dejaron bien claro que su equipo era la selección de Oceanía, lógico y normal, pero ese apoyo en muchas ocasiones se acercó a la falta de respeto a los dos equipos. Los gritos de "olé", la censura ante cualquier ataque español, dejaban en evidencia a los jugadores de Tahití, superados por las circunstancias y por la presión añadida que llegaba desde la grada.

Andrés Iniesta