Torres, el nuevo vecino VIP de Chelsea, hace patria de su 'Fuenla'

Fernando Torres aún está desembalando las cajas de su reciente mudanza a Londres tras fichar por el Chelsea, lo que le ha convertido en el jugador español más caro de la historia. La residencia donde ahora vive con su mujer y sus dos hijos está próxima a la sede del club del magnate ruso Roman Abramovich, en una de las zonas más selectas de, a su vez, una de las ciudades más selectas del planeta.

Pero el delantero internacional no ha dejado de tener muy presente cuáles han sido los pasos que le han llevado hasta su nuevo hogar, y no quiere olvidar nunca que el primero de ellos lo dio en Fuenlabrada, entre la clase trabajadora del sur de Madrid.

Poco después de que Torres se proclamase campeón de Europa con España gracias a un gol suyo en la final, el ayuntamiento de la localidad donde se crió le concedió hace dos años la medalla de oro de la ciudad y comenzó a construir un complejo deportivo con su nombre. Pero no fue hasta ayer por la mañana cuando la apretada agenda del futbolista permitió que tuviera lugar el acto de entrega oficial.

Fue una cita cargada de sencillez, en el salón de actos de la nueva sede del consistorio, donde además de muchos medios, asistieron sus familiares, sus amigos de la infancia y otros fuenlabreños cuyas vidas se cruzaron en algún momento con la de aquel niño pecoso y rubio que nació con el don de hacer goles como churros. Y el evento hubiera sido multitudinario de haber podido programarse fuera del horario escolar y laboral.

El discurso de Torres sorprendió a muchos por lo emotivo del tono y la cercanía, en un personaje público que a menudo es tachado de distante y seco. Instantes antes, el alcalde de Fuenlabrada, Manuel Robles, le había colgado a Fernando la medalla de la ciudad mientras uno de sus amigos del barrio bromeaba en alto desde el público, pidiéndole con tono socarrón al político que no le estropeara el look al delantero: “Alcalde, ¡cuidado con el peinado!”, dijo.

Torres se acercó entonces entre vítores al atril para agradecer el homenaje. Comenzó con la voz entrecortada y un volumen demasiado bajo, lo que delataba cierto nerviosismo ante un auditorio demasiado familiar del que está acostumbrado a afrontar por motivos profesionales. Tras los agradecimientos, comenzó a explicar el orgullo que siente por sus orígenes. Brevemente fue enumerando recuerdos concretos de lo que era su vida en Fuenlabrada, cuando aún podía salir a la calle sin ser reconocido inmediatamente.

"Yo no soy más que el resto de fuenlabreños"

De aquella época, Fernando Torres destacó el esfuerzo de sus dos hermanos, ambos mayores que él, y de sus padres por llevarle cada día a los entrenamientos de las diferentes categorías del Atlético en las que militó desde alevines. De sus amigos Rubén, Miguel, Dani y Alexis, los partidillos que echaban en la calle siendo unos niños y las risas. Y con la emotividad ya encendida, el madrileño comentó a sus paisanos la ilusión que le hace encontrarse con alguien en cualquier parte del mundo que se acerca a él para decirle con complicidad castiza: “Ey, yo también soy de Fuenla”.

Apoderado por una sutil emoción, Torres defendió los valores que según él ha adquirido gracias a ser de Fuenlabrada: “Aquí crecí. Esta ciudad me ha enseñado a ser como soy, a representar a la gente de Fuenla o del sur de Madrid. Gente que lucha, que intenta estar por encima de las adversidades. Yo no soy más que el resto de fuenlabreños. Por eso esta medalla habría que repartirla", dijo entre el aplauso de los asistentes.     

"No es fácil llegar a ser futbolista, pero sin la ayuda de la gente que te quiere, de tu barrio, es imposible", sentenció Torres, quien ahora defiende los mismos valores desde el lujoso barrio de Chelsea, donde es vecino de celebridades y multimillonarios tan ajenos a sus orígenes como son el magnate de la Fórmula 1 Bernie Ecclestone o la cantante Kylie Minogue.

 

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