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Cruyff, Rosell y la insignia de honor: el principio de una evidente enemistad
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EL EX PRESIDENTE DE HONOR AÑORA A JOAN LAPORTA

Cruyff, Rosell y la insignia de honor: el principio de una evidente enemistad

Johan Cruyff es poco menos que un ‘dios’ para el barcelonismo y lo que él diga o piense, es tenido en cuenta. Hasta las elecciones de

Foto: Cruyff, Rosell y la insignia de honor: el principio de una evidente enemistad
Cruyff, Rosell y la insignia de honor: el principio de una evidente enemistad

Johan Cruyff es poco menos que un ‘dios’ para el barcelonismo y lo que él diga o piense, es tenido en cuenta. Hasta las elecciones de julio comulgaba con la directiva del FC Barcelona, pero con la llegada de Sandro Rosell a la presidencia todo cambió y el ‘dios’ ya no nada en aguas tan apacibles como las de entonces. Su buena relación con Joan Laporta ha dado paso a la tirantez con Rosell, y las buenas palabras, a las críticas. El Flaco no congenia con la nueva cúpula y no lo disimula; nunca lo ha hecho. Además, su columna en El Periódico ya no es su único altavoz. Esta semana se 'soltó' en el programa de Buenafuente y cuando él habla, retumba. Sus declaraciones, nuevos dardos contra la gestión del presidente azulgrana y también contra Mourinho, no han pasado desapercibidas.

 

Pero este clima de hostilidad no es nuevo. La mala relación con Rosell quedó patente en el mismo momento de su nombramiento como máximo dirigente de la entidad culé. El presidente inició su mandato el 1 de julio y Cruyff tardó bien poco en desmarcarse de su equipo directivo. Al día siguiente, el holandés se presentó en las oficinas del club para devolver la insignia que le acreditaba como Presidente de Honor del FC Barcelona, un papel similar al de Alfredo Di Stefano en el Real Madrid. La decisión no fue tanto un acto de rebeldía para demostrar su disconformidad como una acción derivada de su malestar. Era la respuesta a las declaraciones previas de Rosell, que ponían en entredicho el título honorífico de Cruyff.

Anteriormente, Rosell manifestó su intención de dejar en manos de los socios la decisión del nombramiento de un presidente de Honor, para lo que sería necesaria una modificación de los estatutos, puesto que los actuales no contemplan esa figura. Johan Cruyff fue condecorado con dicho título por la Junta Directiva de Laporta por su vinculación al Barça como jugador, entrenador y actual seleccionador catalán, pero la decisión fue única y exclusivamente de esa Junta, mejor dicho, de Laporta. Ante el recelo de Rosell, Cruyff rechazó la insignia. "Parece que soy una molestia, imagino que estoy molestando o lo que sea, por lo tanto la devuelvo", aseguró. El cargo le duró tres meses.

A partir de ahí, el artífice del ‘Dream Team’, el baluarte del ‘fútbol total’, el teórico más influyente del Barcelona, no ha hecho más que disparar contra la nueva directiva y su gestión como contrapunto a sus constantes halagos a Laporta. Eso, en medio del fuego cruzado entre presidente y ex presidente donde las acusaciones van y vienen (comisiones, contratos sospechosos…) Según manifestaba Cruyff en su artículo de El Periódico del día 25, los siete años en los que Laporta ha estado al frente del Barça, han dejado “un club mejor de lo que estaba”, a pesar de sus números negativos. Sin embargo, en la entrevista con Buenafuente mandaba un nuevo recado a Rosell: “La actual directiva está derribando el respeto que se tiene de la institución en el mundo entero”.

Johan Cruyff es poco menos que un ‘dios’ para el barcelonismo y lo que él diga o piense, es tenido en cuenta. Hasta las elecciones de julio comulgaba con la directiva del FC Barcelona, pero con la llegada de Sandro Rosell a la presidencia todo cambió y el ‘dios’ ya no nada en aguas tan apacibles como las de entonces. Su buena relación con Joan Laporta ha dado paso a la tirantez con Rosell, y las buenas palabras, a las críticas. El Flaco no congenia con la nueva cúpula y no lo disimula; nunca lo ha hecho. Además, su columna en El Periódico ya no es su único altavoz. Esta semana se 'soltó' en el programa de Buenafuente y cuando él habla, retumba. Sus declaraciones, nuevos dardos contra la gestión del presidente azulgrana y también contra Mourinho, no han pasado desapercibidas.

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