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Alpine o el manual de destrucción acelerada del mítico legado que dejó Renault en la Fórmula 1
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DESPIDOS DE PERSONAL CLAVE

Alpine o el manual de destrucción acelerada del mítico legado que dejó Renault en la Fórmula 1

La marca del rombo es por derecho propio una de las más legendarias de la historia de la Fórmula 1, pero de un tiempo a esta parte sus responsables han dejado mucho que desear

Foto: El choque fortuito entre los dos Alpine en Hungría. (EFE/EPA/Tamas Kovacs)
El choque fortuito entre los dos Alpine en Hungría. (EFE/EPA/Tamas Kovacs)

El pasado fin de semana implosionó el equipo Alpine de Fórmula 1. Aunque sorprendiera el momento y la magnitud del terremoto, era algo que se podía imaginar. La escudería francesa no solo no progresa, sino que se va para atrás. Hace solo unas semanas el presidente de la marca, Laurent Rossi, fue cesado (trasladado a otros proyectos dentro del grupo, se dijo con cierto eufemismo). Aquello fue el aviso de la tormenta que se avecinaba en Spa-Francorchamps, que se saldó con la salida del jefe de equipo, Otmar Szafnauer, del director de operaciones, Alan Permane y del director técnico, Pat Fry.

Algo debían de olerse los afectados. Al minuto siguiente de anunciarse la salida de los tres implicados, estos ya confirmaban que, o bien se habían colocado ya en otros equipos, como es el caso de Pat Fry en Williams, o estaban a punto de hacerlo, como han insinuado tanto Permane como Szafnauer. 'Cuando veas las barbas de Laurent Rossi cortar, pon las tuyas a remojar', debieron de pensar. En España, la noticia causó mucho revuelo, especialmente entre los seguidores más enfervorizados de Fernando Alonso. Muchos se la tenían jurada a Otmar Szafnauer y a Laurent Rossi, por lo que entendieron como un trato vejatorio a su ídolo. Pero los problemas de Alpine sobrepasan con mucho los errores cometidos con la salida del asturiano. Perder a Alonso es quizá un síntoma, pero no la enfermedad.

placeholder Desde su debut en 1977, Renault ha sido una marca mítica en F1. (Archivo Michelin)
Desde su debut en 1977, Renault ha sido una marca mítica en F1. (Archivo Michelin)

Muchos responsables

Luca de Meo, máximo responsable del grupo Renault, incluso ha pecado de bueno, dando confianza a quien no la merecía. Visto desde fuera, da la impresión que De Meo ha tenido durante mucho tiempo grandes dosis de paciencia y mano izquierda, ante lo que unos y otros le venían diciendo. Pero un día la paciencia se le agotó al directivo italiano. Quizá harto de promesas incumplidas y fallos clamorosos, ha decidido agarrar el toro por los cuernos, alertando de que, a partir de ahora, se harán las cosas a su manera.

Hay razones para pensar que De Meo podría estar ya harto de que le estuvieran aleccionando todo el día sobre cómo se debe de gestionar un equipo de Fórmula 1 y no ver nunca resultados positivos. El italiano, como ha reconocido él mismo, es un "tío al que le gustan los coches", así que sabe lo suficiente como para detectar que una cosa son errores y, otra bien distinta, la incompetencia o las tomaduras de pelo. Porque aquí parece que todos los males vienen de unos relativos recién llegados como son Rossi o Szafnauer, pero gran parte de los problemas también vienen de cierto sector británico que ha tomado la sede de Enstone como su cortijo particular.

Los males del equipo, además, vienen de lejos, casi de cuando la marca del rombo regresó en 2016 a la Fórmula 1. Nadie entendió que se pusiera al frente de la operación a alguien como Cyril Abiteboul, cuyas virtudes, con el paso del tiempo, quedaron claras que se debían más a sus vínculos con un pez gordo de la dirección del Grupo Renault que con su talento a la hora de dirigir un proyecto de ese calibre. Su gestión al frente del equipo, siendo benévolos, solo puede calificarse de desastrosa, porque perdió a Red Bull, que se marchó a Honda, y no mejoró apenas los resultados del equipo de cuando se llamaba Lotus y era gestionado en la absoluta precariedad económica con enorme acierto por Federico Gastaldi. Si cambias profesionalidad por nepotismo, ya se sabe cómo acaban las cosas.

placeholder Cyril Abiteboul, en su etapa con Renault. (Reuters/Loren Elliott)
Cyril Abiteboul, en su etapa con Renault. (Reuters/Loren Elliott)

Un ejemplo claro de que el enemigo de Renault lleva tiempo instalado en casa tiene que ver con una de las mejores decisiones que tomó Luca de Meo recién estrenada su presidencia del grupo Renault, como fue la de fichar a Davide Brivio. De Meo conocía a Brivio de la época del patrocinio del equipo Yamaha de MotoGP con FIAT (donde fue directivo en aquellos momentos). Pero los problemas del nuevo fichaje empezaron nada más llegar. Al director técnico por aquel entonces, Marcin Budkowski, no le sentó nada bien que no se le promocionara al puesto de jefe de equipo y, para tener la fiesta en paz, se optó por una dirección bicéfala entre Budkowski y Brivio. Mala idea, vista con la perspectiva del tiempo.

Budkowski, cuyo ego era bien conocido en el paddock, siempre pareció más preocupado por su marca personal que por las evoluciones del coche. Por otro lado, muchos británicos instalados en Enstone desde tiempos inmemoriales le hicieron la vida imposible a Brivio desde el día que llegó. Cada cambio que quería hacer el italiano, enseguida era boicoteado con argumentos típicos: 'Pero, ¿qué sabrá este de las motos sobre Fórmula 1?'. '¿Por qué cambiar esto, si toda la vida aquí se hizo así?'. La cuestión es que el experimento bicéfalo fue un fracaso y, a final de temporada, Budkowski fue despedido del equipo y Brivio trasladado a otros menesteres dentro de Alpine.

El imprescindible principio de autoridad

Quizá lo que debería haber hecho De Meo en ese momento es haber dado un golpe de autoridad, darle plenos poderes a Brivio y licenciar a todo aquel que cuestionara la autoridad del jefe. Básicamente, lo que hacía Flavio Briatore con el apoyo de Patrick Faure en los días de gloria de ese equipo. El mínimo atisbo de ego se cortaba de raíz. Cuenta la leyenda que, cuando por Enstone uno se daba aires de imprescindible, Flavio le decía: 'Si tienes una oferta mejor, no sigas aquí ni un minuto, pero si te quedas, recuerda que el que se hace las fotos con Naomi Campbell soy yo'. Sea cierta o no la leyenda, el principio de autoridad estaba claro. Y hoy no.

Cuando De Meo tomó la salomónica decisión de prescindir de un extraordinario profesional como es Davide Brivio y traer un nuevo jefe neutral en la persona de Otmar Szafnauer, envió una malísima señal a la organización. Ese mal precedente tan típico en el fútbol cuando los jugadores deciden cargarse al entrenador y el presidente, en lugar de poner a cada cual en su sitio, cede y le destituye. Como dice el refrán, "de aquellos polvos, estos lodos".

'Si tienes una oferta mejor, no sigas aquí ni un minuto, pero si te quedas, recuerda que el que se hace las fotos con Naomi Campbell soy yo'

La gran leyenda del automovilismo francés Alain Prost se despachó a gusto estos días expresando su enorme pena por ver la situación del equipo y acabó ajustando cuentas con Laurent Rossi, el responsable de su despido, al que calificó como "un líder incapaz que cree que puede compensar su incompetencia con arrogancia y falta de humanidad hacia sus tropas". Prost quizá no sea el más indicado para hablar de competencia, porque su experiencia como propietario de un equipo de Fórmula 1 dejó un nefasto recuerdo. Pero un mito de su calibre debe de ser escuchado y, como mínimo, respetado, algo que Rossi no hizo y De Meo, por no desautorizarle, debió de tragar aunque no estuviera de acuerdo.

Prost como directivo puede que fuera una nulidad, pero eso no quita que sus opiniones puedan ser acertadas. De hecho, su diagnóstico de la situación actual de Alpine no puede ser más certero: "Un equipo tiene que tener un líder fuerte como Flavio Briatore y construir el equipo de un gran piloto del estilo de Fernando Alonso. Por eso, triunfaron en su momento", declaró el cuatro veces campeón mundial. Probablemente, este consejo de Alain Prost no haya caído en saco roto con Luca de Meo, que parece que ha decidido dejar de templar gaitas y construir las bases del futuro a través de un liderazgo fuerte. Muchos rumores colocan al frente del equipo a Mattia Binotto. Y, si le fichan, no duden que triunfará. Eso sí, siempre que sea capaz de eliminar en Enstone al enemigo en casa, el mismo que le impidió triunfar en Ferrari. Ha llegado la hora de poner fin a la destrucción acelerada del legado de Renault, una de las marcas clave de la historia de la Fórmula 1.

El pasado fin de semana implosionó el equipo Alpine de Fórmula 1. Aunque sorprendiera el momento y la magnitud del terremoto, era algo que se podía imaginar. La escudería francesa no solo no progresa, sino que se va para atrás. Hace solo unas semanas el presidente de la marca, Laurent Rossi, fue cesado (trasladado a otros proyectos dentro del grupo, se dijo con cierto eufemismo). Aquello fue el aviso de la tormenta que se avecinaba en Spa-Francorchamps, que se saldó con la salida del jefe de equipo, Otmar Szafnauer, del director de operaciones, Alan Permane y del director técnico, Pat Fry.

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