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Grand Prix de Pau: la aldea gala clásica que resiste (ahora y siempre) al moderno invasor
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UN ENCLAVE HISTÓRICO

Grand Prix de Pau: la aldea gala clásica que resiste (ahora y siempre) al moderno invasor

Es una de carreras automovilísticas más antiguas del mundo y fue sede del GP de Francia, pero la modernización de las competiciones cada vez hizo más difícil su supervivencia

Foto: Imagen de la prueba cedida por la organización. (HE/Paquette)
Imagen de la prueba cedida por la organización. (HE/Paquette)

Cuando uno tiene la oportunidad de visitar el Gran Premio clásico de Pau es inevitable sentir la cruel paradoja actual de Liberty Media. El promotor de la Fórmula 1, fomenta el regreso a los trazados callejeros, pero bajo un prisma totalmente distinto al que alimentó en su día, carreras como las de la bella ciudad de los Pirineos franceses. Hoy mandan circuitos en entornos urbanos de grandes capitales pero alejados de los cascos históricos. Justo lo contrario de lo que representa el circuito de Pau en definitiva. Su trazado sigue siendo (casi) el mismo que hace un siglo, pero su ubicación y limitaciones provocaron que, progresivamente, las competiciones internacionales dejaran de venir. Sin embargo, la ciudad se resiste a perder una de sus principales señas de identidad y cada año se esfuerza en reinventarla y mantenerla viva.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, el Grand Prix de Pau era una de las carreras más prestigiosas que se podían ganar a nivel mundial, en dura competencia con la vecina y de características similares celebrada en Mónaco. Sin embargo, al igual que el principado encontró hueco en el calendario de la Fórmula 1 una vez creada en 1950, Pau no pudo imponerse a otras candidaturas francesas para albergar el Gran Premio de Francia. Es una de carreras automovilísticas más antiguas del mundo y fue sede del Gran Premio de Francia, pero la modernización de las competiciones cada vez fue poniendo más difícil su supervivencia. De nada servía que ofreciera el entorno más bonito de todos los aspirantes, porque en el país galo hubo siempre tortas y muchas presiones políticas para ver quien se llevaba el gato al agua.

Reims, Rouen y Clermont-Ferrand alternaron al principio la celebración del Gran Premio de Francia y en fechas más recientes la carrera se repartió entre Paul Ricard, Dijon y Magny-Cours. En esta pelea por tener la cita francesa del calendario de Fórmula 1, el gobierno y la industria local de Pau no pudieron aguantar el pulso, pero a pesar de ello no se desanimaron. Reinventándose continuamente, han seguido hasta nuestros días sacando adelante la prueba, primero lo hicieron con la Fórmula 2, luego la Formula 3000 y finalmente con la Fórmula 3 junto a los coches históricos.

placeholder El circuito urbano de Pau, siempre fue considerado uno de los mas bellos del mundo (HE/Paquette)
El circuito urbano de Pau, siempre fue considerado uno de los mas bellos del mundo (HE/Paquette)

El futuro está en los clásicos

El circuito de Pau de todos modos, se ha quedado pequeño incluso hasta para los Fórmula 3 actuales. La aerodinámica de los monoplazas actuales permiten unas velocidades de paso por curva tan espeluznantes, que no sería extraño de extrañar que la competición moderna acabe desapareciendo de su trazado para siempre. De momento se hace lo que se puede en lo tocante a seguridad, pero por si acaso, los organizadores empezaron ños atrás a desarrollar un evento en paralelo dedicado a los coches de competición clásicos.

Pau no es el único circuito con un glorioso pasado detrás que ha encontrado en las competiciones de coches clásicos un filón para sobrevivir una vez que las exigencias de la competición moderna le ha ido dando la espalda. Es un sector en claro auge y todo indica que la tendencia, lejos de ser una moda pasajera, va a ir a más. El circuito británico de Goodwood quizá sea el ejemplo más significativo del auge de los eventos clásicos. De un circuito en desuso condenado a desaparecer al carecer de las infraestructuras técnicas y comerciales que demandan las grandes competiciones, ha pasado a ser centro de peregrinación mundial en sus dos fabulosos eventos, el Festival of Speed que se celebra en junio y el Revival que se celebra en octubre.

No es, por tanto, una sorpresa que el Gran Premio Clásico de Pau, cada vez sea más importante que la versión ‘moderna’, porque lo que acaba convirtiendo en especiales estas competiciones, no sólo es lo que ocurre dentro de la pista, sino especialmente todo lo que ocurre alrededor de ella. Aunque para el aficionado sea una delicia ver en pista verdaderas joyas automovilísticas, el principal atractivo sucede a menudo con el programa alternativo. Concentraciones de clubes, rutas de vehículos históricos o concursos de elegancia. Al final, la magia de un enclave -y Pau claramente la tiene-, ejerce de imán sobre propietarios de coches y aficionados, para convertir en un gran éxito el evento.

placeholder Las carreras son 'de verdad', pero sin puntuar para un campeonato para evitar ardores innecesarios (HE /Paquette)
Las carreras son 'de verdad', pero sin puntuar para un campeonato para evitar ardores innecesarios (HE /Paquette)

Un sector en auge

La organización líder a nivel europeo de este tipo de eventos es la francesa Peter Auto que tiene como evento estrella la Le Mans Classic. En el Reino Unido es donde se reúne mayor nivel en cuanto a coches y número de competiciones, pero fieles a su estilo británico de hacer las cosas a su manera, rara vez se prodigan fuera del las islas. Finalmente, está el gran coloso de este mundo del coche histórico que es Ferrari, que tiene su propio calendario de eventos oficial de la marca, pero como es lógico, limitados exclusivamente a coches del cavallino. Esta circunstancia y el perfil excesivamente elitista de Peter Auto, ha favorecido el desarrollo de la organización hispano portuguesa Historic Endurance, que ahora mismo es quien tiene la oferta más variada de eventos del panorama continental.

Según palabras de sus creadores Diogo Ferrao y Guillermo Velasco, el hecho que circuitos de prestigio como Spa-Francorchamps o el propio Pau, les llamen para formar parte de su programa de carreras históricas, es el refrendo a su filosofía de dar una importancia equivalente al disfrute del propietario del coche como de la accesibilidad del público. Al igual que hace el resto de organizaciones punteras del sector, sus carreras son competiciones con todas las letras, pero evitan dar puntos para un campeonato. Está comprobado que es el método más efectivo de evitar que el ardor competitivo de algún piloto provoque algún desastre. Al final de lo que se trata es de competir, pero nunca olvidar que el fin último es que propietarios de coches y público disfruten sin ambientes ultracompetitivos enrarecidos.

Si en sus planes está hacer turismo por los Pirineos Atlánticos franceses durante el mes de mayo, el encanto de Pau como ciudad y su Gran Premio clásico no le defraudará. Otra oportunidad que nos ha dado la cancelación del Gran Premio de Imola de Fórmula 1 de comprobar, que todavía hay aldeas que resisten ahora y siempre al invasor que trajo la modernidad. Más sabor francés imposible.

Cuando uno tiene la oportunidad de visitar el Gran Premio clásico de Pau es inevitable sentir la cruel paradoja actual de Liberty Media. El promotor de la Fórmula 1, fomenta el regreso a los trazados callejeros, pero bajo un prisma totalmente distinto al que alimentó en su día, carreras como las de la bella ciudad de los Pirineos franceses. Hoy mandan circuitos en entornos urbanos de grandes capitales pero alejados de los cascos históricos. Justo lo contrario de lo que representa el circuito de Pau en definitiva. Su trazado sigue siendo (casi) el mismo que hace un siglo, pero su ubicación y limitaciones provocaron que, progresivamente, las competiciones internacionales dejaran de venir. Sin embargo, la ciudad se resiste a perder una de sus principales señas de identidad y cada año se esfuerza en reinventarla y mantenerla viva.

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