El eterno miedo escénico de Ferrari: cuanto menos se arriesga, más se falla
Es la paradoja histórica de las carreras. Un país como Italia, donde todo es pasión, audacia y creatividad, cuando se viste de Ferrari en Fórmula 1 se vuelve peligrosamente conservador
El día que Ferrari trabaje libre de miedos será una máquina imbatible porque, en contra de lo que pueda parecer, su problema fundamental no reside en la falta de capacidad técnica, capital humano o talento de sus pilotos, sino del terrible miedo a fallar que atenaza a quien viste de rojo en un circuito cuando persigue algo importante. El reciente Gran Premio de Francia ilustró de nuevo cómo Ferrari no necesita enemigos, porque se autoboicotean cuando entran en pánico.
El error de Charles Leclerc en un momento crucial del campeonato podría circunscribirse a un simple fallo de pilotaje. Pero muchos recordaron un fallo muy similar de Sebastian Vettel en el Gran Premio de Alemania de 2018. Entonces muchos ferraristas clamaron contra el error garrafal de su líder, aunque entonces también se constató que el problema no va tanto de pilotos, sino de la insoportable presión de ser el abanderado del Cavallino, uno de los oficios más estresantes del mundo.
Showing that fighting spirit ⚔️
— Scuderia Ferrari (@ScuderiaFerrari) July 25, 2022
Proud of the work you put in this weekend, @CarlosSainz55 👊#essereFerrari 🔴 #FrenchGP pic.twitter.com/0CcbqY8bNe
Leclerc vivía muy cómodo en Ferrari cuando el liderazgo del equipo recaía sobre Sebastian Vettel. Salían poles, vueltas rápidas e incluso victorias, pero nadie le exigía ganar el título. A Vettel cada lunes le caía un chaparrón de críticas si los 'tifosi' y la prensa italiana juzgaban que no había estado a la altura esperada. Este año en Maranello han dado con un coche ganador y al monegasco se le mira con lupa. El fallo de hoy de Leclerc tiene la misma raíz en esa presión que sufrieron ayer Vettel, Alonso, Schumacher, Prost, Arnoux, Pironi, Lauda, etc, etc…
Una presión generalizada
La situación de extrema presión para un piloto de Maranello aspirante al título es extrapolable a los todos los miembros del equipo, porque el miedo a fallar se extiende como una mancha de aceite cuando la 'Scuderia' tiene opciones de victoria. Suena a parodia decir que el problema del cuerpo técnico de Ferrari es que actúan más preocupados por lo que diga el lunes el 'Corriere della Sera' o la 'Gazzeta dello Sport' que de la propia carrera. Pero en el fondo no es algo tan alejado de la realidad. En Italia es muy difícil abstraerse del qué dirán. Si las cosas no salen bien, alguien es señalado como culpable, y nadie quiere ser ese 'alguien'.
¿Quién puede entender, por ejemplo, que Ferrari metiera en boxes a cambiar neumáticos a diez vueltas del final a Carlos Sainz, en posición de pódium, cuando a lo máximo a lo que podría aspirar es a una quinta plaza? Si las ruedas se vienen abajo en esas vueltas finales se baja el ritmo, con lo que Sainz hubiera terminado en la misma quinta plaza detrás de Russell y Pérez. Al menos, se daba una opción a un posible podio. Pero pesó más el miedo a que un neumático quedara en las lonas y se perdiera todo. Con el fallo de Leclerc no podían permitirse otro y se debieron decir: "mas vale quinto en mano que podium volando".
Total heartbreak for Charles Leclerc 💔#FrenchGP #F1 pic.twitter.com/boNWYn8vlY
— Formula 1 (@F1) July 24, 2022
Como italiano trabajando en Ferrari resulta comprensible ese miedo a ser señalado por un fallo. En el Reino Unido, basta cruzar la calle para irte a Mercedes, Aston Martin o cualquier otro equipo del 'silicon Valley’ de Milton Keynes. El lunes empiezas a trabajar con un uniforme diferente, pero los niños siguen yendo al mismo colegio y sigues comprando en el mismo supermercado. En Italia, si pierdes tu empleo o caes o en desgracia en Ferrari, no hay donde ir. Al menos dentro del mundo Fórmula 1.
Los más 'amarrateguis'
Quizás por esta razón Ferrari sea con diferencia el equipo más 'amarrategui' de toda la parrilla. Si se analizan todos los fallos estratégicos de esta temporada, venían más de no tomar riesgos que de arriesgar. Siempre es Red Bull quien busca algo diferente y no Ferrari, que tira siempre del manual previsible. Y aunque si algo caracteriza al pueblo italiano es la audacia y el genio creativo, pesa más en la balanza el pánico a tomar una decisión que pueda resultar errónea.
Mattia Binotto lleva años intentando desterrar la 'cultura de la culpa' en la 'Scuderia'. La prueba de su éxito es que ha colocado a Ferrari en punta de lanza de la innovación. El equipo italiano ya no está detrás de RedBull y Mercedes a nivel aerodinámico, pero Ferrari, lo que se consigue arriesgando y tirando a la basura conceptos erróneos hasta que se da con la tecla. Cuestión distinta es mantener esa motivación de buscar los límites en el fragor de un Gran Premio, donde hay que tomar decisiones en décimas de segundo.
Como en el tenis, los puntos decisivos en los grandes torneos se ganan cuando el tenista 'suelta el brazo'. De lo contrario, el 'miedo a ganar' agarrota el codo y si quieres asegurar el punto se suele acabar perdiendo el punto y el partido. Ferrari tiene esa asignatura pendiente. Cuando asuman que el verdadero riesgo radica precisamente en no arriesgar, levantarán un partido que se ha puesto muy cuesta arriba desde Francia. Pero en Ferrari tienen coche, pilotos y, fundamentalmente, aún hay partido.
El día que Ferrari trabaje libre de miedos será una máquina imbatible porque, en contra de lo que pueda parecer, su problema fundamental no reside en la falta de capacidad técnica, capital humano o talento de sus pilotos, sino del terrible miedo a fallar que atenaza a quien viste de rojo en un circuito cuando persigue algo importante. El reciente Gran Premio de Francia ilustró de nuevo cómo Ferrari no necesita enemigos, porque se autoboicotean cuando entran en pánico.