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Los guapos, ricos y famosos también mueren en la pista
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DAN WHELDON FALLECIÓ CUANDO LUCHABA POR UN PREMIO MILLONARIO

Los guapos, ricos y famosos también mueren en la pista

Era rico, guapo y famoso pero, en su caso, arriesgaba algo más que los abucheos de las gradas o una lesión. Como otros muchos pilotos,  Dan Wheldon

Era rico, guapo y famoso pero, en su caso, arriesgaba algo más que los abucheos de las gradas o una lesión. Como otros muchos pilotos,  Dan Wheldon ponía en juego su propia vida, algo que a veces se olvida en el caso de estos deportistas. Desgraciadamente, el pasado domingo, el riesgo permanente se convirtió en trágica realidad.

Cualquier muerte en competición es triste y dramática a la vez. Sin embargo, la de Dan Wheldon también representó una amarga ironía del destino. Porque el británico, toda una estrella que rechazó la Fórmula 1 en favor del automovilismo americano, era el protagonista principal de un experimento de marketing inédito en las carreras. Nadie podría imaginar la manera en que finalmente terminó.

Una apuesta de cinco millones de dólares

En Las Vegas se celebraba la última carrera IndyCar, y en ella se jugaban el título Dario Franchitti (íntimo amigo de Wheldon) y Will Power (íntimo de Mark Webber). Agobiados por recuperar sus bajas audiencias frente a otros deportes americanos, los responsables del campeonato prepararon un gran golpe de efecto mediático para el cierre de la temporada.

Wheldon, como doble ganador de Indianápolis y participante no asiduo del certamen, compartiría cinco millones de dólares con un aficionado de New Jersey si ganaba la carrera. Pero tendría que partir desde la última posición de una parrilla de treinta y cuatro coches. Debía, por tanto, remontar durante doscientas vueltas hasta la bandera a cuadros. Las apuestas le otorgaban serias posibilidades, al igual que la compañía aseguradora del premio. Al final, las audiencias se dispararon, pero por la más trágica y errónea de las razones.

Un circuito demasiado peligroso

Muchos coincidían: treinta y cuatro monoplazas en un óvalo como el de Las Vegas era una locura. Testigos presenciales indicaron que había cierta aprensión entre los pilotos antes de la prueba, Wheldon entre ellos. Este tipo de circuitos son, literalmente, una bomba de relojería, pero el de Las Vegas se consideraba extremadamente peligroso. Los temores, desgraciadamente, se hicieron realidad.

Un mínimo toque entre dos monoplazas provocó un encadenamiento de trompos y golpes a casi 300 km/h. Dan Wheldon, que rodaba en la cola del pelotón, salió despedido por los aires al hacer el 'afilador' con otro monoplaza. La violencia del primer impacto contra el muro, posiblemente en la zona del arco de seguridad y casco del piloto, provocó su muerte inmediata. El campeón del mundo de Fórmula 1 en 1979, Jody Scheckter, presente en la prueba porque corría su hijo Tomas, le pidió públicamente que se retirara de inmediato.

Cuando pudo correr en la Fórmula 1

Dan Wheldon era uno de los pilotos británicos más exitosos de su generación. Nacido en 1978, fue rival directo de Jenson Button en la Fórmula Ford, por ejemplo. Pero emigró a Estados Unidos ante la falta de presupuesto para seguir el camino hacia la Fórmula 1. Rápidamente, llegaron los éxitos hasta alcanzar el IndyCar Series, la cúspide del automovilismo americano en circuitos, con las 500 Millas de Indianápolis en su calendario. Muchos pilotos europeos sentían pavor ante los óvalos americanos, pero Wheldon se aclimató perfectamente. En 2005 logró el título y la victoria en las 500 Millas, el primer británico que lograba el triunfo desde Jim Clark en 1966.

Wheldon era también un candidato a la Fórmula 1. En su mejor momento deportivo, 2006, recibió una oferta de Mario Theissen y BMW para convertirse en el tercer piloto del equipo alemán. Pero la singular personalidad de Wheldon, con un temperamento en ocasiones difícil, salió a relucir una vez más en su carrera deportiva. El británico no creyó a Theissen cuando este le prometió convertirle en piloto oficial al año siguiente. Wheldon quería competir directamente sin pasar por etapa intermedia alguna. No hubo acuerdo. Theissen se centró a partir de entonces en otros dos prometedores pilotos: Robert Kubica y Sebastian Vettel.

La madre de todas las victorias, en la última curva

Los Estados Unidos le ofrecían a Wheldon una posición profesional de primer orden, ofertas deportivas, y un lucrativo retorno económico. Solo la victoria en las 500 Millas suponía un millón y medio de dólares. Sin embargo, tras pasar por los mejores equipos del campeonato (Andretti Green y Ganassi), volvió al equipo Panther de sus inicios, pero la paulatina decadencia de este le dejó sin un volante permanente para 2011.

Este año,  las 500 Millas  eran su principal y único objetivo. Con un equipo novato dirigido por Bryan Herta, antiguo piloto y amigo personal, Wheldon consiguió la victoria  más increíble en la historia de la carrera más famosa del mundo. El joven debutante J. R. Hildebran lideraba la carrera cuando se estrellaba en la última curva de la última vuelta de la mítica prueba. Wheldon marchaba justo por detrás. Logró más prestigio personal si cabe y otro espectacular cheque.

Tras una carrera de aclimatación previa, el domingo pasado afrontaba el desafío de los cinco millones de dólares. El máximo responsable del campeonato, Randy Bernard, había declarado antes que si la carrera no lograba un 0.8 de audiencia en Estados Unidos, dimitiría. A punto de contener las lágrimas, anunciaba él mismo la muerte de Dan Wheldon quien, esperaba, le hubiera ayudado a conseguir su objetivo.

Dan Wheldon se había casado en 2008 con Suzie, su asistente personal, y tenía dos hijos de corta edad. Las lágrimas en la misma pista de muchos sus compañeros y la respuesta de la Fórmula 1 y del mundo del deporte automovilístico a su muerte confirmaron una vez más su dimensión como piloto. Descanse en paz.

Era rico, guapo y famoso pero, en su caso, arriesgaba algo más que los abucheos de las gradas o una lesión. Como otros muchos pilotos,  Dan Wheldon ponía en juego su propia vida, algo que a veces se olvida en el caso de estos deportistas. Desgraciadamente, el pasado domingo, el riesgo permanente se convirtió en trágica realidad.