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Vendrame triunfa en la Cima Roche, Pelayo vuelve a asomar y el Batallón Regulero sestea
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DECIMONOVENA ETAPA

Vendrame triunfa en la Cima Roche, Pelayo vuelve a asomar y el Batallón Regulero sestea

Vendrame terminó con su sequía a lo grande y logró el segundo triunfo de su palmarés gracias a una fuga. El guion indicaba que ganaría uno de los fugados y así fue

Foto: Vendrame ganó la decimonovena etapa del Giro. (Reuters/Ciro de Luca)
Vendrame ganó la decimonovena etapa del Giro. (Reuters/Ciro de Luca)

Cima Roche. Que, vale... es Sappada, en realidad, pero ya puede llegarse cien veces allí el Giro... Ya pueden ganar Merckx, Hinault, Tadej, Moser, Saronni y el hijo de Coppi... Ya puede marcarse Froome por aquí un autoestradaso como aquel de Jafferau, ya pueden poner en el pueblo una barbacoa para Contador... No importa, Sappada es Cima Roche.

Y Cima Visentini, pero prefiero a Roche, que es un puto golfo.

Sucedió en 1987. Roberto Visentini iba de rosa, y llevaba el dorsal 1, y tenía el equipo más fuerte, y gastaba pintas chuloputescas para aburrir. Roberto Visentini nació a orillas del Lago di Garda, que es zona de mucho dinerito, y su familia tenía mogollón, porque eran dueños de una funeraria, y, como me dijo un día Claudio Chiappucci, ese es el mejor negocio, porque nunca faltan clientes. Así que Visentini era ciclista porque le gustaba la bici, por afición, porque no necesitaba jornales, y se presenta a veces en las carreras con un deportivo, y sufrir no era lo suyo, y pasa los veranos tomando solete y aperoles a orillas del Lago, que se llena aquello de jet y turistas guays. Roberto, por último, tenía un aire a latin lover de cercana decadencia más ochentero que los calentadores de Fama, así que imagen muy póster...

Pero era bueno, Visentini. Inconstante, cero presencia allende Moncenisio, pero bueno. Y tenía su segundo Giro ganado.

Hasta Sappada.

Porque allí le traicionó Roche. Roche es Stephen Roche. Un anti-Visentini, de alguna forma. Pilluelo urbanita en Dublín, acostumbrado a ganarse habichuelas con astucia, con racaneos, mudado a Francia sin saber francés, sonrisita y puñalada en el bolsillo del maillot. Seguro que saben de lo que hablo. Y, con estos andares, como para fiarse de él. Aunque lleve tu misma camisola.

Así que camino de Sappada atacó Roche, y Visentini empezó a fliparlo mucho, y se vistió Roche de rosa, y Visentini no sabía qué coño estaba ocurriendo, y entró echando miradas de odio al pódium, y Roche mandó callar a los tifosi (ya ven, un tío relajado y conciliador), y subió días más tarde la Marmolada bajo los escupitajos, y le ayudó Millar, que tampoco es que tapase mucho. Ah, entre Sappada y Fedaia Visentini lo amenazó de muerte (supongo que pagaría su ataúd, para compensar), Carrera lo amenazó con desahucio y cientos de personas lo amenazaron con darle dos hostiucas bien dadas. Nada pudo materializarse, pero fue un Giro de lo más salsero. Y ganó Roche, como el Tour, como el Mundial.

Cima Roche, Cima Sappada.

Hoy no se preveían traiciones así, porque está Majka muy lejos de Tadej. Por eso y porque sus rivales (ese "rivales" lo deben leer entre comillas inmensas, ese "rivales" es muy poco "rivales") andan rezando a la Madonna di Ghisallo para que termine todo. Sus rivales son, sí, el Batallón Regulero, y a mí el Batallón Regulero me aburre, así que pasamos a la escapada.

Porque hoy era día para escapada, y hubo escapada. De las que ves llegar según se hacen. 19 tíos, todos los equipos que deben ir, todos los aventureros habituales. Buen entendimiento, hueco, pelotón con más pereza que adolescente en domingo. Estará entre los 19, a ver qué hacen cuesta arriba.

En Durón, por ejemplo, primer envite. Duron es un puertazo. Bueno, a ver, un puertazo... es un puerto de exigencia, un puerto cortito pero a rampas, con media bien gorda. Sitio para seleccionar, si es que alguien quiere seleccionar. Porque diecinueve son, sí, multitud, y van a quedar en vanguardia, solos, cuatro tíos. Los cuatro previsibles, los cuatro con etapa, ya, en la Corsa Rosa, porque los últimos estertores de una grande son como un capítulo de El Equipo A... más o menos te sabes lo que va a ir sucediendo a cada ratuco. Quedan, como dijimos, Alaphilippe, Narváez, Steinhauser y Pelayo, que jaskulea a ratitos. Vamos, que entre Julian y Jhonatan hay allí ritmo y meneo, porque son dos que llevan sillines por aparentar, son dos que mueven más la bici que Toni Cantó su armario. Peleones, oigan (más nuestro francés, porque el ecuatoriano racanea relevos que da gusto). Luego entrarán Quinten Hermans y Vendrame. Son seis, llevan casi diez minutos, falta medio centenar de kilómetros. Van seis, son los más fuertes. Entre ellos. Coronan Duron, se entienden.

Foto: Pogacar celebra su victoria en la decimosexta etapa. (Reuters/ Ciro de Luca)

Entre ellos.

En el pelotón... día de descanso. Sin más. Día de descanso. Las posiciones están más o menos definidas con huecos grandes, así que... era previsible. A ver, queda el orden bajo Tadej en cajón, pero pesa tanto el Grappa... Y, oigan... no pensarían ustedes que esto lo iba a mover el Batallón Regulero, ¿verdad? No serían tan inocentes. Está Geraint Thomas que firma con sangre el pódium (y que hizo un afilador tontísimo, un afilador de aficionao barrigudo, un afilador para retirarte licencia, Geraint Thomas, pero le esperaron, porque la deportividad ante todo, aunque sea para cubrir error que provocó él mismo), está Daniel Felipe Martínez ensayando morritos para la foto de Roma, está O´Connor recogiendo firmas para su candidatura al premio Nobel de la Paz, aquí se piensa en los seres humanos, señor Vegni, no me importa sacrificarme por el bien común. Eso hacen, sí, el resto. Quienes no son Tadej o los escapados. Eso hacen. Por eso les prestamos el caso justo.

(Bueno, un detalle... el equipo de Tadej, con patrocinio "ejem", lleva maillots negros. ¿Saben quién cambiaba a veces el maillot habitualmente “blanco” por otro negro? Sí, el Renault de Bernard Hinault. Por si querían más similitudes. Ah... precioso ese maillot negro. El de Renault, claro).

Y eso, que carrera por delante. Empieza Sella Valcalda y Alaphilippe vuelve a lo suyo. Demarraje seco, la bici cimbrea como un junco a media tarde, como un verso a medio romper. Sale Jhonatan, sale Georg. Le cuesta un poco a Pelayo, pero Pelayo saldrá de este Giro con un master en sufrir, en conocerse, en saber agarrar carrera. Ha mostrado ser muy, muy duro, así que vuelve a entrar. El Equipo A, ya les dije, falta ver quién es Hannibal y quién Murdock. O, saben qué... mejor no, mejor son los cuatro últimos en un Royal Rumble, son los supervivientes, los más combativos, los que buscan dirimir, oh, yeah, quién es el superganador en escapadas de esta Corsa Rosa.

(Spoiler: ganó Ric Flair, que estaba en una esquinuca, tirao, descansando).

Foto: Steinhauser da la sorpresa. (Reuters/Ciro de Luca)

Después, en el descenso, entran Lucas Plapp (muy activo en su vertiente “Cheguevariana” con coulotte el día del frío, qué frío, sois unos auténticos bárbaros haciéndonos correr con este frío... menos visible en lo de dar pedales, que es su profesión), Hermans y Vendrame, porque estamos de oferta en el Decathlon. De hecho hasta lo intenta bajando, que esas bicis rinden de cojones. Y ojito, que todos se miran. Y ojito, que él no espera. Y ojito, que Sappada tiene rampas, pero también terreno guay para rodar. Y, ojito, que va con el minuto cuando faltan quince kilómetros. A ver si es bueno el asunto... Sí, va a ser bueno el asunto.

Ah, el pelotón rueda a un cuarto de hora, tras perder cinco minutejos entre los dos altos, aproximadamente. Por contextualizar.

Delante... pues eso. Vendrame que calza patorras, que escogió momento justo, que aprovecha dudas y miraditas. Gran victoria para él, increíble temporada la de su equipo. Después viene Pelayo (buenísima pinta), y después Steinhauser (buenísima pinta también, dos confirmaciones gordas en este Giro). Después, otros. Mucho después, el gran grupo.

Felicidades, Andrea Vendrame. Que estén tranquilos Georg y Sánchez, porque, con esa aptitud y con esa actitud, vendrán muchas victorias. Y buenas.

Dio hasta aquí, la etapa. Bonita resolución de fuga y poco más. El Giro trae sentencia desde Piamonte, aproximadamente. Y, oh, no será nuestro Batallón Regulero quien se oponga...

Cima Roche. Que, vale... es Sappada, en realidad, pero ya puede llegarse cien veces allí el Giro... Ya pueden ganar Merckx, Hinault, Tadej, Moser, Saronni y el hijo de Coppi... Ya puede marcarse Froome por aquí un autoestradaso como aquel de Jafferau, ya pueden poner en el pueblo una barbacoa para Contador... No importa, Sappada es Cima Roche.

El Confidencial
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