Es noticia
Unos Pirineos que honran al Tour: Pogacar responde a Vingegaard con la misma moneda
  1. Deportes
  2. Ciclismo
ÉPICA SEXTA ETAPA

Unos Pirineos que honran al Tour: Pogacar responde a Vingegaard con la misma moneda

Tadej emprendió un ataque con el que redujo su distancia con Jonas a 24 segundos. Queda mucha competición todavía y todo apunta a que estará igualada hasta que llegue el final

Foto: Pogacar llegó exhausto tras su escapada. (Reuters/Stephane Mahe)
Pogacar llegó exhausto tras su escapada. (Reuters/Stephane Mahe)

No he muerto.

José Miguel Echavarri dijo una vez que los Pirineos son dos días, no uno. Y yo hago caso a José Miguel Echavarri, oigan, hago caso a José Miguel Echavarri. Sobre todo cuando la segunda de esas etapas incluye Aspin y Tourmalet.

Pero vamos, que no he muerto.

Digo lo de que no he muerto, porque ayer... miren, yo a Vingegaard le llevo reprochando su falta de carisma desde hace un par de años. Otrosí, yo tengo una gracieta recurrente (sí, aquí hay gracietas recurrentes, como en el Chavo del Ocho) con Hindley, con lo de que no reconozco por la calle a Hindley, con que Hindley es bastante triste corriendo (no triste como corredor, que va amasando palmarés, el tío... no, triste corriendo). Y yo, por cerrar terna, acabo de coordinar un libro sobre Mikel Landa (sobre el landismo, para ser exactos). Vamos, que ayer me pasaron manucas por el hombro, me dijeron "no pasa nada, colega, no pasa nada", me desearon una pronta recuperación, se descojonaron de mí en la puta cara.

Ay.

placeholder Vingegaard sufrió el ataque de Pogacar. (Reuters/Vincent West)
Vingegaard sufrió el ataque de Pogacar. (Reuters/Vincent West)

Escapada con multitudes

Porque fue tormenta perfecta. Primero confesión. Disfruté como un enano, chicos, disfruté como un enano. Que todos tenemos predilecciones, pero yo el tema odiar lo dejo para asuntos serios, que aquí, bicis, vinimos por las risas. Y eso, batalla salvaje, hermosa. Inesperada, también, aunque poco. El otro día les dije que se me hacía raro que pasasen Marie Blanque sin atacucos, y la bendición que es eso (con los años que hemos sufrido, oigan). Pero lo de Soudet...

Y eso que este mismo percorso ha sido espectacular en el pasado. Soudet (o Burdinkurutzeta), Marie Blanque. Hinault sentencia en 1986 (solo que gana el Tour Lemond), Bernard sentencia en 1987 (solo que gana el Tour Roche). Vingegaard sentencia en 2023 (solo que... bueno, esperamos dos semanas, ¿vale?).

Leña desde el principio, escapada con multitudes, tú sí, tú no, veamos quién se filtra, repasamos dorsales... y Jai Hindley. Un ganador del Giro, tú, nada menos, en escapada a 130 del final (arriba o abajo, no busquen cosquillitas). Antes de comenzar Soudet. Buenos escaladores, lleva compañeros, también está van Aert (incomprensible actuación, si me preguntan... a posteriori es fácil hacer análisis, pero mejor seamos sinceros... incomprensible actuación), Benoot. Se entienden, Wout ataca, se pica con Alaphilippe, paradita, acelerones, atrás nadie toma responsabilidades, Hindley acaricia el amarillo, puertazo Soudet, cómo me gusta a mí Soudet.

¿Resumen? Cuatro minutos a pie de Marie Blanque (qué poco me gusta a mí Marie Blanque).

Y ahí... apocalipsis. Por delante ataca Hindley, se va solo, etapa y jaune para él, tiene un aire Marie Blanque a Fedaia (en chiquitín). Hindley es un escalador finuco, siempre con la misma postura encima de la máquina, manos sobre gomas de frenos, apenas alzándose sobre pedales. Vale, exhibición, pero me deja más frío que un polo de sandía... no me culpen, qué le voy a hacer.

La marcha de Vingegaard

Pero lo importante llega detrás. Detrás, cuando Jumbo carga gregarios, cuando Kuss acelera, cuando Pogačar lleva carita de ir chupando limones, cuando Vingegaard ataca... y Vingegaard se marcha. Sin oposición. Tadej ni siquiera se pone en pie, no intenta ir a por el otro, Tadej está impotente, Jonas mueve bici como un veinteañero mueve mandíbula en una sesión de Chimo Bayo (ya ven, referencias súper actuales las que manejo). Por detrás queda Yates, y el otro Yates, y Carlos Rodríguez (que nunca explota, que tiene pinta fenomenal), y otro montón de paisanos, y muy, pero que muy por detrás, se queda Landa, sufre Landa, porque sufrir en Marie Blanque es de guapos, se lo digo yo, y porque su reino no es de este mundo, y porque si no sufriese igual hasta ganaba el Tour, y paso yo de que Landa gane el Tour...

En tres kilómetros abre Vingegaard un hueco gordísimo, por encima del minuto. Luego, para abajo, pinta más solvente que Pogačar, porque cuando vas ciego no ves ni las curvas, y Tadej entra en cuatro o cinco sin hacer correctamente el gesto. Claro que eso no es lo grave... lo grave es que Pogačar pareció en Marie Blanque mucho más débil (mucho más débil a estos niveles... pero mucho más débil) que Vingegaard, Pogačar estuvo en ritmos de muchos paisanos a los que normalmente trituraba...

El danés amplía, incluso, segundines en llano (tiene postura anómala, poco elegante... pero un coeficiente de penetración al aire admirable), y casca el minuto en Laruns a su rival. Su único rival, no me vengan con Hindley, háganme caso.

Los Pirineos son dos días, decía Echavarri. Dos días. Como repita Jonas en Cauterets este Tour también será de dos días...

Porque camino de Cauterest (camino de Cambasque) hay menú serio. Kilometraje en plan cuchufleta, pero menú serio. Aspin, Tourmalet, Cauterets. Aquí ganó Indurain, y también Loroño, que pasamos por un montón de Loroño Kaleas el primer día. Aquí ganó Indurain, y también Loroño. Espacio sacro.

Foto: Pogacar, en la sexta etapa del Tour de Francia. (Reuters/Stephane Mahe)

El casco de Van Aert

Y otra escapada enorme, y otra vez los de siempre, y otra vez van Aert, que lleva un casco distinto al de sus compañeros, y a lo mejor eso significa que va a su puta bola. Luego dirán que no, pero así de primeras...

Miren, un ejemplo... a un rato, en Aspin, tira Wout van Aert del grupo y tira Nathan van Hooydonck del grupo. Uno cabeza, otro pelotón. Del mismo equipo. Persiguiéndose. Lo de Wout en este Tour es una locura, se mire como se mire... Pero, quizá, merece la pena dejar manga ancha, porque su presencia impone tanto... Más allá del uso que se haga con él o no, pero impone tanto...

Y el Tourmalet. Haga la prueba, hable con su primo Sebastián, el que es un poco cuñao, el que hubiese ganado la Champions de este año con el Barça, ese Xavi, ni puta idea, yo sí que sé, ven, que te explico la cobertura entre Pedri y Gavi. Dígale que ha subido el Mortirolo, Lavaredo, Joux-Plane. Dígale eso... y luego hable del Tourmalet. Se le abrirán los ojos, reconocerá el asunto. Tourmalet es un mito, Tourmalet es una leyenda.

Tourmalet es la Grande Boucle en 17 kilómetros...

Al poco de Gripp ataca Julian. Julian lleva un par de años como para pensarse lo de la maldición del arcoíris (como si no fuera suficiente aquello de Lieja). Pues eso, que justo antes del primer túnel (ese que son diez metros, ese que ni túnel es), arranca Alaphilippe, con mucho mover bici, con mucho poner rostro esforzao. Dura el tema un suspiro, pero siempre tiene punto ver coletazos orgullosos de alguien que fue y sigue siendo, pero ya no...

Ciclistas de verdad en el Tour

Detrás (importa lo que pasa detrás) tira Jumbo. En buena lógica hoy Vingegaard podría dar matarile el Tour, porque lleva a van Aert en vanguardia, porque el Tourmalet es un pepinazo (denme más Tourmaletes y déjense de gaitas con 20%), porque ayer anduvo sobrao, porque Tadej no pareció tener fringale sino fuerzas inferiores. La Mongie allá arriba... espacio perfecto.

Y, las calles del pueblo... pum. Tres Jumbos (Keldermann, Kuss y Vingegaard), Pogačar y Hindley... que se descuelga aun entre las casas, antes de ese hotel piramidal que es el hotel más feo del mundo, el atentado definitivo contra las montañas. Abusones los neerlandeses, increíble todo este asunto. Queda medio centenar de kilómetros hasta la meta, fuera Kelderman, los tres que más suben (y uno es gregario de otro). Repasen los Tours de Froome, amigos, y pongan cara de haberse cascao cocido, chuleta, tarta de queso y orujo de hierbas. Felicidad absoluta, el Tourmalet que se trata con respeto después de muchos, muchos años. Uno va a la Capilla Sixtina y hace ohhh, uno viene al Tourmalet con La Grande Boucle y ataca. El resto... desprecios.

Y estos no, estos no desprecian. No quiero faltar a nadie, pero estos son ciclistas de verdad...

Dos y medio a la cafetería esa de arriba (café malo, precios peores, indispensable parar), ataca Vingegaard... y aguanta Pogačar. Hoy sí, hoy aguanta Pogačar, sin (aparente y demasiado) esfuerzo, sin poner malas caras, sin retorcerse sobre la bici. Luego, a rueda. Inédito. Lo mejor que podía pasarnos, el jaque mate deberá posponerse. El resto, a un mundo.

El resto no cuenta.

placeholder Pogacar subió al podio tras ganar la sexta etapa. (Reuters/Vincent West)
Pogacar subió al podio tras ganar la sexta etapa. (Reuters/Vincent West)

Una cima imponente

Saint-Jean-de-Maurienne, año 2010.

(El resto corona Tourmalet a dos minutos del dúo. Qué bonita es la cima del Tourmalet, qué bonito es el Tourmalet. Acuérdense de mí, amigos, cuando vayan al Tourmalet).

Antes de Barèges cogen a van Aert, y van Aert es una locomotora, van Aert es un tren de mercancías, van Aert son siete caballos desbocaos a los que persiguen 14 lobos huyendo de 15 velociraptores (dejen que en las escuelas no estudiemos creacionismo el año 2026). Ese es van Aert. Bueno, ese y el tío más grandote de todo el Tour, que parecen homúnculos al lado de van Aert. Tirar y abrir hueco. Otro etapón.

Porque conectan con los de la escapada del día (van Aert reconecta con el grupo del que se quedó voluntariamente... vuelvan a leerlo), Wout tira en un terreno que es puro Aprica (cómo me gustaría ver a Wout en Aprica, macho), lleva unos cuantos vagones a rueda, lleva dos minutos y medio al grupete de "ojalá todo como antes, ojalá sin leña a diario". Uno de esos hará pódium en París, pero molará mucho menos que van Aert. Que acelera, cinco al final, que se quita corredores como quien se quita caspa.

Y, tras él... Vingegaard. Ataque, bici de un lado a otro. Pero, con él, Pogačar. Aparentemente sin problemas, aparentemente fácil. Sin alzarse (lo que puede ser bueno, porque no necesita; o malo, porque no puede, esa muñeca). Jonas ve que no abre... y para. Tira, pero tira como tiro yo cuando subo San Cipriano. Tira de tal forma que entra Kwiatkowski (otro que no estaba muerto, que estaba de parranda... visto en perspectiva, el palmarés de Kwiatkowski es un expediente X, colega), tira de tal forma que va la dupla sin resoplar nada... Y, aun así, se quedan solos, porque son tremendamente superiores. Siempre va en cabeza el danés, pero con dudas... no sabe si apretar a muerte, no sabe si se repetirá lo de ayer, no sabe si la balanza tornó. Detalles tan pequeños...

Hasta que lo descubrimos... Tres a meta, ataque criminal de Pogačar. Pero criminal. Una cosa bárbara, una cosa tipo Conan, napalm con sillín. Vingegaard sale, Vingegaard se sienta, Vingegaard cede. Lo tiene, lo ve a lo lejos, Pogačar mira atrás, es un duelo de segundines, sí, pero sobre todo duelo de cabezas, duelo de medirse gónadas. Seis segundos son una bonificación, y una bonificación no importa... pero 100 metros, que son seis segundos, es golpe a la psique, es una hostia a mano abierta, es un "aquí estoy yo", es un "no vas a dormir tranquilo, amiguete". Ayer estaba muerto (como yo), hoy resucita (yo solo escribo, que es como resucitan los que no entrenan demasiao).

Victoria para Pogačar. Segundo Vingegaard, que toma el jaune pero pierde moral (moral y 25 segundos, que también hace gracia). ¿Compensa lo de ayer? No. ¿Revierte lo de ayer? Pues miren, esto igual sí. Mente y piernas, pide este deporte, mente y piernas. Castigar las segundas y picotear testa... eso ha hecho Pogačar.

Detrás... el caos. Detrás, la nada. Bueno, Carlos Rodríguez, que igual es quien mejor pinta de toda la tropa gris. Y el líder, que se dejó caer en el Tourmalet para no reventar a rueda de los dos campeones, y eso dice mucho de él (y no todo bueno, porque si vas de amarillo... en fin). Y Yates (Simon). Casi tres minutos.

Hay 24 segundos entre Vingegaard y Pogačar. Hay menos de medio minutín. Hay dos semanas y pico, hay un Puy-de-Dôme el domingo. Hay Alpes, y Vosgos, y una crono que parece poca crono. Hay un Tour apasionante.

Hay un duelo servido.

No he muerto.

Tour de Francia
El redactor recomienda