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Mosquera, último ejemplo de la diferencia entre la justicia ordinaria y la deportiva
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LA AUDIENCIA NACIONAL LE DA LA RAZÓN TRAS 4 AÑOS

Mosquera, último ejemplo de la diferencia entre la justicia ordinaria y la deportiva

Tres años después de su inhabilitación, la justicia ordinaria ha confirmado una inocencia que Mosquera defendió aunque, ¿de qué sirve tanto tiempo después?

Foto: Ezequiel Mosquera durante la Vuelta a España de 2010 (Efe).
Ezequiel Mosquera durante la Vuelta a España de 2010 (Efe).

En algunas ocasiones aquello de “más vale tarde que nunca” no alivia tanto como se presupone. Algo que se puede aplicar a la historia del ciclista Ezequiel Mosquera. Este viernes, la Audiencia Nacional dio la razón al exciclista gallego anulando la resolución del Comité Nacional de Competición y Disciplina Deportiva de la Real Federación Española de Ciclismo. La misma que lo sancionó por un resultado anómalo de ‘hydroxyethil starch’ en la Vuelta de 2010 y acabó con un prometedor contrato. No fue lo único que se llevó por delante. Ezequiel Mosquera se cansó de esperar la reacción de la justicia y se bajó de la bicicleta. Tres años después de su inhabilitación, la justicia ordinaria ha confirmado una inocencia que él defendió aunque, ¿de qué sirve tanto tiempo después?

Como todas las historias, lo lógico es comenzar por el principio. Hace cinco años, Ezequiel Mosquera fue segundo en La Vuelta por detrás de Vincenzo Nibali con su destacada victoria en la etapa que acabó en la Bola del Mundo. Triunfos que le fueron arrebatados a finales de 2011 cuando también salió a la luz su sanción: inhabilitado durante dos años. ¿La causa? Un resultado anómalo de ‘hydroxyethil starch’, un enmascarador. La Real Federación Española de Ciclismo le castigó porque no demostró la procedencia de dicha sustancia que está clasificada como específica y que acarrea suspensión si ha sido administrada por vena, procedimiento que se usa en dopaje con el objetivo de expandir el volumen plasmático.

Un año y medio después de haber sido el subcampeón de La Vuelta, Ezequiel Mosquera conoció su sanción y “a partir de ahí fue una catástrofe. Aquello pudo introducirse en mi cuerpo de cualquier manera, sin ser consciente. Desconozco cómo salió en el test, no lo digo por decir. Hiciera lo que hiciera, estaba sentenciado”. No fue la única consecuencia. Tras su exitoso paso por el Xacobeo Galicia, había firmado un contrato con el Vacansoleil que no llegó a cumplir. La sanción llegó a finales de 2011, pero no tuvo en cuenta los meses que había estado sin competir por lo que hasta 2013 no podría volver a dar pedaladas. No llegó a subirse a la bicicleta porque se cansó de esperar y se retiró: “Vas viendo que no. Volver por encima de los 36 o 37 años era una tontería y peor aún con dos años sin competir. Es imposible a nivel físico y, a nivel psicológico, más”.

Cinco años después de aquella Vuelta y tres después de la sanción, la Sección Sexta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional ha confirmado que Ezequiel Mosquera no defendía una causa perdida. Igual que hizo el Tribunal Supremo con Roberto Heras y su positivo por EPO en La Vuelta de 2015: “Por defectos de forma en el procedimiento”. El problema es que la decisión se antoja tardía. Demasiado, quizás. Mientras el protagonista ha rehusado valorar la sentencia de la Audiencia Nacional asegurando a Efe que está “cansado, fatigado y harto de un proceso que, con la ley en la mano, nunca tendría que haber pasado”, la indignación se ha apoderado de otros nombres del mundo del ciclismo como Oscar Pereiro que en su cuenta personal de Twitter arremetió contra los “reglamentos y leyes”.

Flipante ... después de años, de obligar la retirada y joder la carrera deportiva ... Ahora resulta q Ezequiel Mosquera es inocente!

El caso de Ezequiel Mosquera pone sobre la mesa un conflicto latente: la justicia deportiva contra la ordinaria. La contradicción entre una y otra es radical y se agudiza más aún en casos anteriores a la creación de la Agencia Española Antidopaje como es el del exciclista gallego. Hace cuatro años, Alejandro Blanco pidió la creación de un tribunal propio para el deporte recordando que la premura en este mundo es mayor que en la vida real: “No puede ser que un atleta dé positivo y, cuatro años después, aún no haya sanción ni judicial ni administrativo-deportiva”.

Un año después, César Tolosa, actual magistrado del Supremo y entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, expuso la complejidad del conflicto en un encuentro que tuvo lugar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Desde el punto de vista de las leyes, la justicia ordinaria da más garantías que la deportiva. Al mismo tiempo la profesionalización del deporte ha sido tal que han entrado en juego otro tipo de intereses y por ello, el entramado que se necesita es más complejo y ha dado lugar a un nuevo sistema de justicia deportiva. A esto hay que añadir la complejidad de las normas y la mala regulación de España, basada en la naturaleza pública y privada de las federaciones y la delimitación de sus funciones. Si al cóctel añadimos la lentitud de la justicia, obtenemos casos como el de Ezequiel Mosquera: una sanción impuesta por un organismo deportivo y revocada por la justicia ordinaria… cuatro años después.

En algunas ocasiones aquello de “más vale tarde que nunca” no alivia tanto como se presupone. Algo que se puede aplicar a la historia del ciclista Ezequiel Mosquera. Este viernes, la Audiencia Nacional dio la razón al exciclista gallego anulando la resolución del Comité Nacional de Competición y Disciplina Deportiva de la Real Federación Española de Ciclismo. La misma que lo sancionó por un resultado anómalo de ‘hydroxyethil starch’ en la Vuelta de 2010 y acabó con un prometedor contrato. No fue lo único que se llevó por delante. Ezequiel Mosquera se cansó de esperar la reacción de la justicia y se bajó de la bicicleta. Tres años después de su inhabilitación, la justicia ordinaria ha confirmado una inocencia que él defendió aunque, ¿de qué sirve tanto tiempo después?

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