Un invierno de ensaladas, mountain bike y ‘piques’ con Rijs para asaltar el Tour

La temporada 2013 fue un calvario para Alberto Contador. El ciclista madrileño, acostumbrado a la victoria, no terminó de encontrar su mejor versión y tuvo que claudicar allí donde antes hacía doblar la rodilla a todos sus rivales. El propio Contador llegó a reconocer en agosto pasado que sólo tuvo buenas sensaciones en una etapa del Tour de Omán -donde además ganó Froome-. Sin embargo, en lugar de rendirse, el ciclista de Pinto se alimentó de la derrota y espoleó su orgullo y su raza de campeón para el curso ciclista 2014, donde ya ha ganado tres etapas y la general de Tirreno Adriático a base de espectáculo, eso que tanto necesita este deporte.

Pero antes de su reencuentro con la victoria en la Volta al Algarve, antes de su mano a mano triunfante con la sensación colombiana, Nairo Quintana, en la cuarta etapa de la Tirreno, antes de su exhibición con un ataque lejano camino del muro de Guardiagrele, antes de su entorchado en la general de la carrera de los Dos Mares y antes de verse las caras en este mini Tour de Francia que se ha convertido la Volta a Catalunya con la presencia de Chris Froome, el propio Quintana, Joaquín Rodríguez, Carlos Betancur y un largo etcétera de estrellas. Mucho antes, Alberto Contador ha vivido una larga travesía de trabajo y sacrificio.

El madrileño y sus guardaespaldas de confianza, los Jesús Hernández, Roman Kreuziger, Michael Rogers y Sergio Paulinho, se enclaustraron en Suiza, concretamente en Lugano -donde reside Contador desde la primavera del pasado año-, para poner a punto el privilegiado ‘motor’ del campeón de Pinto. “Ha sido el invierno más duro que he vivido como ciclista”, reconoce Jesús Hernández, compañero, amigo y confidente de Alberto Contador. “Después de la concentración del equipo en Canarias a finales de noviembre, nos hemos puesto el mono de trabajo y ahora podemos ver los resultados”, continúa Jesús. “Lo que ahora se ve que Alberto hace con tanta facilidad lleva un trabajo detrás que muy pocos conocen”, subraya.

El también ciclista madrileño es vecino de Alberto, como lo son Paulinho, Michael Rogers y Oliver Zaugg, entre otros. “Tenemos una buena ‘grupeta’ y, además, de vez en cuando se apunta el jefe”, señala Hernández refiriéndose a Bjarne Rijs, el director del Tinkoff-Saxo. “Cuando viene con el coche nos controla más, pero cuando se apunta con la bici le hacemos sufrir”, comenta entre bromas. “Eso sí, en el llano se ‘pica’ y aguanta. Se nota que tiene clase y que ha competido. Siempre que viene supone un buen test de entrenamiento”, apunta.

Unos entrenamientos que han pasado en gran medida por las montañas que rodean la localidad de Lugano. El Monte Bré, Monte Salvatore y Monte Generoso han sido los testigos de excepción del sacrificio del madrileño. “Han sido horas y horas de mountain bike, monte arriba y monte abajo. Cuando llegaba a casa no quería ni mirar los kilómetros ni las horas que hacíamos porque era mejor no saberlo. Y muchas veces, cuando tocaba dejar un poco de lado la bici, hacíamos el mismo recorrido a pie. Nos conocemos los montes al dedillo”, admite el fiel gregario de Alberto Contador y amigo del madrileño desde que ambos coincidieron en cadetes.

Y al margen de las cargas de trabajo con los medidores de potencia, la bici de montaña, la bici de carretera y las caminatas por el monte se suma el entrenamiento pasivo: el descanso y la alimentación. Alberto ya ha reconocido que a sus 31 años tiene que tener un poco más de cuidado con la báscula porque los kilos no se pierden tan fácilmente como antes. “Yo siempre me he cuidado muchísimo y soy un apasionado de las ensaladas”, reconoce Jesús, “pero este año Alberto se ha sumado a mi dieta y creo que ha pasado un poco de hambre. Cuando le veía con su plato de lechuga en la mesa, le miraba y le decía entre risas ‘bienvenido al club’”, relata con buen humor el madrileño después de todo un invierno de sacrificio.

Jesús Hernández, que cumple su décima temporada en el profesionalismo, volverá a ser un pilar básico para Contador en sus batallas de esta temporada. “No estuve en Tirreno, pero desde esta Volta a Catalunya ya tengo el mismo calendario que Alberto”. El gregario madrileño ha sabido aceptar su rol de escudero y no echa en falta no gozar de lucimiento personal en carrera. “Sé perfectamente cuál es mi papel y soy feliz con él. Me llena tanto mi función que no necesito más. Me siento valorado tanto por mi jefe de filas como por mi equipo y eso es lo importante”, subraya sin perder el buen humor en ningún momento.

Además, reconoce que se queda con lo bueno de su misión. “Cuando veo la presión que soporta Alberto por parte de los medios de comunicación, de los fans, la responsabilidad con los sponsors y el propio equipo… Yo no sería capaz. Para ser un campeón hay que tener cabeza de campeón y Alberto en eso es el mejor”, destaca, deshaciéndose en elogios a Contador, quien prometió que esta temporada se vería su mejor versión y que exhibición tras exhibición está siendo fiel a su palabra, aunque para ello haya tenido que pasar un poco de hambre, patearse los montes suizos y ‘picarse’ con su propio jefe.