Conflicto NBA: tras más de 16 horas de reunión nadie quiso hablar a los medios

Los dueños de los equipos de la NBA y el sindicato de jugadores decidieron irse a descansar después de más de 16 horas de estar reunidos con el mediador federal George Cohen para buscar un acuerdo en la negociación del nuevo convenio colectivo.

Los representantes de ambas partes salieron de la maratoniana reunión sin hacer ningún comentario y solo se confirmó de manera oficial que volverían a reunirse de nuevo dentro de unas horas para seguir con la sesión de trabajo. El primero en salir de la maratoniana reunión, que se celebró en un hotel de Nueva York, fue el director ejecutivo del sindicato de jugadores, Billy Hunter, que lo hizo a las 2:17 de la madrugada, hora local (8:17 en España), sin hacer más comentarios de que "tenemos una orden de no hablar".

Posteriormente el portavoz de la NBA, Tim Frank, informó a los periodistas que esperaban en el lobby del hotel que el mediador Cohen había ordenado a las dos partes que se abstuviesen de hacer comentarios públicos sobre lo tratado en la reunión y la recomendación fue aceptada. Frank confirmó también que ambas partes tienen previsto reunirse de nuevo a las 10 de la mañana de este miércoles, hora local (16:00 hora penninsular española) para continuar con las discusiones de trabajo.

El hombre de Obama trata de arreglarlo

Hasta Barak Obama, hincha reconocido de Chicago Bulls, ha seguido la evolución de las negociaciones desde el despacho oval de la Casablanca. Por la mañana temprano llamó a su amigo George Cohen para desearle suerte en una jornada que iba a ser durísima, casi interminable. Cohen fue nombrado en 2009 por el presidente de los Estados Unidos Director Federal de Mediación y Conciliación. Salió triunfante en el conflicto jugadores-patronal de la NFL, este mismo año; y ya había dado muestras de sus habilidades negociadoras cuando formó parte del equipo de asesores en la Liga de beisbol, en 1995. Pero la NBA es otra cosa: una roca que parece irrompible, y cuya suspensión de la competición en dos semanas lleva costando a las partes más de 340 millones de dólares.

Los jugadores llevaron al hotel neoyorquino una nutrida representación, con Derek Fisher, su presidente, a la cabeza. También se sentaron  Maurice Evans, Chris Paul, Theo Ratliff, Etan Thomas, Matt Bonner, Roger Mason y James Jones. Con ellos, se encontraba el citado Billy Hunter. En la parte empresarial, Peter Holt (San Antonio Spurs), Clay Bennett (Oklahoma City Thunder), Mickey Arison (Miami Heat), Mark Cuban (Dallas Mavericks), Jim Dolan (New York Knicks), Dan Gilbert (Cleveland Cavaliers), Wyc Grousbeck (Boston Celtics),Larry Miller (Portland Trail Blazers), Robert Sarver (Phoenix Suns), Glen Taylor (Minnesota Timberwolves) Jerry y Jeanie Buss (Los Angeles Lakers) y Bob VanderWeide (Orlando Magic).

Las partes han batido todos los records de duración en una negociación en la historia de la NBA. Después de más de 16 horas discutiendo, el acuerdo todavía sigue dormitando y en el limbo. Llegó un punto en que el Sindicato de jugadores decidió llamar a un restaurante chino de comida rápida e invitó a cenar a los periodistas presentes en el hall del hotel.

Un problema de reparto de ingresos

Los empresarios siguen en sus trece: consideran que la excesiva flexibilidad del tope salarial está suponiendo una sangría económica en muchas franquicias (22 de las 30 en la NBA se encuentran en números rojos).  En la actualidad, los jugadores reciben el 57 por ciento de los ingresos de las franquicias en concepto de salarios, algo que la NBA, argumentando los coletazos de una crisis global económica, considera insostenible. Los jugadores Los jugadores están de acuerdo en ello. Así, la última propuesta del sindicato de jugadores plantea un reparto 54,3-45,7 a su favor, mientras que los propietarios piden un 50-50. La clave es ese tope salarial que los propietarios quieren simplificar, mientras que los jugadores se muestran reacios a dejar escapar todas las excepciones (en tiempo y salarios) que han permitido contratos multimillonarios, no sólo a las superestrellas, sino también a su clase media.

La ciudad de Memphis, que acoge a los Grizzilies de Marc Gasol, es una de las franquicias que pierde con el extinto convenio, pero más está perdiendo con la suspensión, y por ello reclama un acuerdo inmediato, porque va a demandar a la NBA por unas pérdidas que por el momento calcula en unos 18 millones de dólares. Otras ciudades parecen dispuestas a engancharse a la demanda. Oklahoma, Orlando y Phoenix se han puesto a la cola.

Las partes se marcharon a descansar para volverse a ver las caras dentro de unas horas. Ya no miran al reloj. La presión que están recibiendo es elevada y no quieren dejar pasar este encuentro a dos asaltos sin que exista, al menos, acuerdo de mínimos. Las caras son tensas y el cansancio es mucho. El miércoles se ha echado encima y ellos seguirán hablando. Es algo positivo, pero todavía queda trecho.