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El Barcelona aguantó gracias a Tomic hasta que surgió la ametralladora de Carroll
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victoria del madrid por 91-78

El Barcelona aguantó gracias a Tomic hasta que surgió la ametralladora de Carroll

19 puntos del americano en el último cuarto decidieron el sexto Clásico de la temporada. Una exhibición de Carroll que hizo inútil en gran partido de Tomic, el clavo al que se agarró el Barça

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Cuando se juega un partido de baloncesto, es realmente complicado pensar en ganarlo cuando se depende casi de manera exclusiva de la inspiración y liderazgo de un solo jugador. A no ser que esa figura la represente Michael Jordan o el mejor Kobe Bryant, mal vamos. Ni ellos ganaban solos. Ni siquiera Juan Carlos Navarro ha ganado partidos sin un mínimo de acompañamiento coral. Mucho hizo el Barça en el Palacio para llegar a ponerse incluso por delante, porque Ante Tomic sumó más del doble de puntos que cualquiera de sus compañeros. Lideró al Barça en puntos, rebotes, asistencias… un chico para todo, pero no suficiente para ganar.

Hacía falta mucho más, como por ejemplo, lo que hizo el Madrid para ganar el sexto Clásico de la temporada (y quitarse de paso el mal sabor del último, la derrota en Euroliga). Puede aparecer un momento estelar de Carroll para anotar 19 puntos en el último cuarto, pero antes el resto de la plantilla completó un partido bastante completo. El Madrid no ganó el encuentro sólo por la salvaje efectividad de un Carroll tocado con la varita, sino porque antes de eso mantuvo al Barça a raya. Fue superior en el global, tuvo un lapsus que se solucionó rápidamente y machacó con la elegancia absolutista de su número 20.

Pero esa prominencia de Tomic habla mal del Barcelona y de la aportación del resto de la plantilla, pero también del Real Madrid. Hay algo que no consigue Pablo Laso ante el Barça y es parar a Tomic. A los azulgranas les ha ganado ligas, copas, supercopas y lo ha eliminado de Euroligas, pero siempre aparece el croata para ponerle los máximos problemas posibles. Laso decide aprovechar el esfuerzo de sus hombres para parar al resto de jugadores azulgranas y durante un buen trecho del partido le salió de maravilla. Sólo anotaba Tomic. Al descanso llegaron Navarro y Huertas sin anotar y Hezonja con dos puntos… hasta que SuperMario decidió aparecer.

Antes de que Hezonja volviese a hacer babear a los ojeadores NBA que estuvieran viendo el partido en el Palacio, el juego colectivo del Real Madrid se había impuesto de manera clara, pero no dictatorial. No pudieron en ningún momento despegarse lo suficiente como para soltarse, para jugar todo lo rápido que le gusta al Madrid y empezar a aumentar las ventajas con un ritmo constante. Ese fue el mérito del Barça y sobre todo de Tomic: mantener vivo a su equipo hasta los últimos dos cuartos.

Pero el Madrid dominaba y mandaba con cierta comodidad. No salía de las ventajas ente 4 y 8 puntos, 10 en algunos casos. Y la mayoría del juego lo basaba en el poste bajo con un Gustavo Ayón cada día teniendo más galones en el juego interior. Pero las bajas de Bourousis y Slaughter (más la de Rudy, que se vistió pero no jugó) fueron algo menos importante porque el que llevaba sin jugar cuatro partidos, Mejri, empezó a anotar todo lo que le caía por su zona. En la lucha de pívots suplentes, el tunecino se comió casi literalmente a Pleiss. Y entre medias aparecía como siempre Felipe Reyes para hacer que el partidazo de Tomic fuera menor.

Fue el tercer cuarto el que rompió el partido a favor del Barça… y posteriormente a favor del Madrid. Me explico: en los últimos cinco minutos de esos penúltimos diez minutos, Tomas Satoransky y Mario Hezonja empezaron a desatarse, a anotar todo, a superar con facilidad las líneas de presión blanca. Pablo Laso paró el partido y empezó a echar la bronca a sus jugadores. ¡Más fluidez, que estáis muy lentos en ataque!, les espetó. Y era verdad. Llull y Sergio no encontraban el dinamismo del resto del partido y el Madrid se pasó varios minutos sin anotar mientras los dos jóvenes del Barça sí lo hacían. Y en un intervalo muy breve, el Barça remontó once puntos y se puso tres arriba. El Madrid no se lo podía creer.

Fue esa reacción del Barça la que le vino bien al Madrid para espabilar y la que cabreó a Jaycee Carroll. Y cabrear a uno de los mejores tiradores de Europa no es la mejor idea que se puede tener. El estadounidense empezó el último cuarto con unos números nada impresionantes, unos tristes siete puntos, pero calentó la muñeca de tal forma que su mano tenía que quemar de solo tocarla. Acabó con 26 puntos como máximo anotador del partido después de que le saliera absolutamente todo. Xavi Pascual no sabía qué hacer. El efecto Hezonja se quedó en nada ante el vendaval Carroll, que anotó en el último cuarto más que todo el Barça (19 por 15). Esa frescura del alero dejó al Madrid con el basket average al superar por cinco los ocho puntos que le sacó el Barça en el partido de la primera vuelta. Y con esta derrota, el club azulgrana ve amenazada incluso su tercera plaza.

Cuando se juega un partido de baloncesto, es realmente complicado pensar en ganarlo cuando se depende casi de manera exclusiva de la inspiración y liderazgo de un solo jugador. A no ser que esa figura la represente Michael Jordan o el mejor Kobe Bryant, mal vamos. Ni ellos ganaban solos. Ni siquiera Juan Carlos Navarro ha ganado partidos sin un mínimo de acompañamiento coral. Mucho hizo el Barça en el Palacio para llegar a ponerse incluso por delante, porque Ante Tomic sumó más del doble de puntos que cualquiera de sus compañeros. Lideró al Barça en puntos, rebotes, asistencias… un chico para todo, pero no suficiente para ganar.

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