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Sobre la bocina y con un tiro imposible, el Barça de Marcelinho se mete en la final
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victoria en el quinto partido ante el valencia (75-77)

Sobre la bocina y con un tiro imposible, el Barça de Marcelinho se mete en la final

El brasileño se sacó de la manga un lanzamiento inversosimil para doblegar al Valencia (75-77) y meter al Barcelona en su octava final consecutiva

Foto: Marcelinho, en pleno éxtasis tras lograr el tiro de la victoria en el quinto partido de la semifinal ACB ante el Valencia Basket. (Efe)
Marcelinho, en pleno éxtasis tras lograr el tiro de la victoria en el quinto partido de la semifinal ACB ante el Valencia Basket. (Efe)

De hoy no pasada. Era el quinto y decisivo partido y no había más oportunidades. Y en ese escenario, con la presión ahogando y el balón ardiendo,llegó un tiro para dominarlos a todos. Una serie de locos que acabócon la locura más deliciosa de todas. Con el partido empatado y los dos equipos enfrascados en un duelo vibrante, un Marcelinho Huertas gigantesco (22 puntos, 5 rebotes, 9 asistencias) puso el broche de oro a una memorable actuación. El base brasileño se sacó de la manga un tiro con rectificado en el aire marca de la casa paradoblegar a un más que digno Valencia Basket (75-77)y meter al Barcelona en su octava final ACB consecutiva.En una lucha a vida o muerte, sólo podía quedar uno. El Valencia termina un año excepcional ahogado en el lamento y la desolación que provocó el lanzamientoimposible de uniluminado.

A la tensión intrínseca del choque se unía la fatiga acumulada por ambos contendientes durante el curso. El Barcelona afrontaba la cita en territorio hostil con 73 partidos en sus piernas, siete más que su rival. Pascual metía a Oleson en detrimento dePapanikolaou, sin saber que la inspiración dependería de su extensión en la pista. La Fonteta acudió fiel a la cita y animó sin cesar,en busca de remontar un 0-2 en contra por primera vez en la historia de la ACB. Sobre el parquéestaban todos los que eran. La elegancia y finura deJustin Doellman, la batuta de Marcelinho, quien se adueñó del cortijo desde el arranque y un Navarroque, dos días después de cumplir los 34, danzaba con soltura y buscaba el aro con ahinco.

En los banquillos cada aspirante era fiel a sus principios. Mientras Pascual tragaba saliva, Perasovic mostraba su histriónico carácter desdel el primer tiempo muerto. A diferencia del Ipad de Orenga, en el caso del técnico croata el clásico rotulador se deslizaba sin orden y sentido por la pizarra(20-18, minuto 10). Tácticamente, las sensibles ausencias de Pablo Aguilar y Dubljevic han supuesto un escollo que sortear, obligándole a extremar las precauciones con las personales y a reajustar con parches una defensa interior impotente ante el poderío azulgrana. La pasión y el entusiasmo se apoderaron del ambiente. No había tiempo para sestear, era el momento de dar un paso al frente.Tomic, menguado e indolente en las dos derrotas del Palau, machacaba hasta tres veces consecutivas el aro valenciano, desahogando el océano de frustraciones que le acechan cada vez que la entidad de la cita le requiere debajo del foco. Hoy estuvo y su equipo lo agradeció.

El fragor de la batalla deparaba duelos deliciosos sobre el parqué. El respetuoso entre los dos capitanes, Juan Carlos Navarro y Rafa Martínez, dio paso al músculo puro y cierto descontrol ofrecido por Sato y Papanikolaou, batidos en una lucha sin cuertal. Una batalla que acabó con una técnica para cada lado a fin de enfriar los ánimos. Salió victorioso el centroafricano de la excesiva efusividad de la perla griega al encadenar cinco puntos consecutivos y forzar la tercera personal del ex de Olympiacos. “A sufrir en defensa”, arengaba Xavi Pascual en un tiempo muerto con el que quería frenar un parcial de 7-0 que otorgaba la máxima ventaja al cuadro taronja (41-30, minuto 19). Encomendados a la claridad de ideas de Marcelinho, el Barcelona fue capaz de aguantar el tipo, lo justo para no hipotecar su futuro demasiado pronto (43-34, minuto 20). Sabían que peor que en las dos derrotas del Palau no podía ir. La reacción tenía que llegar.

Pese a las dudas y los varapalos sufridos durante un curso titubeante, la resiliencia de los azulgrana es una virtud que le hace competir cuando más feas se ponen las cosas. El trío Tomic-Navarro-Huertas comandó el despertar de un equipo envalentonado, con ganas de demostrar que le quedaba una última bala en la recámara. Ni Sada ni Pullen, a años luz del nivel exhibido por el brasileño, tuvieron opción en un partido crucial. En medio de la vorágine barcelonista, llegó la cuarta de Doellman. Un punto de inflexión que escocía y castigaba la valentía de un Perasovic con los cromos contados para afrontar el reto.

El resurgir del Barça nos brindó un intercambio de golpes desigual, aunque no por ello menos exuberante. Dos equipos luchando cuerpo a cuerpo, dejándose la pie y el alma en cada acción. Unos aguantando el chaparrón con la mejor cara posible; los otros recuperando sensaciones perdidas. La alocada estadística que define a la serie destacaba la importancia del tercer acto: quien se apunta el parcial gana el partido. Y así fue en el quinto (14-27). El incesante arropo desde el banquillo culé contrastaba con la ensordecedora pitada que la Fonteta, enrabietada más por el crecimiento del contrario que por alguna discrepancia arbitral (57-61, minuto 30).

Con Doellman en el banco mordiéndose las uñas, el Valencia se aferraba a Romain Sato, uno de los líderes espirítuales de un equipo iracundo, afanado en detener la samba de un Marcelinho incombustible que anotaba, asistía y defendía. Un tres en uno. Perasovic no aguantó más y puso en cancha ala-pívot de Cincinnati para jugarse a cara de perro los últimos minutos de un duelo frenético. Y el hombre que el próximo curso podría vestir de azulgrana no defraudó. Al menos permitía contrarrestar la inabordable inspiración del trío de ases culé. No había tregua y, como rezaban las consignas desde el banquillo taronja, quedaba mucho tiempo (67-71, minuto 38).

En los momentos críticos, el ‘sí se puede’ de La Fonteta espoleó a los suyos para seguir con vida más allá de los 40 minutos de juego. Siempre a remolque, a espaldas del cursillo avanzado de ‘pick and roll’ propuesto por Marcelinho y Tomic, los triples de Rafa Martínez y Sam Van Rossom dejaban el 73-75 en el marcador a menos de un minuto para el final. Fue ahí cuando Tomic se topó con la impactante figura de Romain Sato. El versátil jugador africano taponó sin piedad la falta de predisposición a la hora de bregar en el barro del croata. A los pocos segundos, cuando el pánico hizo tirar un triple precipitado a Vam Rossom, volvió a saltar más que nadie para hacerse con un rebote ofensivo. Era el momento de asumir galones y Sato, con sangre fría, empataba el choque con un suave tiro lateral de cinco metros mientras la Fuente de San Luis estallaba de alegría (75-75), ajenos al drama que se estaba gestando en la pizarra del Barça.

Quedaban 7 segundos y el hombre de la tarde, con 40 minutos sobre sus piernas, no quería alargar la contienda. Navarro sacó de fondo y Marcelinho, como llevaba haciendo toda la tarde, recibió con seguridad. El Valencia, en bonus, iba a defender la acción. El base del Barcelona se fue al lado derecho de la cancha, encaró y aceptó el reto ante Lishchuk, aturdido en el‘miss match’ junto al triple frontaltras cambiar en el bloqueo con Vam Rossom. Tras superarle sin complicaciones, se elevó a cuatro metros del aro para sacarse de las entrañas uno de esos tiros que, además de poner el broche de oro a una actuación inolvidable,permaneceráen la retina de los aficionados. Tablero en rojo y la Fonteta en estado de shock.Las lágrimas del pivot ucraniano flagelándose por no haber podido frenar la frivolidad de un colosal Marcelinho ilustranla tragedia. El héroe, en un acto que le honra, fue a consolar a su víctima, pero el daño ya estaba hecho. Al borde del precipicio, el Barcelona evita la caeren el último suspiro. Ahora, en el último escalón, aguarda un Real Madrid hambriento, deseoso de alejar los fantasmas de la derrota en la final de la Euroliga. El jueves en el Palacio (21.30 horas), primer asalto. Que empiecela fiesta.

Ficha técnica:

75.- Valencia Basket (20+23+14+18): Van Rossom (10), Lafayette (6), Ribas (2), Doellman (18), Lishchuk (8) -cinco titular- Triguero (4), Sato (17), Lucic (2) y Rafa Martínez (8).

77.- FC Barcelona (18+16+27+16): Huertas (22), Navarro (11), Papanikolaou (4), Nachbar (-), Tomic (20) -cinco titular- Dorsey (5), Abrines (4), Oleson (2), Lorbek (9) y Lampe (-).

Árbitros: Hierrezuelo, Pérez Pizarro y Conde. Sin eliminados.

Incidencias: quinto y último partido de la semifinal de la Liga Endesa disputado en el pabellón de la Fuente de San Luis ante 8.500 espectadores.

De hoy no pasada. Era el quinto y decisivo partido y no había más oportunidades. Y en ese escenario, con la presión ahogando y el balón ardiendo,llegó un tiro para dominarlos a todos. Una serie de locos que acabócon la locura más deliciosa de todas. Con el partido empatado y los dos equipos enfrascados en un duelo vibrante, un Marcelinho Huertas gigantesco (22 puntos, 5 rebotes, 9 asistencias) puso el broche de oro a una memorable actuación. El base brasileño se sacó de la manga un tiro con rectificado en el aire marca de la casa paradoblegar a un más que digno Valencia Basket (75-77)y meter al Barcelona en su octava final ACB consecutiva.En una lucha a vida o muerte, sólo podía quedar uno. El Valencia termina un año excepcional ahogado en el lamento y la desolación que provocó el lanzamientoimposible de uniluminado.

Juan Carlos Navarro