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Las mujeres derriban el último muro del atletismo: los 50 kilómetros marcha
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Las mujeres derriban el último muro del atletismo: los 50 kilómetros marcha

La marcha femenina siempre ha tenido problemas para equipararse al campo masculino. Esta semana se ha roto un muro histórico: la primera atleta en los 50 kilómetros

Foto: Erin Taylor-Talcott, en Roma (Reuters)
Erin Taylor-Talcott, en Roma (Reuters)

En Estados Unidos el riesgo de terminar litigando es siempre alto. Es una sociedad judicializada al extremo, proclive al pleito por los más diversos motivos. La IAAF lo sabe, y por eso actuó con tiempo cuando supo que una atleta pretendía pasar por los tribunales para exigir su derecho a participar en los 50 kilómetros marcha, una de las últimas barreras que quedaban por derribar en el deporte femenino. Más valía adelantarse y tomar una decisión que esperar a que la justicia lo impusiese, que era lo más probable en un caso así.

Erin Taylor-Talcott, que así se llama la atleta litigante, se convirtió en la Copa del Mundo de Roma en la primera atleta en haber competido oficialmente en los 50 kilómetros marcha de una prueba internacional. Terminó cuadragésima, con 4 horas, 51 minutos y 8 segundos, a casi siete minutos del último de los hombres participantes. El resultado era un poco lo de menos, ella estaba allí más para hacer historia que para romper un crono.

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En realidad la marcha atlética ha sido siempre un reto para la igualdad, una de las disciplinas en las que la mujer lo ha tenido más difícil. Los primeros Juegos Olímpicos en los que se compitió entre los hombres fueron los de 1908 en Londres, pero las mujeres no pudieron disfrutar de lo mismo hasta Barcelona 92. Debutaron con 10 kilómetros, distancia que fue doblada en Sidney 2000, cuando la española María Vasco consiguió la que, por el momento, es la única medalla española en la marcha femenina. Varias décadas de distancia para conseguir solo una parte de igualdad. Queda aún derribar la barrera de los 50 en los Juegos. Y, por el momento, ahí sigue el muro, aunque después del proceso de Taylor-Talcott esté mucho más cerca.

Los problemas de igualdad en la marcha

"Ya toca hacerlo, este retraso no es un fallo de ahora sino de los últimos 100 años", explica Santi Pérez, que fue olímpico en los 50 y ahora es el responsable de marcha atlética de la federación española. "Es evidente que los 50 son una prueba muy dura, pero si la puede hacer un hombre también la puede hacer una mujer. Deportivamente no hay ninguna prueba que no pueda hacer una mujer", cuenta Pérez.

"Ya tocaba hacerlo, este retraso no es un fallo de ahora sino de los últimos 100 años", explica el exmarchador Santi Pérez

"Es algo que acaba de empezar y hay mucha gente que ha luchado para que esto se ponga en marcha. Si se puede hacer un maratón femenino también se puede hacer un 50, me parece muy bueno que se haya implantado ¿por qué no vamos a poder hacerlo", reflexiona Raquel González, que logró recientemente en Roma una plaza para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en la modalidad de 20 kilómetros. "Antes se graduaban las pruebas más, pensaban que el cuerpo de una mujer quizá no podía aguantarlo, pero se está viendo que la capacidad de la mujer es superior de la que se creían", remarca la atleta.

Para que Taylor-Talcott pudiese competir la IAAF tuvo que cambiar la normativa del atletismo mundial. El artículo 261 de las reglas de competición de la federación internacional de atletismo ahora incluye la opción de que las mujeres marchen en los 50 kilómetros. Se llegó en realidad a una solución intermedia. La disciplina, en lugar de lo que es corriente en el atletismo, ha pasado a ser una prueba mixta. Las mujeres y los hombres compiten juntos y necesitan las mismas marcas mínimas para entrar en los campeonatos.

Esto, de facto, impide que las mujeres puedan llegar, por el momento, a los grandes campeonatos, pues las mínimas se sitúan pensando en el metabolismo de los hombres y son duras, difícilmente alcanzables para las mujeres. Como lo sería en cualquier otra prueba, por ejemplo la mínima masculina en los 100 metros (10.16) está por debajo del récord del mundo femenino (10.49). Pero en la Copa del Mundo, que se disputó en Roma, las cosas fueron algo diferentes. En esa prueba no había mínima, pues era por equipos y cada selección podía incluir en su lista a quien quisiese. La IAAF dispone equipos de siete participantes, de los que cinco marcas cuentan para la clasificación final por equipos, sin importar el sexo del atleta. Taylor-Talcott pudo gracias a ello formar parte del equipo y convertirse en la primera en participar en la prueba.

"Es el último paso para asegurar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en las competiciones de la IAAF. En las últimas décadas hemos visto la introducción del salto con pértiga y el lanzamiento de martillo entre las mujeres. Aunque sigue habiendo algunas diferencias entre las disciplinas masculinas y femeninas (en cuestión de altura de las vallas, distancia en las vallas, pesos en los lanzamientos y pruebas en la combinada) los 50 kilómetros marcha eran por el momento el único evento que no estaba abierto a las mujeres", comentaba tras conocerse la decisión Sebastian Coe, presidente de la federación internacional además de una de las mayores leyendas vivas del atletismo.

Un desafío psicológico

"Es un paso enorme para los derechos de las mujeres", comentaba Taylor-Talcott en un comunicado tras conocer su inclusión. "Siento muchas emociones en este momento, pero la principal es la ilusión de poder competir contra los mejores en el mundo", añadía la marchadora. "No hay ninguna razón para que no se hiciese la prueba femenina, las mujeres corren maratón desde hace años, incluso iron man triatlón", cuenta Carlos Cordente, profesor de INEF en la Politécnica de Madrid, especializado en atletismo.

Taylor-Talcott ha superado el reto, pero queda mucho hasta una igualdad real, hasta que las mujeres puedan competir en su propia modalidad, como se hace en el resto de las pruebas de atletismo. Los 50 kilómetros marcha suponen al menos cuatro horas sobre el asfalto, mucho tiempo para sufrir y para pensar. Un desafío extremo. "Lo que se dice vulgarmente, y es cien por cien real, es que la prueba es un tema fundamentalmente de cabeza", cuenta Santi Pérez. "Es física y fisiológicamente muy duro, pero especialmente es duro en el plano psicológico, son más de cuatro horas compitiendo a máxima intensidad. Esto se supera con mucho entrenamiento y mucha preparación mental, sabiendo a lo que te enfrentas y que la recompensa cuando llegas a la meta es mayúscula, porque quiere decir que has pasado muchos obstáculos hasta el resultado final", dice el seleccionado español.

"Si se puede hacer un maratón femenino también se puede hacer un 50, me parece muy bueno que se haya implantado", cuenta la marchadora Raquel González

Los marchadores llevan en gala una frase que Pérez repite. "En la dureza está su belleza y su recompensa". Estar 50 kilómetros en la carretera supone una concatenación de esfuerzos. "En tanto tiempo el cuerpo tiene que superar muchos obstáculos fisiológicos, hay muchos cambios en el metabolismo y se convierte en un tobogán, primero vas bien, luego mal, luego otra vez bien...es parte del juego", dice el director técnico español.

"A nivel fisiológico es una prueba durísima, vacía completamente al atleta, los lleva muy muy al límite. Es habitual ver a un atleta atendido por enfermeros a la llegada. Luego está la parte mental, a nivel psíquico es tremendo, al nivel del triatlon iron man, que son pruebas de reto", comenta el profesor Cordente.

La fortaleza mental es algo que Erin Taylor-Talcott tiene sobradamente demostrado. No en vano, su lucha por participar ha durado tiempo y ha sido fatigosa. "No pude decir cuántas veces me han dicho que no me preocupara, que nunca me iban a dejar. Poder hacerlo ha sido una reivindicación en cada paso", comenta la marchadora. "Era un problema general, el sentimiento de que las cosas son así y nunca iban a cambiar. Pero han cambiado", sonríe con ganas al demostrar que no hay barrera que una mujer no pueda derribar.

En Estados Unidos el riesgo de terminar litigando es siempre alto. Es una sociedad judicializada al extremo, proclive al pleito por los más diversos motivos. La IAAF lo sabe, y por eso actuó con tiempo cuando supo que una atleta pretendía pasar por los tribunales para exigir su derecho a participar en los 50 kilómetros marcha, una de las últimas barreras que quedaban por derribar en el deporte femenino. Más valía adelantarse y tomar una decisión que esperar a que la justicia lo impusiese, que era lo más probable en un caso así.

María Vasco Juegos Olímpicos Juegos Reino Unido Federación Internacional de Atletismo (IAAF)
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