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El cóctel de pinchazos y pastillas con el que los culturistas ganan hasta 20 kilos
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cuerpos de mentira, dopaje de verdad

El cóctel de pinchazos y pastillas con el que los culturistas ganan hasta 20 kilos

El culturismo arrastra desde hace décadas la mala fama ser una disciplina donde hay barra libre de sustancias dopantes. Y, en cierto modo, es un sambenito que está justificado

El Crom, en la zona de Pueblo de Nuevo de Madrid, es un pequeño gimnasio de barrio. Allí no hay elípticas ni cristaleras que dan a la calle para que los que pasan por la acera miren y piensen que un año más han incumplido su propósito de hacer ejercicio. Es un semisótano adonde la gente va a levantar pesas. Nada más y nada menos. En una pared hay un póster de Arnold Schwarzenegger en su época de culturista. La foto muestra un cuerpo descomunal, por tamaño y volumen de sus músculos. Esa imagen está colocada ahí casi a modo de recordatorio para los que acuden al gimnasio, algunos de ellos con experiencia en competiciones de culturismo: conseguir eso es imposible a menos que utilices sustancias dopantes. Por mucho que te machaques, nunca llegarás a tener un cuerpo así.

Hace unas semanas, la espantada de varios culturistas en un campeonato en el País Vasco cuando se enteraron de que había controles antidopaje generó mucha atención en un deporte que arrastra la mala fama de albergar una barra libre del consumo de sustancias, en su mayoría esteroides anabolizantes derivados de la hormona testosterona. Esa mala imagen no es infundada. "La realidad es que el culturismo tanto a nivel de ocio como a nivel competitivo siempre ha estado asociado al uso de sustancias que hoy se consideran dopantes", afirma el Daniel Prada, uno de los dueños del gimnasio Crom y miembro de la Asociación Española de Culturismo Natural (AECN), a la que le ha venido bien todo este ruido para reivindicar que hay una opción más limpia, como la que ellos practican.

Prada mide 1,80 metros, y vestido con pantalón de chándal y camiseta no llama demasiado la atención. Está fuerte, pero nada excepcional. Sin camiseta la cosa cambia, pero su cuerpo es muy diferente a lo que pueden verse en muchas competiciones de culturismo que no se definen a sí mismas como naturales. "Es una opción de competición o preparación en la que asumimos que no podemos usar sustancias que estén prohibidas y buscamos asociaciones en las que haya controles antidopaje que nos permitan saber que estamos compitiendo en igualdad de condiciones y sin ayuda externa", explica.

¿Se puede conseguir un cuerpo como el de los culturistas que compiten en las competiciones que no son naturales sin tomar nada? Prada es tajante: "No. Hay un límite que se supera cuando se utilizan sustancias. Nosotros intentamos transmitir que se pueden conseguir unos logros muy buenos sin ellas. Pero hay unos resultados muy extremos que estamos convencidos de que son imposibles. Por más que yo pueda hacer las cosas bien, sé que no voy a poder conseguir el cuerpo de un culturista de mi misma altura que tiene 15 o 20 kg más. Esa es la realidad".

Busquen en Google vídeos y fotos de competiciones de culturismo y verán cuerpos hipertrofiados. Son de verdad, pero están construidos en base a una mentira: el consumo de sustancias dopantes, en su mayoría esteroides anabolizantes. El propio Schwarzenegger, que ganó Míster Olympia seis veces seguidas en los 70, ha reconocido que los tomaba en su época de culturista. Y el panorama apenas ha cambiado desde entonces.

"La testosterona es la hormona madre, de ahí parte el resto", dice Antonio Ramos Gordillo, doctor en Medicina y profesor de Actividad Física y Salud en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. "En el trabajo de la fuerza, la inmensa mayoría consume sustancias derivadas de esa hormona, esteroides anabolizantes androgénicos. La testosterona es la hormona que más se utiliza y además es tremendamente agresiva en su consumo", explica. "Y hay gente que utiliza hormonas de caballo, con lo cual estamos complicándolo mucho más".

Los efectos secundarios

"Es muy grande la amplitud de esteroides anabolizantes que los deportistas utilizan en eso que llamamos ciclos para modificar su estructura anatómica y morfológica. En dosis altas y durante largos períodos de tiempo, van a generar unos determinados efectos adversos. Efectos que muchos no quieren reconocer porque interpretan que, a través de unos determinados protectores, no van a ocurrir, y no es cierto. Esos protectores no sirven absolutamente para nada, van a provocar daños", continúa el doctor.

En el año 2005, Ramos Gordillo publicó junto a otros seis médicos un estudio sobre los efectos del consumo de esteroides anabolizantes en un grupo de 16 culturistas (aquí puedes consultarlo en inglés). Los resultados fueron esclarecedores: desde ginecomastia (aumento de la mama masculina) a impotencia sexual y atrofia testicular, pasando por alteraciones serias en el eje hipotálamo-hipofisario, patologías psiquiátricas y problemas cardiovasculares. Dos incluso desarrollaron tumores hepáticos y uno de ellos falleció. "Muchos de esos efectos se convierten en irreversibles y necesitas tratamientos continuados. Es como cuando se presenta una enfermedad crónica", explica el doctor.

"Los efectos secundarios los conoce toda la gente. Es como las drogas de ocio, que no dejan de ser consumirlas porque en el fondo les compensa, supongo. Aquí pasa lo mismo. Los resultados suelen ser tan evidentes que dicen: bueno, serán a largo plazo, eso les pasará a otros...", dice Daniel Prada. "A todo el mundo parece que le gusta lo fácil y no el trabajo continuado", dice Ramos Gordillo, que considera que los cuerpos que lucen en algunas competiciones de culturismo son inalcanzables solo a base de pesas. "Detrás de esa exageración y ese marcaje de los músculos hay un uso de esteroides anabolizantes. Nadie se acuesta con 80 kilos y se levanta con 120. Es imposible. No se consigue en una noche".

El mercado negro de medicamentos

placeholder Un mensaje de Facebook ofreciendo esteorides a un culturista de la AECN.
Un mensaje de Facebook ofreciendo esteorides a un culturista de la AECN.

Lo que sí es fácil de conseguir son ese tipo de sustancias. Los culturistas contactados para este reportaje afirman que los ofrecimientos son habituales. "En cualquier gimnasio siempre hay alguien que te las ofrece. No los dueños, que no se suelen mojar, sino gente que está allí. Y ahora por internet, en las redes sociales. En la página de la asociación nos están entrando continuamente ofrecimientos de gente para vender anabolizantes. Hoy en día es muy fácil conseguirlos", afirma Sandra López, presidenta de la AECN, que tiene más de 400 culturistas asociados.

Javier Molinera, inspector jefe de la Sección de Consumo, Medioambiente y Dopaje de la Policía Nacional, confirma que el tráfico de sustancias está muy expandido y que los gimnasios sirven como centros de distribución. "Solemos realizar de media unas 20 operaciones al año sobre redes de tráfico de medicamentos. Rara es la operación en la que no nos sale vinculado uno o varios gimnasios. Al final, el objetivo de estas redes es encontrar el mayor número de usuarios que quieran obtener algo que no es fácil de obtener legalmente. Si vas a una farmacia y pides a anabolizantes, la probabilidad de que te los vendan es cero, porque no tienes la receta. Vas a tener que acudir a una red ilegal", explica.

Esas redes también distribuyen a través de internet. "Hay una gran operación internacional, llamada Pangea, que anualmente bloquea 1.500/2.000 dominios, aunque vuelven a proliferar como champiñones en un día de lluvia", dice Molinera. "Esos medicamentos son falsos, ilegales o ilícitos. En ningún caso vamos a encontrar en la red un medicamento sujeto a prescripción que sea bueno. Ni la eficacia, ni la eficiencia ni la seguridad de ese medicamento nos asegura el resultado. La realidad es que, al final, lo que te están vendiendo es un producto basado en la testosterona con el que consigues justo lo contrario a lo que buscas. Nadie te habla de los efectos secundarios". Uno de ellos, la disfunción eréctil, provoca que entre los medicamentos más incautados estén las pastillas que sirven para aumentar la libido.

Molinera explica de manera sencilla el negocio: conseguir un kilo de testosterona en China y comprar todo el material necesario para montar un laboratorio cuesta unos 1.000 euros. De ahí pueden salir unos 350 viales de 50 ml que pueden venderse a 50 euros cada uno. En total, más de 15.000 euros de ganancias. El origen de las sustancias y su manipulación en laboratorios clandestinos aumenta el riesgo. "Nunca sé quién lo ha hecho, no sé la composición, no sé siquiera si es lo que voy buscando o si soy alérgico. Todo son problemas, además de ser más caro", dice Molinera. "Si la sustancia es tóxica de por sí, cuando se compra y no se sabe el origen, probablemente sea mucho más tóxica, porque no es una sustancia pura. A mayor toxicidad, mayor efecto secundario", apunta Ramos Gordillo.

Molinera, Prada y Ramos Gordillo coinciden en que todo sigue más o menos igual que hace dos décadas. Puede cambiar el nombre de la sustancia, pero no el principio activo. Se sigue consumiendo lo mismo de la misma manera. "La parte buena es que en los últimos tres o cuatro años está habiendo un repunte del culturismo natural. Estamos empezando a ser más visibles, a tener sitios donde competir y a tener la posibilidad de llevar este deporte al público de una manera que la gente no nos asocie con ese tipo de sustancias", señala Prada.

"Solemos realizar de media unas 20 operaciones al año sobre redes de tráfico de medicamentos. Rara es la operación en la que no nos sale vinculado uno o varios gimnasios", dice el inspector Molinera

Una incidencia muy alta del dopaje

Las estadísticas indican que la incidencia del dopaje en el culturismo y en especialidades cercanas como el fitness, el crossfit o el levantamiento de potencia es enorme. En 2017, según datos de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), de los 1301 controles realizados en culturismo y fitness (la AMA los une), 292 dieron positivo, un 22 %. La media de todos los deportes fue de un 1,43 %, un 2,59 % si solo se tienen en cuenta los que no son olímpicos. Ese 22 % es el porcentaje más alto de los últimos cinco años, en los que el número de positivos no ha parado crecer. Y la mayoría corresponde a esteroides anabolizantes.

Muy pocos de esos controles se realizaron en España, donde el culturismo no está reconocido como deporte por el Consejo Superior de Deportes (CSD). Hay varias organizaciones, cada una con sus propias competiciones, todas a su vez asociadas a organismos internacionales, como la Federación Española de Fisicoculturismo y Fitness (FEFF/IFBB), la WNBF Spain o la Asociación Española de Culturismo Natural, que organiza este fin de semana en Madrid un campeonato del mundo. También algunas a nivel autonómico, como la Federación Catalana de Fisicoculturismo y la Asociación Vasca de Fisicoculturismo y Fitness, ambas reconocidas por sus gobiernos regionales.

La falta de una regulación y una centralización de las competencias evita que la lucha antidopaje sea tan efectiva como en otros deportes. La Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD) no tiene competencias para realizar controles a los participantes en esas competiciones porque no son deportistas federados. Lo que hay son acuerdos privados: las autoridades antidopaje realizan controles, pero son las asociaciones las que sancionan. La AEPSAD colabora con la AECN, que paga para que el Laboratorio Antidopaje de Madrid analice las muestras. El culturismo no forma parte de la planificación global de la agencia, pero con ese acuerdo, que exige que la AECN tenga una regulación equivalente a la de la AMA, la AEPSAD sí realiza los controles.

Aún queda mucho camino. Prada es autocrítico y reconoce que, aunque están dando pasos en la buena dirección, la situación es mejorable. "Yo siempre lo digo: hay que ser muy tonto para que te pillen en un control antidopaje que sabes que te van a hacer en un campeonato determinado", dice. Los pocos controles que hay, sin embargo, ayudan a ondear la bandera de la limpieza, sirven para convencer a los escépticos de que se puede conseguir un cuerpo de culturista sin tomar sustancias prohibidas y les permite diferenciarse de las competiciones que no los hacen.

La relación entre la FEFF y la AECN es inexistente, por lo que un acuerdo en busca de un reconocimiento del culturismo no parece probable. "Nosotros tenemos competidores que antes competían ahí porque no había otra opción. Pero lo hacían en desigualdad de condiciones. No quiero decir que todos los que estén en la IFBB se ciclen. No lo he dicho ni lo diré nunca, pero sí que al no haber normas, nunca se sabe", dice Sandra López.

El Crom, en la zona de Pueblo de Nuevo de Madrid, es un pequeño gimnasio de barrio. Allí no hay elípticas ni cristaleras que dan a la calle para que los que pasan por la acera miren y piensen que un año más han incumplido su propósito de hacer ejercicio. Es un semisótano adonde la gente va a levantar pesas. Nada más y nada menos. En una pared hay un póster de Arnold Schwarzenegger en su época de culturista. La foto muestra un cuerpo descomunal, por tamaño y volumen de sus músculos. Esa imagen está colocada ahí casi a modo de recordatorio para los que acuden al gimnasio, algunos de ellos con experiencia en competiciones de culturismo: conseguir eso es imposible a menos que utilices sustancias dopantes. Por mucho que te machaques, nunca llegarás a tener un cuerpo así.

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