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Obama rinde culto al camello de 'The Wire'
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Obama rinde culto al camello de 'The Wire'

El Presidente de EEUU entrevista a David Simon, creador de la serie, para analizar el fracaso de la guerra contra las drogas

Foto: Barack Obama y David Simon (White House)
Barack Obama y David Simon (White House)

Cuenta la leyenda que HBO estuvo a punto de suspender The Wire (2002/2008) durante la primera temporada porque era “aburrida” y “no ocurría nada”. Pero sí pasaban cosas, vaya si pasaban, y más que iban a pasar tras finalizar sus cinco temporadas: de su conversión en el gran título televisivo de culto del siglo XXI (siempre a posteriori: los Emmy ignoraron olímpicamente la serie mientras se emitió) a un inaudito acontecimiento reciente que supone, de hecho, la traca final de ese fenómeno cultural llamado The Wire.

Barack Obama, cuadragésimo cuarto Presidente de los EEUU, recibió hace unos días en la Casa Blanca al creador de la serie, David Simon. Con honores no ya de Jefe de Estado, sino de algo muchísimo mejor: con honores de estrella del rock. Con el mismísimo presidente del mundo libre haciendo reverencias verbales al ideólogo de una de las series más demoledoras hacia el modo en que se organiza el mundo libre.

En efecto, lo nunca visto: Barack Obama entrevistando a David Simon en la Casa Blanca. ¿No se lo creen? Pues pinchen aquí:

Obama comienza la entrevista en modo groupie: No es que The Wire sea una de las mejores series de todos los tiempos, dice, es que es “una de las grandes obras de arte de las últimas dos décadas”. Duras palabras, sí.

No obstante, el Presidente recupera enseguida la compostura periodística para ir al grano; es decir, al gramo. Obama le pregunta por el contexto en el que surgió The Wire, y Simon procede a describirle un panorama truculento que sonará a los fans de la serie: Baltimore, años ochenta, la guerra contra las drogas ha llevado a la ciudad al colapso institucional. Policías dedicados en exclusiva a perseguir a camellos de poca monta, prisiones saturadas, calles convertidas en el salvaje oeste y una brutal cantidad de recursos públicos dilapidados en una batalla que no puede ganarse.

'Salían de prisión completamente enfangados; no podían ni votar ni participar en sus comunidades, y no había rastro de sus familias'

Y el político demócrata, aún subrayando los progresos de los últimos años, acaba dando la razón a Simon: las autoridades se centraron tanto en perseguir los trapicheos de los camellos que “perdieron de vista lo realmente importante: lo que quiere la gente es sentirse segura”. Por no hablar de las consecuencias penales de dicha política, que Obama resume así: la “explosión” de la población reclusa llevó a un número “desproporcionado” de negros y latinos a la cárcel, y activó el círculo vicioso: camellos a los que la prisión transformaba bien en “delincuentes peligrosos” bien en “parados” crónicos” sin otra posibilidad que “volver” a las andadas en cuanto pisaban otra vez las calles. Todo un sistema penal/represivo cuyo mantenimiento le sale al Estado a precio de beluga.

Simon amplia los comentarios del Presidente sobre la imposibilidad de la reinserción: “Salían de prisión completamente enfangados; no podían ni votar ni participar en sus comunidades, y no había rastro de sus familias; las familias habían quedado destruidas y las comunidades, vencidas”.

Es entonces cuando el creador de The Wire pega el tiro de gracia a toda una época de políticas penales erráticas: “Si todas estas medidas draconianas hubieran funcionado, al menos podríamos estar hablando de su eficacia: 'Sí, son terribles e inhumanas, pero funcionan'. Pero no funcionan. Son draconianas y encima no funcionan”.

Omar Little está en la casa

El momento álgido de la entrevista se produce cuando Obama confiesa su fascinación con el que quizá sea el personaje más emblemático de la serie: Omar Little, el camello que va por libre, el outsider con un código de honor, un Robin Hood punk para la era del crack y la crisis urbana.

He aquí el intercambio sobre Omar Little para acabar el artículo en lo más alto:

Simon: “El fulano que sirvió de modelo a Omar era un tipo real llamado Donny Anders. Nunca pensé que acabaría pronunciando este nombre en la Casa Blanca… Vivió la vida de la calle: pasó varios años robando a los traficantes, vivía al límite. Finalmente le cayó una sentencia de 17 años, y se la merecía, pero el asunto es que nadie le había cazado cometiendo un delito: se entregó él porque se arrepintió de lo que había hecho. Hizo todo lo que los fiscales le pidieron. Salió de la cárcel 17 años después y lo único que quería era devolver a West Baltimore lo que le había quitado. Había pasado 17 años en prisión y lo único que quería era implicarse en solucionar el desastre. Sobre el papel, este hombre –que es un hombre extraordinario, uno de los más extraordinarios que he conocido en mi vida- es un criminal y un homicida convicto, y nada podrá librarle de ese extremo. Multiplica eso por los cientos de miles de vidas que han sido desconectadas y no tienen modo de volver a empezar...

Obama: Omar es, por cierto, mi personaje favorito.

Simon: Me inquieté cuando afirmó usted eso por primera vez…

Cuenta la leyenda que HBO estuvo a punto de suspender The Wire (2002/2008) durante la primera temporada porque era “aburrida” y “no ocurría nada”. Pero sí pasaban cosas, vaya si pasaban, y más que iban a pasar tras finalizar sus cinco temporadas: de su conversión en el gran título televisivo de culto del siglo XXI (siempre a posteriori: los Emmy ignoraron olímpicamente la serie mientras se emitió) a un inaudito acontecimiento reciente que supone, de hecho, la traca final de ese fenómeno cultural llamado The Wire.

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