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Magistral papel de Candela Peña, la 'Sancho Panza' de Benicassim, en 'La boda de Rosa'
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ESTRENO DEL FESTIVAL DE MÁLAGA

Magistral papel de Candela Peña, la 'Sancho Panza' de Benicassim, en 'La boda de Rosa'

La cinta de Icíar Bollaín atrapa por su mensaje de reinvindicación personal. "Si no fuera plastilina, yo no podría ser actriz; tengo que adaptarme a cada director", dice la intérprete

Foto: Candela Peña, protagonista de 'La boda de Rosa' (EFE).
Candela Peña, protagonista de 'La boda de Rosa' (EFE).

Agobiada hasta decir basta. Sastra de televisión, madre a distancia, hija y hermana a tiempo completo. Recoge el animal de compañía de su amiga, hay un medio novio que no tiene tiempo para compartir momentos. Y no, no puede más. Se va, se marcha, abandona la ciudad. En este caso es Valencia. Podría ser cualquier lugar del mundo.

Candela Peña es Rosa. Ha deconstruido el personaje de esta mujer de 45 años que tiene ganas de ser ella misma, de al fin hacer lo que ella quiere, no estar tan pendiente de los demás y dejarse abandonar. En ‘La boda de Rosa’, el estreno del Festival de Málaga de la directora de cine Icíar Bollaín, Peña recrea una suerte de ‘Sancho Panza’ de Benicassim. Su actuación es magistral. Huele a Biznaga interpretativa.

Foto: Arturo Ripstein, en una imagen de 2016. (EFE)

Quedan pocos minutos para las diez de la mañana y en la tercera planta del Teatro Cervantes hay una distancia de dos metros (con mesas separadas) entre entrevistada y entrevistador. La actriz no ha visto la película. Lo hará por la noche. “Es mi manera de reivindicar, de contarle al mundo que los cines son un lugar seguro. Ahora voy a ir a la sala, en pantalla grande; porque yo soy la hija del dueño del bar que está al lado del cine de mi pueblo. Y yo me hice actriz para ver las películas en el cine. Soy incapaz de verlas en un ordenador”.

La eterna escudera

Rosa, su personaje, es la eterna escudera de toda la familia: paño de lágrimas, ayuda 24/7, atenta a todo y a todos. Para Peña se trata de una historia de “ciencia ficción” porque las decisiones que toma le pueden costar años de terapia y hay que contarlas en una hora y media de metraje… hasta que aprieta “ese botón nuclear” que desencadena el cambio de vida.

La sastra está desubicada. Por momentos parece que la actriz ha quedado absorbida por una interpretación que no da rienda suelta a su figura, pero cuando toma el coche rumbo al taller de costura abandonado de su madre, la película se transforma en una película por y para Candela Peña, sin olvidar las interpretaciones nada secundarias de Sergio López, Nathalie Poza (sus hermanos en la ficción), de una joven y madura Paula Usero (la hija de Rosa, madre de dos niños pequeños) y de Ramón Barea, contenido y sólido actor.

placeholder  Iciar Bollaín (EFE).
Iciar Bollaín (EFE).

Una película de personajes que aspira a enamorar a un gran público. Una película no solo para mujeres, pero sí feminista sin pancartas. Una película luminosa, divertida por momentos, demasiado previsible (la promoción ya adelanta de qué va y el final se ‘telegrafía’), con un conflicto menor y que se sitúa como un canto a la independencia.

“Hay personas que hacen este ritual de casarse con ellas mismas. Lo que más me interesó es que nos cuesta ser conscientes de la responsabilidad que tenemos en nuestra propia vida, de echar balones fuera, de que ‘no me separo por mis hijos’… y que ‘si tuviera otra pareja’ y luego tienes otra y sigues con lo mismo. Tenemos que asumir que somos responsables de nuestra vida, de lo bueno y de lo malo”, relata Peña.

"¿Qué carácter? ¡Todo el mundo tiene carácter! Yo soy el vehículo para crear las herramientas de otros"

Sí, ese miedo a tomar las riendas de tu vida, a no dejar que te arrastre la cotidianeidad, la maldita rutina. “Yo soy muy plastilina. En contra de esa imagen que habla de mí, de que soy una mujer con carácter… ¿qué carácter? ¡Todo el mundo tiene carácter! Yo soy el vehículo para crear las herramientas de otros. Si no fuera plastilina, yo no podría ser actriz. Tengo que adaptarme a lo quiere cada director”.

Bollaín quería filmar “cosas serias, pero con alegría y sin ponernos densos”, relata a este diario. Y Rosa es Candela Peña, pero también podría haber sido otra actriz. La propuesta que llevó al casting convenció a Bollaín y el papel era suyo. Se conocen desde ‘Hola, ¿estás sola?’ (1995), rodada en parte en Torremolinos, y habían vuelto a coincidir en ‘Te doy mis ojos’ (2003).

Foto:  El director del Festival de Cine de Málaga en Español, Juan Antonio Vigar durante la presentación esta mañana de su 23 edición (EFE).

“Icíar me dice que soy igual de cándida y que le pongo mucha pasión y ganas. Estoy muy al servicio, como actriz, de lo que me digan. Soy muy Rosa, pero ahora he transitado la muerte de mi padre, he sido madre, tengo un hijo de 8 años, soy madre soltera; la vida me ha cambiado mucho”.

Esperando a Movistar

Y más que le va a cambiar cuando se estrene la serie que ha escrito durante su confinamiento en la isla de Hierro (tras acabar el rodaje de la segunda parte de la historia homónima de Movistar donde interpreta a la juez Montes). Fueron 18 horas de trabajo diario, ocho capítulos de ficción, que producirá Isabel Coixet. Candela Peña quiere dirigirla. El proyecto ha sido ofrecido a Movistar. Aún no hay respuesta.

No abandonará la interpretación, su vida; pero seguirá escribiendo (novela, series de televisión y le seduce cada vez trabajar detrás de la cámara: ya es profesora de guion de cine aplicado a la dirección de actores). También luchará para reivindicar cómo la cultura es lo que "más" ha sostenido el estado de alarma. “Somos muchas las familias que estamos amenazadas. La situación es terrorífica”.

Y en esta boda, la de Rosa, con petardos y una banda de música, como quería la directora, se convierte en la “película perfecta pospandemia”, glosa Peña. “Es como la alegría de vivir”. Una luminosidad que cose fotogramas entre el botón nuclear, el taller de Corte y Confección Amapola, y la frase que da sentido a toda la película: “Me voy a casar conmigo”.

Agobiada hasta decir basta. Sastra de televisión, madre a distancia, hija y hermana a tiempo completo. Recoge el animal de compañía de su amiga, hay un medio novio que no tiene tiempo para compartir momentos. Y no, no puede más. Se va, se marcha, abandona la ciudad. En este caso es Valencia. Podría ser cualquier lugar del mundo.

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