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24 horas de vagabundeo por un Berlín en trance de desaparecer
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estreno de 'oh boy'

24 horas de vagabundeo por un Berlín en trance de desaparecer

La película de Jan Ole Gerster ha triunfado en los premios del cine alemán y ha sido elegida como la mejor ópera prima en los premios del cine europeo

Foto: Imagen de 'Oh boy', de Jan Ole Gerster
Imagen de 'Oh boy', de Jan Ole Gerster

Niko, el protagonista de la ópera prima de Jan Ole Gerster, es un joven sin oficio ni beneficio. Ha abandonado la carrera de derecho, no tiene trabajo y esquiva cualquier compromiso con su novia. Vagabundea por Berlín durante una jornada en que todo parece girarse en su contra, desde el cajero automático que se traga su tarjeta de crédito hasta los vigilantes del metro que le pillan sin billete. Niko es un tipo de joven que hoy en plena crisis puede parecernos extraño, pero resultaba perfectamente reconocible no hace tanto.

El desapego que siente hacia las responsabilidades no responde a una situación socioeconómica desfavorable sino todo lo contrario. Niko se permite el lujo de no hacer nada porque su padre acarrea con los gastos, y la ciudad donde vive le alimenta hasta cierto punto esta ociosidad. Una odisea de 24 horas por la capital alemana le obligará a replantearse su actitud.

Oh Boy, que ya desde su título observa con cierta ironía los inconvenientes cotidianos con que se topa su protagonista, se ha convertido en una de las sorpresas del cine alemán reciente. Esta pequeña comedia dramática no conecta tanto con ciertas tendencias autorales de su país (que estarían representadas por ejemplo por esa Escuela de Berlín a la que se alude con cierta sorna en un momento de la película), como con un cine independiente norteamericano en el que claramente se espeja.

La utilización del blanco y negro, la banda sonora de cadencias jazzísticas y el vagabundeo sin aparente finalidad del protagonista por un entorno urbano ha propiciado que de forma harto precipitada se alineara Oh Boy con el Manhattan de Woody Allen, las primeras películas de Jim Jarmusch o incluso con algunos de los títulos seminales de la Nouvelle Vague. Sin duda Jan Ole Gerster se siente cómodo en el terreno de un cine de presupuestos discretos que permite desarrollar historias más próximas e íntimas. Pero Oh Boy se situaría en el bando más amable y poco arriesgado de este tipo de cine.

Niko no se siente afligido por esa malaise existencial que afectaba a los jóvenes de los nuevos cines de los sesenta, al menos no en un estado avanzado. Y su grado de parentesco con los slackers del cine estadounidense es más lejano de lo que aparenta. El slacker es un tipo de personaje que ha merodeado por cierto cine independiente norteamericano desde las primeras películas de Jarmusch y Richard Linklater hasta el actual mumblecore. El slacker encarna una rebeldía, desde la pasividad y la inacción, hacia un sistema de valores que promulga las bondades del trabajo por encima de todo.

La actitud de estos personajes se contagia al resto del film: el cine slacker adopta un tono moroso y de deambular sin fin, a la contra de ese cine industrial sobrecargado donde siempre están pasando cosas y los protagonistas avanzan según un claro objetivo.

Niko no parece tener otro objetivo en su vida que tomarse un café. A pesar de todo, su jornada está plagada de continuas anécdotas que acaparan la atención del espectador: momentos tragicómicos, gags variados y escenas de continua tensión e incomodidad... Gerster convierte esta odisea a priori fútil en un claro viaje de aprendizaje y reconexión con el mundo que se pone de manifiesto a través del running gag del café. Desde que en la primera secuencia del film el protagonista rechaza el desayuno que le ofrece su hasta entonces novia, en un signo evidente de ruptura de la relación, su día se ve marcado por la imposibilidad recurrente de tomarse una taza de café... hasta la reconciliación consigo mismo.

Fotograma de 'Oh boy'Dos de los mejores momentos de Oh Boy son aquellos en que el pasado nazi del país se inmiscuye en la rutina del protagonista. En una primera secuencia, Niko y un amigo van a visitar a otro colega que se encuentra rodando una película ambientada en esa época. Gerster hace patente cómo, en cierto aspecto, la Segunda Guerra Mundial en Alemania ha quedado reducida a un pastiche, a un simulacro de ficción barata y sentimentaloide. Ya avanzado el metraje, Niko entra en una taberna y un lobo solitario se siente a su lado. Es el típico borracho que te cuenta tu vida sin esperar invitación. Entre los titubeos etílicos, el anciano desgrana de forma muy vívida sus recuerdos de la Noche de los Cristales Rotos. Este contacto directo y real con el pasado marca un punto de inflexión en la vida de Niko.

El otro gran atractivo de Oh Boy es que funciona como un recorrido por un Berlín contemporáneo pero en trance de desaparecer. El film combina escenas de interiores en bares insólitos, tabernas resistentes, cafés hipsters y edificios okupados donde tienen lugar perfomances de teatro amateur, como el caso del emblemático y ya desaparecido Tacheles, con planos recursos generales de la capital alemana, postales muy variadas donde se ven desde restos del muro a rincones menos tópicos de barrios emergentes como Prenzlauer Berg. Gerster concibe Berlín como el escenario que posibilita y al mismo tiempo reprime esta forma de vida de un personaje que no hace nada con su vida mientras piensa qué hacer con su vida.

Oh boy

Director: Jan Ole Gerster

Nacionalidad: Alemana

Duración: 83 minutos

Género: Comedia

Reparto: Tom Schilling, Marc Hosemann, Friederike Kempter, Justus von Dohnányi, Michael Gwisdek

Niko, el protagonista de la ópera prima de Jan Ole Gerster, es un joven sin oficio ni beneficio. Ha abandonado la carrera de derecho, no tiene trabajo y esquiva cualquier compromiso con su novia. Vagabundea por Berlín durante una jornada en que todo parece girarse en su contra, desde el cajero automático que se traga su tarjeta de crédito hasta los vigilantes del metro que le pillan sin billete. Niko es un tipo de joven que hoy en plena crisis puede parecernos extraño, pero resultaba perfectamente reconocible no hace tanto.

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