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Albert Serra imagina el encuentro entre Giacomo Casanova y Drácula
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Albert Serra imagina el encuentro entre Giacomo Casanova y Drácula

'Història de la meva mort' es la última película del director. Un filme que elucubra sobre una hipotética reunión entre Giacomo Casanova y Drácula

Foto: Equipo de 'Historia de la meva mort' (Festival de Locarno)
Equipo de 'Historia de la meva mort' (Festival de Locarno)

Giacomo Casanova bautizó su autobiografia como Historia de mi vida. Albert Serra ha decidido fabular sobre la historia de su muerte en el largometraje que hoy presenta en Competición Internacional del Festival de Locarno. “Lo del título es un poco un chiste”, confiesa el director catalán, “una mera decisión estética”. Como en Honor de Cavalleria, el film en torno a las figuras del Quijote y Sancho que le dio a conocer internacionalmente, en Història de la meva mort Serra parte también de dos personajes conocidos, a medio camino entre la historia y el mito. Pero prescinde de cualquier fidelidad a la biografía o la literatura para elaborar su propia visión del encuentro entre el aventurero veneciano y el conde rumano, en un recorrido desde la luz del siglo XVIII a las tinieblas del XIX.

“No tenía demasiado claro rodar una película sobre Drácula porque no miro películas de terror, las odio. Pero un productor rumano me lo sugirió, me propuso llevar a cabo con Drácula lo mismo que había hecho con el Quijote. La idea fue creciendo en mi cabeza y pensé que podía mezclarlo con algún concepto más cercano a mi imaginario. Se me ocurrió Casanova, porque además ambos personajes tienen aspectos en común. Vi que era la oportunidad para rodar una película sobre el deseo y el placer, relacionados con las épocas que representan cada uno de los personajes. Preguntarse cuál era más intenso, el placer mundano del siglo XVIII o el más oscuro y violento que encarna el mito gótico”.

En Història de la meva mort, Casanova departe más que seduce. “En sus memorias, Casanova no habla de sexo, no entra en los detalles de los asuntos de alcoba. Los únicos tres momentos en que lo filmo en algún arrebato sexual son todos muy compulsivos”. En la película, el poeta recuerda su amistad con Voltaire, cita a Montaigne, reniega del cristianismo, reivindica que inventó la lotería y avista la Revolución Francesa. Todo ello, mientras come, lee o defeca en un hermoso castillo supuestamente localizado en Suiza, “porque tenía que ambientarlo en un país de la vieja Europa y me gustaba gráficamente cómo queda la palabra Suiza en catalán (Suïssa) sobreescrita en la pantalla”.

placeholder Clara Visa, actriz de 'Historia de la meva mort'

Si en sus anteriores películas, Serra situaba a los protagonistas en plena naturaleza, en la primera parte de Història de la meva mort contextualiza a Casanova en un espacio cerrado y refinado, repleto de detalles exquisitos. “Me interesó darle al film este punto más teatral y filmar a Casanova llevando a cabo diversas tareas a la vez. Esta hiperactividad suya también está presente en el libro.” La naturaleza seductora de los dos protagonistas ha comportado que en esta película aparezcan personajes femeninos, ausentes en Honor de cavalleria y El cant dels ocells. A su llegada a un pequeño pueblo al sur de los Cárpatos, Casanova se aloja en la casa de una humilde familia donde viven tres mujeres, una de ellas interpretada por Montse Triola, también su mano derecha y productora habitual. “Los personajes femeninos me permitieron desarrollar la cuestión de la ambigüedad, nunca sabes qué piensan, dónde empieza y dónde acaba su deseo”.

Al contrario de en sus films anteriores, donde trabajaba sin apenas guión, aquí Serra ha elaborado mucho más los diálogos. “Quiero mantener el espíritu de inocencia de mis primeros films, pero incorporando elementos nuevos. Me siento muy orgulloso de los diálogos. Me interesaba mezclar referencias históricas y filosóficas en un contexto cercano al fantástico, sin que nada sonara demasiado serio”. Por eso también buscó un actor diferente para encarnar al protagonista. En este caso recurrió a un poeta y comisario artístico Vicenç Altaió que, sin ser un actor profesional (“los odio”), otorga la entidad intelectual necesaria al personaje. A la preservación de la inocencia, que en la película encarna sobre todo el personaje de Pompeu, el nuevo criado de Casanova a quien vuelve a prestar su rostro Lluís Serrat, el Sancho de Honor de Cavalleria, Serra añade dos objetivos más a la hora de encarar sus películas: la libertad en el rodaje que le permite encontrar esos instantes de belleza que captura en la película y la introducción de algún apunte absurdo.

Los productores saben que si no existiera gente como yo, el mundo sería mucho peor

Estas condiciones requieren tiempo y la preparación de sus films se alarga cada vez más. Para Història de la meva mort llegó a rodar 440 horas de metraje que tardó un año y medio en montar. Suena a la pesadilla de cualquier productor. Pero Serra se encuentra cómodo en este aspecto. “He tenido suerte y siempre he encontrado productores que esperaban precisamente esto de mí. Saben que si no existiera gente como yo, el mundo sería mucho peor. El público tampoco me preocupa, no me interesa. Además, a veces les gusta una película por las razones equivocadas. Yo solo quiero centrarme en los filmes”. También ha dejado de preocuparse o indignarse por todo aquello que tiene que ver con la industria o la política cultural: los apoyos, las subvenciones, los festivales... “Ya no me interesa y la vida es demasiado corta para perder el tiempo en estas cosas. Mi opción siempre ha sido amar a los que me aman. La única persona que sé que me detesta y que a mí en cambio me cae bien es Carlos Boyero. Yo he decidido tomarme las cosas como Stendhal, a quien no le importaba si sus libros se vendían o no”.

Albert Serra ya no incide tanto en su vertiente provocativa. Ahora solo se enciende hablando de su película. “¿Te acuerdas de esa escena con las dos muchachas bajo el árbol?, pues pocas cosas tan bellas vas a encontrar en el planeta por los siglos de los siglos”. En el planeta no sé, en Història de la meva mort hay otros momentos igualmente hermosos y frágiles, como ese descuartizamiento de una res que nos traslada a un universo de rituales primitivos o las progresivas apariciones de un Drácula de perturbadora presencia a quien encarna Eliseu Huertas, un ¿actor? que hasta el momento solo había hecho apariciones fugaces en las obras anteriores de Serra. La película tiene fecha de estreno confirmada en Francia pero no en España. “Lo estamos negociando, quizá hagamos un estreno simultáneo en Internet...”. Antes habrá pasado por el Museu Reino Sofía de Madrid, la Filmoteca de Barcelona y el Festival Temporada Alta de Gerona. Y también se verá en el Festival de Toronto, aparador de referencia para los distribuidores y certámenes americanos. Quizá allí también consideren que Història de la meva mort és un film “unfuckable”, tal y como la calificó el propio Serra ante los participantes en el Taller de Crítica Joven del Festival. “Me refería a que es una película sin debilidades. No le puedes reprochar nada porque no pretende parecerse o ser coherente con ninguna referencia exterior. Esos personajes, esa belleza solo existe en la película. O la tomas o la dejas”.

Giacomo Casanova bautizó su autobiografia como Historia de mi vida. Albert Serra ha decidido fabular sobre la historia de su muerte en el largometraje que hoy presenta en Competición Internacional del Festival de Locarno. “Lo del título es un poco un chiste”, confiesa el director catalán, “una mera decisión estética”. Como en Honor de Cavalleria, el film en torno a las figuras del Quijote y Sancho que le dio a conocer internacionalmente, en Història de la meva mort Serra parte también de dos personajes conocidos, a medio camino entre la historia y el mito. Pero prescinde de cualquier fidelidad a la biografía o la literatura para elaborar su propia visión del encuentro entre el aventurero veneciano y el conde rumano, en un recorrido desde la luz del siglo XVIII a las tinieblas del XIX.

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