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El centro de arte contemporáneo que no te imaginas en el tercer país más pobre del mundo
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ya recibe 14.000 visitantes al mes

El centro de arte contemporáneo que no te imaginas en el tercer país más pobre del mundo

La Fundación H., una entidad privada sin ánimo de lucro puesta en marcha por el empresario Hassanein Hiridjee, se ha convertido en epicentro cultural de Madagascar, donde ocho de cada 10 personas viven con menos de 2,15 euros al día

Foto: Unos jóvenes contemplan la exposición dedicada a la artista Madame Zo en la Fundación H. en Antananarivo. (IHV)
Unos jóvenes contemplan la exposición dedicada a la artista Madame Zo en la Fundación H. en Antananarivo. (IHV)

Está en todos lados, es imposible no verla. Está en los pies encallecidos de los chavales que arrastran descalzos los pousse-pousse, los carros de dos ruedas típicos del país. Está en las manos desolladas de las mujeres que lavan sus harapientos vestidos en las orillas de los ríos. Está en las precarias casitas de adobe, sin agua ni electricidad, en las que vive buena parte de la población. Está en las calles de Antananarivo, donde por la noche duermen a cielo abierto, tiradas por el suelo, familias enteras.

La miseria en Madagascar está por doquier. Ocho de cada 10 habitantes de este país africano son pobres de solemnidad, viven con menos de 2,15 euros al día (64,5 euros al mes). Madagascar es el tercer país con la mayor tasa de pobreza del mundo, solo por detrás de Guinea Ecuatorial y de Sudán del Sur. Malvive de la agricultura, su principal industria, y la meteorología se lo pone difícil: cada dos por tres la isla se ve azotada por ciclones, inundaciones, sequías persistentes…

placeholder Un joven tirando por una calle de Antananarivo de un 'pousee-pousee', los carros de dos ruedas típicos de Madagascar. (IHV)
Un joven tirando por una calle de Antananarivo de un 'pousee-pousee', los carros de dos ruedas típicos de Madagascar. (IHV)

Justo por todo eso es absolutamente increíble que en un país así exista algo como la Fundación H.

Esta organización privada y sin ánimo de lucro está consagrada a promover el arte contemporáneo en Madagascar y a apoyar a los artistas africanos. Nació hace ya seis años de la mano de Hassanein Hiridjee (1975, Antananarivo), el rico empresario al frente de AXIAN, un potente grupo de telecomunicaciones que opera en 32 países del océano Índico y de África. Hiridjee es un loco convencido de que el arte y la cultura pueden tener un fuerte impacto social, y por eso decidió crear la Fundación H. “Nuestro objetivo es abrir nuevas perspectivas sobre el mundo, nuevas posibilidades”, nos cuenta. “Hacer posible que cada persona que explore nuestro espacio, nuestras exposiciones y nuestras actividades desarrolle una perspectiva crítica sobre el mundo a través de la visión de artistas y pensadores”.

La Fundación H. inauguró en abril pasado un gigantesco espacio cultural de 2.200 metros cuadrados en pleno centro de Antananarivo, en un edificio histórico con más de un siglo de antigüedad que se encontraba destrozado, que ha sido restaurado con mimo y que se articula en torno a un magnífico patio central. Allí se celebran exposiciones, charlas, conciertos, performancesMargaux Huille, la joven e incansable directora de la Fundación H., lleva a cabo un nutrido programa de actividades que atraen a numerosos visitantes y que están convirtiendo el lugar en vibrante epicentro de la vida cultural de Madagascar.

placeholder Un concierto en el patio de la Fundación H. de música electrónica. (IHV)
Un concierto en el patio de la Fundación H. de música electrónica. (IHV)

Las puertas de la Fundación H están abiertas a todo el mundo, el acceso al centro es completamente gratuito. Y ya son más de 14.000 las personas que cada mes lo visitan, la inmensa mayoría, jóvenes menores de 35 años. Al fin y al cabo, Madagascar es un país con una población muy joven: la edad media es de 19,3 años; la mitad de sus habitantes tiene menos de 18 años. “El 85% de nuestro público lo constituyen jóvenes menores de 35 años, lo que significa que cada mes unos 12.000 de ellos visitan la Fundación H. Se trata de una cifra enorme, y esperamos que sigan viniendo y ampliando así sus perspectivas respecto al mundo”, en palabras de Hassanein Hiridjee.

Para la inauguración de su centro, la Fundación H. se decantó por una magnífica exposición de Madame Zo, una genial artista contemporánea malgache que en sus creaciones reinterpreta la tradición textil típica de Madagascar. Madame Zo, fallecida en 2020 a causa de la pandemia de coronavirus, tejía con cintas magnéticas de casetes, con hilos de cobre, con huesos, con periódicos, con coloridas pajitas de beber, con virutas de madera, con esponjas… Hasta con barras de pan. Las 84 obras suyas que se exhiben en la Fundación H. son de una pasmosa modernidad y muestran lo visionaria que fue esta artista que llevó la técnica de tejer al límite, tratando incluso de tejer agua. De hecho, es en parte gracias a Madame Zo que hoy existe la Fundación H.

placeholder Visitantes de la exposición en la Fundación H. dedicada a Madame Zo. (IHV)
Visitantes de la exposición en la Fundación H. dedicada a Madame Zo. (IHV)

La pasión de Hassanein Hiridjee por el arte comenzó siendo ya adulto. “Yo no vengo de una familia particularmente interesada por el arte. A través de algunos amigos, dueños de galerías de arte en Europa, empecé a desarrollar ojo crítico y a entender lo que me gustaba y lo que no”, afirma. “Y entonces conocí a la extraordinaria Madame Zo, nos hicimos amigos y empezamos a discutir de manera regular sobre su trabajo. Fue a través de ella que empecé a coleccionar arte”, confiesa.

Hiridjee tiene hoy una importante colección de arte contemporáneo con unas 700 obras, la mayoría de artistas africanos, y buena parte de las cuales se exponen en el cuartel general de su compañía en Antananarivo, para deleite de sus trabajadores. “Viviendo como vivo en Madagascar, me parece natural que mi colección se centre en el continente africano. Pero eso no significa que esté dedicada exclusivamente a artistas africanos, sino simplemente que he explorado primero esas geografías”, explica Hiridjee.

placeholder El jardín de la Fundación H. en Antananarivo. (IHV)
El jardín de la Fundación H. en Antananarivo. (IHV)

Pero fue al estrechar su amistad con Madame Zo cuando este empresario decidió crear la Fundación H. “Después de conocerla en Antananarivo, entré en contacto con otros artistas locales como Temandrota y otros más jóvenes. Hablaba con ellos periódicamente y me di cuenta de que necesitaban con urgencia apoyo y oportunidades para conectarse con el resto del mundo”, destaca.

No hay que olvidar que Madagascar es una isla. Una isla enorme, la más grande de África y la cuarta en extensión de todo el mundo. Pero una isla al fin y al cabo, lo que significa que uno no puede subirse simplemente a un autobús y visitar un país vecino. Y los billetes de avión resultan prohibitivos para la mayoría de sus habitantes, incluidos muchos artistas. “Sentí que, como admirador del arte y como malgache, mi responsabilidad era apoyar la escena artística local”, confiesa el empresario.

placeholder El empresario Hassanein Hiridjee © Fondation H-Lowres.
El empresario Hassanein Hiridjee © Fondation H-Lowres.

En 2017, Hiridjee creó la Fundación H. y puso en marcha un programa en el que un jurado internacional selecciona cada año a tres artistas, a los que ayuda mediante una subvención a realizar su primera exposición individual. Además, uno de ellos se beneficia también de una residencia de tres meses en la fundación Cité Internationale des Arts de París, y esa suele ser la primera vez que el artista abandona Madagascar.

Pero aquello fue solo el comienzo. Poco a poco, la Fundación H. ha ido creciendo, y hoy es un dinámico centro cultural que cuenta con 50 empleados. Además, en su sede en Antananarivo acoge temporalmente en residencia a artistas africanos como Georgina Maxim, de Zimbabue. “Estar aquí para mí es una grandísima oportunidad”, admite esta creadora que, como Madame Zo, también trabaja con materiales textiles en sus obras.

placeholder La artista de Zimbabue Georgina Maxim, en la Fundación H. ante una de sus obras. (IHV)
La artista de Zimbabue Georgina Maxim, en la Fundación H. ante una de sus obras. (IHV)

Y no solo eso. Todas las mañanas, unos 50 niños de colegios públicos de Antananarivo visitan la sede de la Fundación H., disfrutan de su jardín y de sus agradables espacios, exploran sus exposiciones y desarrollan su creatividad en su taller. “Establecemos lazos con cada escuela a la que recibimos, y así nos aseguramos de que cada niño no viene solo una vez al año, sino al menos dos veces y, generalmente, tres. Conocemos a algunos niños desde hace cinco años, hemos crecido juntos, en la Fundación H. están en su casa. Aquí desarrollaron una forma hermosa (y a veces rara) de expresarse a través de palabras, poesía, dibujos e imaginación. Creo que eso tiene un impacto muy directo en niños que tienen muy pocas perspectivas y oportunidades en su vida diaria”, afirma el empresario.

Habrá quien diga que, más que arte y cultura, lo que Madagascar necesita es desarrollo económico. Pero ¿por qué elegir entre esas dos opciones cuando se puede tener ambas? A través de su compañía AXIAN (que da empleo a unos 5.000 trabajadores) y de la Fundación AXIAN (focalizada en programas de educación y de salud), Hassanein Hiridjee ya consigue un fuerte impacto local. “Tener cultura y reivindicarla es absolutamente clave en el desarrollo personal de alguien. Soy un optimista nato y ciertamente creo que todos merecemos tener derecho a pensar y sentir lo que el arte puede ofrecernos”, sentencia.

Está en todos lados, es imposible no verla. Está en los pies encallecidos de los chavales que arrastran descalzos los pousse-pousse, los carros de dos ruedas típicos del país. Está en las manos desolladas de las mujeres que lavan sus harapientos vestidos en las orillas de los ríos. Está en las precarias casitas de adobe, sin agua ni electricidad, en las que vive buena parte de la población. Está en las calles de Antananarivo, donde por la noche duermen a cielo abierto, tiradas por el suelo, familias enteras.

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