Es noticia
"Levanté mi vaso para brindar con ella. En ese momento nos cayó el infierno desde el cielo"
  1. Cultura
prepublicación

"Levanté mi vaso para brindar con ella. En ese momento nos cayó el infierno desde el cielo"

Héctor Abad Fanciolince estaba con la escritora ucraniana Victoria Amelina durante el ataque ruso en junio pasado que le costó la vida. Publicamos un extracto del epílogo que ha escrito para 'Un hogar para Dom', la novela de Amelina

Foto: La escritoria ucraniana Victoria Amelina. EFE
La escritoria ucraniana Victoria Amelina. EFE

La escritora y activista ucraniana Victoria Amelina fue una de las 14 personas que perdieron la vida tras el bombardeo ruso en Kramatorsk que tuvo lugar en junio pasado. Amelina se encontraba cenando junto al escritor colombiano Héctor Abad Fanciolince y otras tres personas en una pizzería cuando un misil ruso impactó contra el establecimiento. 'Un hogar para Dom' es el título de la novela escrita por Victoria Amelina y publicada en España por Avizor Ediciones. El Confidencial, el primer periódico en España que entrevistó a Victoria Amelina por su activismo en la guerra de Ucrania, publica bajo estas líneas un extracto del epílogo que Héctor Abad Fanciolince ha escrito para la nueva edición de la novela de Victoria Amelina 'Un hogar para Dom', publicada por Ediciones Avizor y que saldrá a la venta el próximo 1 de noviembre.

*******

Conocí a Victoria Amelina tan solo cuatro días; los últimos cuatro días de su vida.

(....)

Cuando un escritor no ha leído a otro (y yo no había leído nada de Victoria, ni Victoria había leído nada mío) la conversación entre ellos no es fácil y es común que entre los dos se instale una especie de timidez teñida de culpa. Vamos a ciegas, los escritores, si no nos hemos leído, y lo sabemos. De hecho, la noche del 26 de junio, en el pequeño Hotel Gut de Kramatorsk, intercambiamos nuestros libros como si nos donáramos sangre: yo le entregué la versión ucraniana de El olvido que seremos, y ella le escribió a su editor en español, José Manuel Cajigas, pidiéndole que me hiciera llegar en Madrid la versión castellana de Un hogar para Dom. Nuestra intención, entonces, era leernos recíprocamente, para poder hablar con más conocimiento y más espontaneidad cuando volviéramos a vernos. Al fin y al cabo, los escritores no somos casi nada, o, mejor dicho, somos casi tan solo lo que hemos escrito.

placeholder Portada del libro 'Un hogar para Dom', de la escritora ucraniana Victoria Amelina.
Portada del libro 'Un hogar para Dom', de la escritora ucraniana Victoria Amelina.

(....)

El último día de la vida consciente de Victoria Amelina, de regreso de un campo de entrenamiento en el que habíamos estado con un soldado encantador, amigo suyo, vimos un perro blanco vagando por el campo. Victoria lo miró con una intensidad y una compasión inusitadas. Yo no entendía por qué la vista de ese perro vagabundo la conmovía tanto.

(....)

Fue en ese momento cuando nuestra guía en el Donbás, Catalina Gómez, buena amiga de Victoria, me explicó este terrible efecto colateral de la invasión rusa: la infinidad de perros abandonados en Ucrania, o perdidos, todos en busca de un hogar y de unos amos que probablemente ya ni siquiera existen.

placeholder Héctor Abad Faciolince en el Parlamento Europeo con una fotografía de la escritora ucraniana Victoria Amelina, recordada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su discurso sobre el estado de la UE el pasado 13 de septiembre. REUTERS / Yves Herman
Héctor Abad Faciolince en el Parlamento Europeo con una fotografía de la escritora ucraniana Victoria Amelina, recordada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su discurso sobre el estado de la UE el pasado 13 de septiembre. REUTERS / Yves Herman

(...)

Debo confesar algo. En ese restaurante, en esa Pizza RIA, en esa mesa rectangular que nos asignaron (por fortuna) en la terraza, yo ocupaba un lugar en el sillón blanco, al lado izquierdo de Sergio Jaramillo, el líder colombiano del movimiento “¡Aguanta, Ucrania!”, pero como él a veces habla sin vocalizar, como si murmurara sentencias en sánscrito, y como mi oído derecho es defectuoso, medio sordo, decidí cambiarme de sitio y me pasé para la silla situada al otro lado de la mesa, y al lado derecho de Sergio, para poder oírle con mi oído bueno, el izquierdo. Victoria, entonces, ocupó mi lugar en el sofá, al lado izquierdo de Sergio, y frente a mí. Catalina Gómez se pasó al sitio que ocupaba Victoria.

(...)

Queríamos brindar (...). Victoria me miró con esa sonrisa suya, entre irónica y triste: “You can say it is apple juice”. Le sonreí yo también y levanté mi vaso para brindar con ella. En ese momento nos cayó el infierno desde el cielo.

(....)

El hado, la intervención sobrenatural o la insensata suerte hicieron que de los cinco que estábamos sentados a la mesa cuatro quedáramos casi indemnes y tan solo Victoria herida de muerte.

placeholder Héctor Abad Fnciolince, tras el ataque contra el restaurante ucraniano en que se encontraba cenando. EFE
Héctor Abad Fnciolince, tras el ataque contra el restaurante ucraniano en que se encontraba cenando. EFE

Caí al suelo, me levanté atónito, aturdido y salpicado de un líquido oscuro que parecía sangre. Nada me dolía, pero todo el mundo me creía herido. Ya de pie, alcancé a ver la cara pálida y tranquila de Victoria, levemente inclinada hacia atrás, sin ninguna herida aparente, con una expresión muy serena, pero al mismo tiempo indiferente al ruido, al humo y al horror. Como me habían dicho que los rusos acostumbran arrojar dos bombas sobre el mismo blanco, para matar también a los rescatistas, me alejé corriendo del restaurante, de Victoria, de mis amigos y de los gritos agónicos de los heridos o de los socorristas. Al alejarme por las calles cercanas, todas cubiertas de vidrios y escombros producto de la explosión reciente, recibí un mensaje en mi teléfono celular. Todavía lo conservo y puedo consultarlo. Era de José Manuel Cajigas, de la editorial Avizor. Día, 27 de junio de 2023. Hora, 17:34 en Madrid y 18:34 en Kramatorsk. Mensaje: “Acabo de dejarte el libro de Victoria en casa de tu vecino Mariano”. Respuesta mía: “Acaba de caer una bomba”. Cajigas: “Qué horror! ¿Estáis bien?”. Suenan las alarmas de raid aéreo y no escribo más. Empiezo a pedir, a diestra y siniestra, lo mismo: “I am looking for a shelter, I am looking for a shelter”, pero nadie me entiende. Les debo parecer un viejo herido y loco.

A José Manuel, el editor de Un hogar para Dom, le puedo contestar apenas tres horas después, ante su insistencia, y ya desde el hospital al que hemos ido para averiguar por el estado de Victoria, que había sido evacuada en una ambulancia: “Todos estamos bien, menos Victoria. Ella está en el quirófano con una herida en la cabeza”.

La coincidencia consiste en que este ejemplar de la novela de Victoria, el mismo que he estado leyendo y releyendo estas semanas y que ahora comento, le fue entregado a mi vecino pocos minutos antes de las 18:34, es decir, aproximadamente a la misma hora en que el misil ruso, la muerte, nos caía del cielo. ¿Qué significa esto? Nada, un azar y una coincidencia más. Pero también, para mí, una responsabilidad, una señal anónima (no emitida por nadie) que me recuerda la importancia que esta historia, esta novela, ese país, esa invasión, esa autora, deben tener en mi vida para siempre, desde ese momento en adelante. La trascendencia, además, y sobre todo, de esa persona bárbaramente asesinada por los rusos, Victoria Amelina, que fallecería el 1 de julio en el hospital de Dnipro, adonde fue llevada al día siguiente del atentado.

Ahora sigue viva en mi recuerdo, y viva, sobre todo, en las palabras, los olores y las historias de sus libros.

Esta escritora maravillosa a quien yo no había leído cuando cayó herida de muerte frente a mí, pero que ahora sigue viva en mi recuerdo, y viva, sobre todo, en las palabras, los olores y las historias de sus libros. Y presente también en la mente y la memoria de ustedes, lectores que la han leído.

Me consta, pues ella misma me lo dijo, lo contenta que estaba Victoria Amelina con la primera traducción que se editó en el mundo de su segunda novela, Dim dlja Doma (Дім для Дома), es decir, Un hogar para Dom. Estaba orgullosa de la ilustración de cubierta, de la competencia de sus traductores y correctores, y del arrojo de una editorial, Avizor Ediciones, que se atrevía a publicar la novela de una escritora casi desconocida en España. El mérito de esta empresa es enorme y también yo lo destaco y lo celebro como una gran decisión editorial, tan acertada como valiente.

La escritora y activista ucraniana Victoria Amelina fue una de las 14 personas que perdieron la vida tras el bombardeo ruso en Kramatorsk que tuvo lugar en junio pasado. Amelina se encontraba cenando junto al escritor colombiano Héctor Abad Fanciolince y otras tres personas en una pizzería cuando un misil ruso impactó contra el establecimiento. 'Un hogar para Dom' es el título de la novela escrita por Victoria Amelina y publicada en España por Avizor Ediciones. El Confidencial, el primer periódico en España que entrevistó a Victoria Amelina por su activismo en la guerra de Ucrania, publica bajo estas líneas un extracto del epílogo que Héctor Abad Fanciolince ha escrito para la nueva edición de la novela de Victoria Amelina 'Un hogar para Dom', publicada por Ediciones Avizor y que saldrá a la venta el próximo 1 de noviembre.

Libros Conflicto de Ucrania