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Así era la vida de los esclavos en Pompeya: sin rejas ni cerrojos, pero con categorías y ratas
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Así era la vida de los esclavos en Pompeya: sin rejas ni cerrojos, pero con categorías y ratas

La técnica del calcado ha permitido reconstruir un habitáculo destinado a los siervos que "parece una fotografía actual denunciando la situación de precariedad"

Foto: Un arqueólogo, en el habitáculo para esclavos de la villa Civita Giuliana de Pompeya. (Parque arqueológico de Pompeya)
Un arqueólogo, en el habitáculo para esclavos de la villa Civita Giuliana de Pompeya. (Parque arqueológico de Pompeya)

Hace más de un milenio el Vesubio asolaba Pompeya y convertía en cenizas lo que en algún momento fue una sofisticada ciudad romana. Sus habitantes sufrieron una de las erupciones volcánicas más famosas, catastróficas y mortíferas de la historia de Europa. Plinio el Joven, quien presenció y documentó la pesadilla volcánica, relató: “Amplias capas de fuego iluminaban muchas partes del Vesubio; su luz y su brillo eran más vívidos por la oscuridad de la noche... Era de día en cualquier parte del mundo, pero allí la oscuridad era más oscura y espesa que cualquier otra noche".

Pompeya, como todas las sociedades romanas, se caracterizaba por tener estructuras de clase muy diferenciadas y rígidas, en las que era muy difícil —si no imposible— el ascenso social. La más baja de todas las clases, sin duda, era la compuesta por los esclavos, quienes eran tratados prácticamente como cosas y no tenían ningún tipo de derechos. Los romanos estaban convencidos de que la libertad de algunos solo era posible porque otros estaban esclavizados, así que no consideraban a la esclavitud como un mal sino como una necesidad. Pero incluso entre los esclavos de la antigua Roma había clases.

Eso es lo que revelan los últimos hallazgos arqueológicos realizados en Pompeya, gracias a los cuales se ha podido reconstruir en gran medida cómo era la vida de los esclavos de esa ciudad romana. La técnica del calcado ha permitido reproducir una zona de la villa romana de Civita Giuliana, situada a unos 600 metros de los muros de la antigua Pompeya, y que los arqueólogos están prácticamente convencidos que estaba reservada a los esclavos.

Los romanos estaban convencidos de que la libertad de algunos solo era posible porque otros estaban esclavizados, así que no era un mal

El habitáculo en cuestión "ofrece un atisbo rarísimo de la realidad cotidiana de los esclavos gracias al estado excepcional de conservación del ambiente y a la posibilidad de realizar calcos en yeso de objetos y otros materiales perecederos que han dejado su impronta en las cenizas”, según señala el comunicado del Parque Arqueológico de Pompeya.

El calcado llevado a cabo ha sacado a la luz cómo era hace casi 2.000 años es habitáculo destinado a los esclavos. "Parece una fotografía actual denunciando una situación de precariedad", se lee en el comunicado emitido por el Ministerio italiano de Cultura.

placeholder Reconstrucción del habitáculo para esclavos de la villa de Civita Giuliana. (Parque arqueológico de Pompeya)
Reconstrucción del habitáculo para esclavos de la villa de Civita Giuliana. (Parque arqueológico de Pompeya)

Pero, sobre todo, la reconstrucción realizada ha revelado la existencia de jerarquía entre la servidumbre. Mientras una de las salas de la zona reservada a los esclavos es "extremadamente simple" y ni siquiera cuenta con colchón, la otra es de un tipo “más cómodo y costoso”.

La hipótesis de los arqueólogos es que ese habitáculo para esclavos era una unidad familiar, teoría que se basa tanto en el tamaño de la estancia como en la cantidad de camas que allí había: tres en total, dos de 1,70 metros de largo y otra de 1,40. Además, la estancia servía asimismo de almacén, como lo demuestran las ocho ánforas que se amontonaban en las esquinas libres del habitáculo.

Se han encontrado tres ratones en la habitación, lo que pone el foco en los niveles de precariedad en la que se desenvolvían los esclavos

En esa zona donde vivían los esclavos también se ha detectado la presencia de al menos dos ratones y una rata, lo que pone el foco en los niveles de precariedad e insalubridad en los que se desenvolvían. Los dos ratones se encontraban en un ánfora y la rata, en una jarra. La jarra se hallaba debajo de una de las camas y parece que la rata trataba de escapar de ella cuando murió en el flujo piroclástico de la erupción. Todo ello subraya "una vez más las condiciones de precariedad y falta de higiene en que vivían los últimos de la sociedad de la época", señala el comunicado.

placeholder Imagen del habitáculo para esclavos, con las ánforas amontonadas en una esquina. (Parque Arqueológico de Pompeya)
Imagen del habitáculo para esclavos, con las ánforas amontonadas en una esquina. (Parque Arqueológico de Pompeya)

Pero, aunque las condiciones de vida de los esclavos era terriblemente malas, algunos estaban peor que otros. "Los propietarios usaban varios privilegios, incluida la posibilidad de formar una familia, aunque sin ninguna protección legal, para atar más estrechamente a algunos esclavos a la villa y también con el fin de tenerlos como aliados en la vigilancia de los demás", destaca en la nota de prensa el director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel.

Esos pequeños privilegios servían para apuntalar la estructura social de los esclavos, impedir fugas y evitar que organizaran formas de resistencia. En el habitáculo para esclavos de la villa Civita Giuliana no se han encontrado restos de rejas o de candados. Era el propio orden social el que mantenía a los esclavos retenidos, no las barreras o las celdas.

Erupción del Vesubio

La erupción del monte Vesubio del año 79 alcanzó a las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia, que quedaron sepultadas por varias capas de ceniza volcánica y no serían excavadas hasta el siglo XVIII, así como otras zonas circundantes. El número de habitantes en estas ciudades oscilaba entre las 16.000 y las 20.000 personas; pero el total de fallecidos se desconoce. “Podías escuchar los chillidos de las mujeres, el llanto de los niños, los gritos de los hombres”, sentenció Plinio en sus diarios de la catástrofe.

La erupción duró al menos dos días. Fue cerca de las 13:00 horas cuando el Vesubio entró violentamente en erupción, lanzando una columna a gran altura, de la que comenzó a caer ceniza y piedra pómez, cubriendo el área. Fue en ese momento en el que se llevaron a cabo rescates y huidas del lugar. Pero en algún momento de la noche, o temprano al día siguiente, comenzaron los flujos piroclásticos en las cercanías del volcán. Después de dos jornadas de oscuridad y cataclismo volvió a salir el sol y del Vesubio solamente emanaba una columna de humo, pero para entonces Pompeya estaba completamente ennegrecida y destruida.

Hace más de un milenio el Vesubio asolaba Pompeya y convertía en cenizas lo que en algún momento fue una sofisticada ciudad romana. Sus habitantes sufrieron una de las erupciones volcánicas más famosas, catastróficas y mortíferas de la historia de Europa. Plinio el Joven, quien presenció y documentó la pesadilla volcánica, relató: “Amplias capas de fuego iluminaban muchas partes del Vesubio; su luz y su brillo eran más vívidos por la oscuridad de la noche... Era de día en cualquier parte del mundo, pero allí la oscuridad era más oscura y espesa que cualquier otra noche".

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