Es noticia
El plan de China para conquistar el mundo a través de las pantallas
  1. Cultura
'TRINCHERA CULTURAL'

El plan de China para conquistar el mundo a través de las pantallas

La alternativa china consiste en acelerar todos los procesos del capitalismo occidental, hasta sobrepasarlo. Y la cuestión del cine no es una excepción

Foto: Imagen: EC Diseño
Imagen: EC Diseño

La estrategia china para erigirse en superpotencia mundial suele recurrir a lo que los politólogos llaman poder duro (hard power). Es decir, medios de presión económicos (como la Nueva Ruta de la Seda) y militares (el Ejército Popular de Liberación y su creciente presupuesto). Sin embargo, los chinos poco a poco prestan más atención a las maravillas del poder blando (soft power), que busca lograr objetivos por la persuasión y no por la coacción. Desde la clásica diplomacia de regalar osos panda a mandatarios extranjeros, hasta la apertura de Institutos Confucio en medio mundo, pasando por la ayuda sanitaria desplegada en varios países durante el covid-19. Y ahora, en tiempos del poder audiovisual y ante el mundo de las pantallas, el cine emerge como la herramienta definitiva de influencia.

La alternativa china a la civilización anglo-americana no es una crítica al consumismo, al mercado de datos, a la producción masiva, a la finanza y los algoritmos. Al contrario, la alternativa china consiste en acelerar todos los procesos del capitalismo occidental, hasta sobrepasarlo. Y la cuestión del cine no es una excepción. Desde el año 2020, China ha adelantado a EEUU como mayor mercado cinematográfico del mundo. Es también el país con más pantallas de cine. Casi 100.000. Y el último plan quinquenal prevé instalar otras 100.000 para 2025. Las directrices para 2035 son consolidarse como la potencia fílmica mundial indiscutida, con 50 películas anuales de alta recaudación. Y —ya se sabe cómo son los chinos— van camino de conseguirlo.

Todo este conglomerado no está abandonado al 'laissez faire', sino intervenido por el gobierno a través de "acciones de oro"

La forma de lograr esta proeza ha sido semejante a cómo han logrado incrementar exponencialmente su producción industrial y su número de patentes. Primero han dejado entrar a un Occidente ansioso de hacer caja —en este caso a Hollywood—, después lo han estudiado y han trabajado con él desde una posición de inferioridad, para finalmente desarrollar su propia versión de todo ello, con más vigor del que son capaces las decadentes democracias liberales. Y así le dan la patada a aquellos que quisieron maximizar las ganancias en el casino de la globalización.

Uno de los mayores grupos empresariales del cine chino es el Polybona (o simplemente Bona), que aprendió de distribución haciendo negocios con Hollywood (concretamente con la TSG Entertainment). Otro de los grandes grupos es Alibaba Pictures, que ha estado asociado con la productora de Steven Spielberg. Pertenece, como su nombre indica, al gigantesco Grupo Alibaba, que concentra las mayores empresas (de China y del mundo) en capital-riesgo, comercio electrónico e inteligencia artificial. En EEUU, el murciélago chino más temido no es el de Wuhan, sino el B.A.T. (en inglés, "murciélago"): las empresas Baidu, Alibaba y Tencent.

Todo este conglomerado no está abandonado al laissez faire, sino intervenido por el gobierno a través de "acciones de oro", un comité supervisor nombrado por el Partido Comunista Chino, así como varios cientos de miembros del PCC colocados en diferentes puestos de dichas empresas. Esta es la característica fórmula china que unos llaman "capitalismo de Estado" y otros "socialismo de mercado".

* Si no ves correctamente el módulo de suscripción, haz clic aquí

La receta económica de Pekín para recaudar en taquilla era, hasta 2010, proyectar todas las producciones de Hollywood que cumpliesen con los criterios del comité cultural. El celuloide yanqui es de consumo rápido y adictivo; los números cuadran rápidamente. Sin embargo, a las élites chinas no se le escapa que el cine de EEUU es también una herramienta de colonización mental. En un primer momento, han intentado compensar los blockbusters gringos con productos culturales patrios. Menos product-placement de Coca-Cola y más honrar la milenaria civilización china. A este esfuerzo se debe la retirada de los cines del taquillazo Avatar (dirigida por James Cameron) para proyectar en su lugar una lenta película biográfica sobre Confucio.

Los resultados de estos cambiazos no han sido muy buenos, porque el público exige aquello a lo que ya se ha acostumbrado: los estímulos rápidos del cine palomitero. Así que el circuito chino ha optado por hacer lo que mejor sabe hacer: copiar la fórmula extranjera para llevarla a su máximo exponente. Los últimos años nos han traído superproducciones chinas del género de acción capaces de competir con (¡y superar a!) lo último de Hollywood. Tanto en estilo, como en inversión inicial y recaudación final.

La primera hornada de grandes producciones chinas ha estado enfocada casi exclusivamente a su público nacional. Hace un par de años, cuando la gran pantalla de América y Europa (¡incluso de Rusia!) estaba copada por la enésima peli de Marvel, el remake de Dune y la última entrega de 007, las entradas más vendidas en China eran para la épica Batalla en el lago Changjin de 2021. Yu Dong, jefe del mencionado grupo Bona, comentó que "los estudios de Hollywood solo buscan el beneficio haciendo sucesivas secuelas, mientras que la industria china tiene más originalidad". (Poco después se estrenaba la secuela de La batalla en el lago Changjin).

Foto: Los actores Paul Rudd y Evangeline Lily en el estreno en Londres de 'Ant Man and the Wasp'. (Reuters/Hannah McKay)

El enorme tamaño humano del mercado interior chino hace posible su autonomía cinematográfica. A ello se suma el tradicional desinterés chino por influir en la opinión del resto del mundo (aquello del soft power). Pero, poco a poco, a raíz del éxito en las salas de medio mundo de películas como La casa de las dagas voladoras (Shi mian mai fu) del 2004, la industria china se ha ido abriendo a la perspectiva de exportar metraje.

El primer objetivo a conquistar: la chino-esfera. Una buena cantidad de estrenos chinos cuentan con un plantel que va más allá de las fronteras de la República Popular China. El modelo es Tigre y dragón (Wo hu cang long), del 2000: desde un director taiwanés (Ang Lee) hasta un actor de Hong Kong (Chow Yun-Fat), pasando por una actriz malaya (Michelle Yeoh). Malasia, por cierto, tiene una de las mayores poblaciones chinas, así como disputas territoriales con China por el Mar del Sur. De esta forma, el cine chino pretende representar una reunificación civilizatoria -chino-parlante y chino-descendiente- bajo el mando de Pekín.

El segundo objetivo a conquistar: la región asiática oriental en un sentido más amplio. Eso que ahora llaman Asia-Pacífico. Muchas de sus películas incluyen también a actores surcoreanos (como Jang Dong-gun) o japoneses (como Takeshi Kaneshiro). China se define así como la aglutinadora cultural de todo el Oriente frente al Occidente.

En los próximos meses (y años) veremos que la industria cinematográfica china remontará el parón productivo del covid

Pero claro, el tercer objetivo a conquistar —y el hueso más duro de roer— es el propio Occidente: el gran obstáculo para proyectar la hegemonía china más allá de Asia. Con el fin de llegar a nuestro corazón, películas como Héroe (Yingxiong), del 2002, incluyen a figuras más o menos conocidas —y simpáticas— para el público europeo (como la chino-británica Maggie Cheung) y norteamericano (como Jet Li). Héroe fue líder de taquilla en EEUU durante varias semanas.

El cuarto objetivo del séptimo arte chino es el mundo entero. Especialmente el mundo multipolar: esa gran mayoría planetaria que queda más allá de los estrechos confines de la OTAN. En este sentido van películas como La Tierra errante (Liulang Diqiu) de 2019, donde un equipo chino debe salvar al planeta entero, liderando a (y cooperando con) rusos, indonesios, indios y japoneses. Del "hombre blanco", ni rastro. La segunda parte acaba de estrenarse en China con gran éxito.

China buscará recuperar su presencia en los festivales internacionales y apostará por géneros populares en el extranjero

En los próximos meses (y probablemente años) veremos que la industria cinematográfica china remontará el parón productivo que ha sufrido durante el covid (de 2019 a diciembre de 2022, fecha en que se han retirado la mayor parte de medidas covid cero). Por un lado, consolidará el mercado hecho por y para audiencias chinas. Esto se hará especialmente a base de películas bélicas de ambientación moderna, siguiendo la estela de la superproducción Guerrero Lobo 2 (Zhan Lang 2) de 2017. Una de ellas está a punto de estrenarse, Nacido para volar (Chang Kong Zhi Wang): dos horas de propaganda de la fuerza aérea china -siguiendo la fórmula de EEUU con la saga Top Gun-.

Por otro lado, China redoblará sus esfuerzos en la conquista fílmica del mundo. Buscará recuperar su presencia en los festivales internacionales y apostará por géneros populares en el extranjero, como la ciencia-ficción o la fantasía —antaño despreciados por el PCC por ser temáticas "supersticiosas"—. Esta campaña será una de las pocas formas en que China podrá contrarrestar la ola de sinofobia (odio a lo chino) que anegará los países de la OTAN (y asociados), cada vez más enfrentados al gigante asiático. ¡Luces, cámara y acción!

La estrategia china para erigirse en superpotencia mundial suele recurrir a lo que los politólogos llaman poder duro (hard power). Es decir, medios de presión económicos (como la Nueva Ruta de la Seda) y militares (el Ejército Popular de Liberación y su creciente presupuesto). Sin embargo, los chinos poco a poco prestan más atención a las maravillas del poder blando (soft power), que busca lograr objetivos por la persuasión y no por la coacción. Desde la clásica diplomacia de regalar osos panda a mandatarios extranjeros, hasta la apertura de Institutos Confucio en medio mundo, pasando por la ayuda sanitaria desplegada en varios países durante el covid-19. Y ahora, en tiempos del poder audiovisual y ante el mundo de las pantallas, el cine emerge como la herramienta definitiva de influencia.

Noticias de China Cine Trinchera Cultural
El redactor recomienda