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Leo Sánchez, animador español en los Oscar: "Solo las uñas de un personaje pueden llevar días"
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Leo Sánchez, animador español en los Oscar: "Solo las uñas de un personaje pueden llevar días"

Ha trabajado y producido uno de los cortos nominados a los Oscar, 'El limpiaparabrisas', dirigido por Alberto Mielgo, y con más de veinte años de experiencia, pasó por los estudios de Disney o Dreamworks

Foto: Leo Sánchez. (Cedida)
Leo Sánchez. (Cedida)

Leo Sánchez tomó su primer contacto con la animación a los 14 años, cuando su hermano llevó a casa el primer ordenador. Cuando era adolescente, buscaba y absorbía todo lo que tuviera que ver el modelaje 3D. En la Barcelona de los 90, era más bien poco. Emigró a Londres con 21 años para trabajar en sus primeras producciones y terminó trabajando en lo que podría considerarse la piedra angular de la animación infantil: los estudios de Disney y Dreamworks. Los personajes de 'Cómo entrenar a tu dragón', 'Bolt' o 'Enredados' llevan su sello.

También lo llevan los personajes de 'El limpiaparabrisas', el corto de animación escrito y dirigido por Alberto Mielgo que ha resultado nominado a los Premios Oscar 2022, coproducido por el propio Sánchez. Tras más de veinte años en el sector, algunos de ellos en las producciones infantiles que copan su sector, Leo Sánchez trabajó para llevar a las tres dimensiones los diseños de Mielgo. Y, con la nominación a los premios de la Academia de Cine estadounidense, 'El limpiaparabrisas' se suma a las otras cuatro obras seleccionadas que reivindican la animación como un lenguaje adulto. El corto comienza con una pregunta: ¿qué es el amor? Entonces, se suceden escenas sórdidas y tiernas, violentas y frágiles. "Quiero dirigirme a una audiencia adulta, empezando por mí mismo", dice Sánchez. Junto a Penélope Cruz y Alberto Iglesias, los creadores de este corto de animación engrosan la lista de españoles en los Premios Oscar.

PREGUNTA. ¿Cómo se recibe una nominación al Oscar?

RESPUESTA. Es una sensación muy nueva. Te metes en estos proyectos, los haces durante un montón de tiempo, pero no piensas en esta posibilidad. Es casi surrealista...

P. Los otros nominados de este año confirman que la animación no tiene por qué ser un producto infantil. ¿Es difícil desprenderse de esa etiqueta?

R. Ese es uno de los cambios que está sufriendo la animación en los últimos años. Alberto Mielgo está llevando esa bandera, la de que la animación no tiene por qué estar dirigida solamente a un público infantil. Para nosotros, esa fue una de las razones por las que me involucré tanto en 'El limpiaparabrisas'. En nuestro estudio, siempre hemos trabajado en películas de Disney, Dreamworks... Un proyecto que pueda abrir esta ventana es muy interesante. Es lo que está sucediendo en los últimos tres o cuatro años.

Para los que trabajamos en este sector, es una ventana nueva. Me encanta trabajar el 'cartoon' o una audiencia infantil, pero necesito hablar a otras audiencias, empezando por mí mismo. A un público más adulto y más enfocado a mi edad. Hay muchos factores que hacen que estos proyectos funcionen o no... Todas las decisiones que podemos tomar como artistas son más amplias y eso es algo que estimula mucho. Esto está cambiando, esta puerta se ha abierto y creo que van a venir un sinfín de posibilidades.

Foto: Lady Gaga, en la ceremonia de los Premios Oscar de 2019, tras ganar el premio a mejor canción. (Reuters/Mike Segar)

P. ¿Cómo trabajaron para crear la estética de 'El limpiaparabrisas'?

R. En este proyecto, Alberto Mielgo diseñó los personajes y nuestro trabajo fue una gran parte de adaptación, trasladarlo a las tres dimensiones. Para este tipo de historia, él suele preferir diseños más realistas. En realidad, esto es animación pura y dura, como la que se trabaja en los estudios de Dreamworks o Disney, pero con unas proporciones y estéticas más realistas, que son la seña de Alberto.

Partimos de unos dibujos y conceptos bastante definidos por Alberto. Mi trabajo consiste en llevar el dibujo al volumen. Es como si te imaginas un bloque de plastilina o de mármol que tienes que esculpir en el ordenador. Una de las cosas que teníamos que lograr en este corto era tratar de conservar el estilo de Mielgo en el dibujo, no perder la esencia de sus trazos. Por eso prestamos mucha atención a los elementos gráficos que tiene el estilo, encontrar las texturas, cómo incide la luz en los personajes... Fue un diálogo en el que intercambiábamos el material. También desarrollábamos herramientas para que, aunque los personajes se muevan y estén en tres dimensiones, recuerden al dibujo. Además de la historia, el gran atractivo de este proyecto para mí, como animador, era llevar el estilo pictórico y gráfico al 3D.

P. Ha trabajado en algunas de las producciones de animación infantil más taquilleras de los últimos tiempos: 'Enredados', 'Bolt' (Disney), 'Cómo entrenar a tu dragón' (Dreamworks)... ¿Por qué se decidió a trabajar en un proyecto como este?

R. Esto depende mucho de las circunstancias del sector. Quizá este tipo de proyectos es arriesgado para inversores y productores. Significa meterte en un proyecto que quizá no tiene tanto éxito ni rédito asegurado. Siempre ha habido mucha duda por parte del sector. Pero ahora se están empezando a abrir muchas más puertas. Este proyecto solo se podía hacer de esta manera. Es un poco 'indie', y a mí me gustaría continuar explorando esto. Ojalá empiecen a surgir largometrajes y producciones más grandes, porque eso significaría que tanto productores, inversores y audiencia harían un hueco para la animación más independiente y de adultos. Esto es lo que yo espero, que se nos abran más puertas para seguir trabajando de esta manera. ¿Volvería a hacer un corto así? Me encantaría, pero es difícil... Requiere mucho tiempo, muchos recursos.

placeholder Fotograma de 'El limpiaparabrisas'.
Fotograma de 'El limpiaparabrisas'.

P. Los que trabajan en animación crean un universo desde la nada: con su movimiento, su relieve, su volumen, su luz.

R. Suelo decir que trabajar en animación es como una maratón. Es un ejercicio a largo plazo, tiene muchas partes y hay que trabajar mucha paciencia. Además, muchas veces comenzamos proyectos que quizá no ven la luz en tres años. Normalmente, nos metemos en este sector por vocación.

Cada proyecto tiene su propio reto y dificultad. En este trabajo, hay veces que solo elaborar el pelo de un personaje ya es un reto, como en el caso de Rapunzel en 'Enredados'.

En la animación, se unen todas las disciplinas imaginables. Está el concepto, el diseño, la ilustración, la pintura, la escultura pura y dura, la ingeniería, la iluminación, cinematografía, efectos especiales... Ahora, por ejemplo, la moda está cobrando cada vez más importancia. En el trabajo de Alberto Mielgo con 'El limpiaparabrisas', esto es muy palpable. Los diseños de la ropa y cómo se mueven.... Cuando creamos un personajes, también pensamos en el peinado, la piel, el tono y el maquillaje... Cuando trabajamos en Disney con 'Enredados', vino una maquilladora profesional de cine para darnos unas clases. Es un cúmulo de arte, artesanía e ingeniería que me fascina. Todo se junta en un solo medio, que es la animación, pero tiene muchísimos elementos.

P. El pelo, las pestañas, los ojos... ¿Es ese el nivel de detalle al que se trabaja en animación?

R. Sí, sí. Hay muchas fases. La primera es más conceptual, en el que se hace un primer pase de los elementos. Pero después entramos a cada una de las partes con un nivel de detalle muy alto. Hay veces que podemos tirarnos días trabajando solamente en las uñas de la mano de un personaje. Asegurarnos de que la curvatura es como quiere el director, o que los rizos sean de una forma concreta, cómo conecta el párpado con el lagrimal... Se entra a ese nivel de detalle. Y que todo eso no interfiera o que apoye la idea general del personaje: qué es lo que quiere expresar, cómo tiene que moverse, cómo tiene que actuar... Pero sí: el nivel de detalle es altísimo. Por eso es tan tediosa y costosa la animación, y eso que solo estamos hablando de la creación de los personajes. En todos los departamentos es igual. Si supieras los segundos de película que avanza un animador por semana... Es muy loco. Lleva mucho tiempo.

"Si la decisión de no emitir en directo ciertas categorías responde a la idea de que importan menos, pues sí: fastidia"

P. Eso es difícil de percibir para el público general. Este año, la Academia de Cine ha decidido suprimir de la gala en directo de los Oscar algunas categorías. Entre ellas, la de música original y la de corto de animación, donde está nominado su trabajo y el de Alberto Iglesias. ¿Le parece una forma de minusvalorar algunos trabajos frente a otros?

R. La verdad es que todavía no lo he digerido del todo... Creo que para la audiencia va a ser igual porque estas categorías van a emitirse igualmente, pero no en directo. No sé exactamente qué forma va a tomar. Si esto va a tener un impacto en nuestra experiencia personal de la ceremonia, pues obviamente fastidia. Si vamos a recibir los premios de forma distinta... Quizá me esté adelantando.

Pero hasta hace poco no sabía si la ceremonia se iba a celebrar. El año pasado hubo muy poca presencia de algunas categorías, así que podría haber sido peor. Lo que no me gusta es que estas categorías se puedan desmerecer un poco. Si la gala queda mejor así, pues bienvenido sea.

No quiero ser demasiado diplomático, pero no sé por qué razones lo han hecho. Si es por restar peso e importancia a determinadas categorías porque no son tan mediáticas... Se suele decir que a todos los nominados nos tratan de forma ecuánime en todo el proceso. Eso es bonito, que el nominado a mejor actor esté junto al de maquillaje o al montador. Pero este tipo de cosas contradicen un poco esta filosofía. Si la decisión responde a la idea de que los cortos de animación importan menos, pues sí: fastidia.

Foto: 'El pequeño vagabundo'.

P. En 'Enredados' trabajó con Glen Keane, histórico animador de Disney en 'La sirenita', 'Aladín', 'Tarzán', 'La bella y la bestia'... La edad dorada. ¿Se lo imaginó alguna vez?

R. Esto es como la nominación. Lo piensas, pero no lo valoras mucho. Poniéndome en plan romántico, cuando estaba en Hospitalet con 17 años buscando libros sobre animación y 3D, lo poco que podía encontrar, nunca me lo imaginé, claro. Pero una cosa te va a llevando a la otra. Emigré a Londres con 21 años, me formé mucho en animación 'cartoon', en anuncios, en una película... Y hasta hoy. En aquella época, no tenía la idea ni la obsesión de trabajar en Disney o en Pixar, pero sí es un poco como cumplir un sueño.

La idea de poder trabajar de esto me parecía un sueño cuando era un adolescente. Mi hermano empezó a estudiar la carrera de informática y llegó el primer PC a mi casa, en el año 1992, con el primer programa de 3D. Empezamos a abrir esa ventana y a partir de ahí no paré. Si veía un artículo, un reportaje en la tele, un libro que salía... Todo lo absorbía. Cuando cumplí 18 años me lo empecé a tomar más en serio, como una posible salida profesional. Nunca tuve una formación reglada. Cuando pensé que quería dedicarme a esto, investigué los estudios que existían entonces. Pero eran todos privados, un poco caros. Seguí como autodidacta y aprendí trabajando. Arranqué cuando conseguí mi primer trabajo, que eso siempre es lo que más cuesta, y a partir de ahí todo fue rodando.

P. En los 90, en España, la animación y el diseño gráfico estaban 'en pañales': no existían programas de formación como los actuales. ¿Qué pensó su entorno cuando quiso dedicarse a esto?

R. Al principio fue gracioso. Mis padres me apoyaron mucho, pero es cierto que no lo entendían muy bien. La muletilla que se repetía en la televisión era eso de 'generado por ordenador'. Y claro, ellos me preguntaban: 'Pero, a ver, ¿todo esto lo genera un ordenador o lo generas tú?' (ríe). Era un poco marciano. Siempre me vieron muy inquieto con todo el tema, me apoyaron mucho. De hecho, hubo momentos en los que no tuve muy claro qué caminos tomar y me ayudaron.

Hace poco, algún amigo me decía: 'Me acuerdo cuando me enseñabas una esfera en 3D girando en la pantalla, sin más, y estabas muy emocionado. ¡Pero era una esfera girando y ya!'. Para mí era ese rollo al principio, no era tan palpable como decir: 'Mira, he hecho un cómic y aquí está'. En realidad, todo fue más anecdótico que otra cosa. No hubo problema.

"Al principio me preguntaban: 'Pero, a ver, ¿todo esto lo genera un ordenador o lo generas tú?'"

P. Usted mismo, Alberto Mielgo, Albert Colomer, Borja Montoro... Cada vez hay más animadores españoles que triunfan en las grandes producciones. ¿Qué es lo que tienen?

R. Aquí podría plantear varias hipótesis... No hay una respuesta clara, ojalá la tuviera. Por mí parte, yo diría que en España hemos sido muy afortunados por haber disfrutado de animación de muchos estilos. Mucha proveniente de Estados Unidos, pero también bastante manga. Desde que era muy pequeño, tenía manga de todos los estilos. Creo que eso me ha enriquecido mucho. Cuando trabajo en estos estudios de Estados Unidos, me doy cuenta de la importancia que tiene ese 'background'. También creo que influye la cultura europea. Tenemos grandes cómics y dibujantes en España, pero también hemos recibido obras de Francia, de Bélgica... Creo que es lo que más me ha dado a mí.

También somos un país con mucha historia. Se nota que lo mamamos en cualquier sitio. En la arquitectura, en la moda, en el cine, en la pintura... Tenemos grandes artistas españoles en la historia.

P. Pero, en algunos casos, parece que se valoran más fuera que dentro de nuestras fronteras...

R. Sí, creo que eso siempre ha existido. Parece que con la animación esto se está revirtiendo, esto de que el talento se vaya hacia fuera. En otros ámbitos, como la ciencia y la investigación, esto puede que no se cumpla. Pero en la animación sí: con figuras como Sergio Pablos, estudios como Skydance y muchos otros... Van facilitando que la gente se quede en España porque tiene sus proyectos en casa, o que los que se fueron puedan volver. Creo que está cambiando para bien y a pasos rápidos.

Ayuda el 'boom' de la animación, ahora hay muchísima demanda de contenidos y producciones. Grandes plataformas como Netflix, por ejemplo, están apostando mucho por esto.

Leo Sánchez tomó su primer contacto con la animación a los 14 años, cuando su hermano llevó a casa el primer ordenador. Cuando era adolescente, buscaba y absorbía todo lo que tuviera que ver el modelaje 3D. En la Barcelona de los 90, era más bien poco. Emigró a Londres con 21 años para trabajar en sus primeras producciones y terminó trabajando en lo que podría considerarse la piedra angular de la animación infantil: los estudios de Disney y Dreamworks. Los personajes de 'Cómo entrenar a tu dragón', 'Bolt' o 'Enredados' llevan su sello.

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