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Agustín Fernández Mallo: "La generación Nocilla ya es prehistoria"
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Agustín Fernández Mallo: "La generación Nocilla ya es prehistoria"

El escritor gallego publica 'El libro de todos los amores' (Seix Barral), cuyo título puede hacernos preguntarnos si nos hallamos ante una transformación de su literatura

Foto: Agustín Fernandez Mallo (EFE Enric Fontcuberta)
Agustín Fernandez Mallo (EFE Enric Fontcuberta)

Agustín Fernández Mallo es parte de la historia de las letras españolas del siglo XXI, y no sólo por el revuelo causado a principios de la centuria con el Proyecto Nocilla, sino por una trayectoria donde, a diferencia de muchos otros, la idea de obra es una de sus constantes, como si cada libro se engarzara con el anterior en una continuidad de lenguaje, estilo y filosofía.

'El libro de todos los amores' (Seix Barral) puede engañar por su título. ¿Estamos ante una transformación del escritor gallego? Ni mucho menos. El dios Cupido interviene en nuestras vidas en todo momento. Aquí la estructura del libro nos conduce a pequeños ensayos ensamblados con una ficción de una Venecia sui generis, en la proa del fin del mundo hacia un futuro desconocido.

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'El libro de todos los amores' (Seix Barral)

PREGUNTA: ¿El Libro de todos los amores es un libro de pandemia?

RESPUESTA: No, porque lo empecé a finales de 2018. Lo que sale del Gran Apagón te puede hacer pensar eso, pero no estaba en mi mente. Con el Gran Apagón pensaba en uno de Nueva York que viví, algo tremendo porque las calles estaban oscurecidas, me sentía como un bosque, como si la naturaleza recobrara su poder. Luego lo ambienté en Venecia.

P: Momentos como un Gran Apagón suelen ser propicios para el amor y sus variantes.

R: En mi caso no iba por ahí. Esto tiene tres patas. Durante la promoción de Trilogía de la Guerra, un periodista me comentó que en mis libros el amor está muy presente, y tenía razón.

P: ¿La segunda pata?

R: En 'Trilogía de la Guerra' un personaje habla de que legislamos el mal, no así con el bien. ¿Tiene sentido legislar el bien? Parece absurdo, pero se me quedó ahí, y el amor es un caso particular de bien. ¿Puede ser negativo un exceso de amor? A finales de 2018 veía el origen de los colores de Tadeo Haenke. Al catalogar flores descubrió más cromatismos, y eso me decidió a crear una especie de Pantone del amor mediante micro ensayos, donde cada uno se volviera loco y diera un salto metafórico hacia lo poético para escribir ensayos líricos.

¿Tiene sentido legislar el bien? ¿Puede ser negativo un exceso de amor?

P: ¿No querías jugar a ser Roland Barthes?

R: No, para nada. Muchos lo han tomado por ahí, pero no tenía ninguna intención.

P: Lo decía que por las voces que se mezclan surge una especie de teoría del amor que te sirve para hablar de otras cosas e ir hilvanándolas.

R: Sobre todo me servía para hablar de amores no ruidosos: momentos, detalles, objetos en los que yo veo que puede haber algo de amor y están en mi cotidianidad, una cosa personal. Todo eso hay un momento el cual recuerdo el Gran Apagóm.

P: Y Venecia.

R: Que es una ciudad muy rara, una ciudad invertida porque sus cimientos son vegetales. Desde ese sentido se me antojó muy interesante para situar a dos personajes que son los elegidos pero para fundar uno de nuevo. Por otra parte Venecia es una mezcla de todas las culturas, repleta de pastiches, una especie de Las Vegas de su época.

P: Y una metáfora del Universo.

R: Esto es, un Universo en pequeñito que funciona, y además es el origen del Capitalismo con las letras de cambio y la primera producción en cadena de algún objeto. Como en el libro hablo mucho del Capitalismo emocional, que te vende emociones para vender dinero. No es un Capitalismo coercitivo, te da todo lo que quieres para que pagues.

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Agustín Fernández Mallo (EFE/Víctor Lerena)

P: Tú sueles meterte en los libros en la contemporaneidad, es inevitable. Aquí criticas los nacionalismos.

R: Sí, y lo defino como tóxico, pero me interesa más que el Nacionalismo el Emocapitalismo.

P: Donde la tecnología es capital.

R: Por supuesto y en el libro hablo de amor estadístico, que es como las redes crean sujetos virtuales que no son individuales, sino una suma algorítmica. Mi yo de Facebook es lo que el algoritmo ha diseñado para que sea.

P: Y aquí hay una parte de lenguaje importante, como cuando Facebook dice que tal persona es tu amigo.

R: Es una perversión léxica eso, es un amigo estadístico, no es de tú a tú.

P: Además es una tergiversación de las emociones, porque esa persona sólo está en una pantalla.

R: Amor estadístico porque ese sujeto es la suma estadística de unos datos que generan una identidad.

P: Todo parece muy clasificado, incluso el amor.

R: Esta es una catalogación personal, y además hoy en día no podemos hablar de amor Romántico o Cortés, hay que abarcar las nuevas formas de amor como decía a partir de una forma de elevación poética, de otro modo no tiene sentido. El proceso amoroso también me fascina, o como entre el 0 y el 1 hay una bipolaridad que ahora es distinta porque hay mil centésimas desde lo computacional.

P: Y esto también va con lo tecnológico, como cuando dices que podemos mandar mensajes de texto vacíos y con el hecho de indicar la hora es una muestra de amor.

R: Porque es una comunicación y significa amar más allá del castillo que construyen los dígitos, que construyen ciudadelas inexpugnables.

P: Remarcas mucho el proceso, que es más importante el durante que el principio y el final.

R: Sí, y eso sale incluso cuando hablo de subrayar textos, que es amar, porque leer sin hacerlo es otra cosa.

El fin del mundo acontecerá por la falta de amor como si la falta de amor borrara el mundo

P: Y entre estos pequeños ensayos introduces la parte narrativa veneciana.

R: Una pareja de turistas que se ven envueltos en algo que no comprenden, muy Hitchcock. Algo ocurre y no saben qué, ignoran que son los elegidos y el lector lo intuye por el Embajador, un personaje desdoblado. El fin del mundo acontecerá por la falta de amor, y hay bolsas de pérdida de los sentidos, donde la gente se queda ciega, como si la falta de amor borrara el mundo.

P: Y en tu Venecia hay espacios mudos y otros donde surgen cegueras.

R: Y aparece un relato de Boris Vian de la ceguera. En cierto modo hay algo, sin ser una inspiración directa, de La Peste de Albert Camus.

P: Y uno piensa en Muerte en Venecia de Thomas Mann.

R: Que quizá está, pero sobre todo la idea era ofrecer una visión distinta y nada romántica de Venecia.

P: Y eso lo hemos hablado en alguna ocasión sobre la poesía, que ahora mismo no tiene sentido escribir versos de amor a la antigua usanza.

R: No, en 2022 no se puede escribir de amor al uso. No se puede representar el amor como antes porque existen otros tipos de amores. En Venecia luego hay otra cosa, que es lo de la esfera de vinilo, un momento mágico, casi como un sonido del fin. La esfera me encantó porque podía darla por sentada sin justificarla. Aquí el planteamiento es que contiene todo lo que es el nuevo mundo, lo ha grabado la pareja y lo ignora. Quería plantear el nuevo mundo como si estuviera en el fuego, no en una nube virtual. Luego quizá convendría añadir la idea de que todo tiene surcos, del hocico del perro a una acera. Si todo tiene surcos todo tiene alguna música.

placeholder Agustín Fernández Mallo (EFE / Enric Fontcuberta)
Agustín Fernández Mallo (EFE / Enric Fontcuberta)

P: Y los surcos generan corrientes continuas.

R: Y en esos surcos falta sacar la aguja para que suene la música y así extraerla del mundo. Aquí es cuando se plantea que todos podemos ser agujas cuando hablamos con alguien, porque las agujas sacan las historias. En el avión del libro se ve en el episodio del avión y el monólogo del Embajador.

P: Y esto de los surcos me hacen pensar en los dos ojos desaparecidos de una estatua, uno de ellos sepultado en un pabellón de la Bienal por Hitler.

R: Dos ojos que pertenecían a una misma persona bajando y bajando, el otro lanzado por el Embajador al agua veneciana.

P: El libro da una sensación pompeyana.

R. De ruina y hundimiento a cámara lenta porque es el borrado del mundo y sus bolsas de ausencia que van tomando la ciudad porque esta desaparece por la falta de amor. Si quieres también tiene una parte medio bíblica, porque sin querer, al narrar el fin del mundo todo se envuelve de cierta solemnidad.

P: Y en la casa de la pareja tiene su importancia Alexa.

R: Y eso aún no me lo había preguntado nadie. La idea de que algún modo Alexa copia el mundo y es la protectora de la Humanidad porque su nombre viene de Alexandra, la leopardo del desierto.

P: Si hubiera un apocalipsis los arqueólogos se encontrarían a Alexa y sería fuente de sapiencia.

R: Y en el libro hay una competencia entre ella y el vinilo, el fuego y el calor dado tecnológico.

P: Y además Alexa sólo te pone una canción si la mencionas por su nombre.

Hay un momento estremecedor, de Humanidad, es cuando la llamas y no contesta porque no quiere: decide si querer o no

R: Eso de por sí es una forma de amor, pero cuidado, porque con Alexa hay un punto en los micro ensayos, porque su momento estremecedor, de momento de Humanidad, es cuando la llamas y no contesta porque no quiere: decide si querer o no.

P: Y entre micro ensayos, diálogos de amor entre una pareja y la parte narrativa supongo que tuviste la estructura clara desde el inicio.

R: La estructura apareció pronto, no así el contenido. La estructura apareció clara porque quería esa mecánica, y sólo tenía la duda de cuando metía la parte veneciana, y decidí meterla en grandes bloques para que no fuera dispersa.

P: Y esta concentración al espaciar las partes contribuye a la intriga.

R: Sí, en un libro que en realidad no la tiene, como tampoco hay motivo para que la pareja sea de Montevideo, que salió de una anécdota mía donde en 2011 me quedé en el aeropuerto de Montevideo para ir a Nueva York y era la única persona en toda la instalación, estaba en el punto cero del aeropuerto, y eso se me quedó ahí porque no quería a la pareja española. Si eran europeos quedaba esnob y decadente. Son uruguayos para conferirles lengua española.

P: En un momento del libro dices que así como hay no lugares, el aeropuerto, también hay no objetos, y el amor es el supremo.

R: Y eso me encanta porque es verdad y no solemos pensarlo.

P: Si continuamos con los aeropuertos también dices que se podría escribir una Historia alternativa del mundo con todos los retrasos aéreos.

R: En todos los retrasos hay una historia alternativa de la Humanidad, y hay que ponerlo así porque no es otra cosa, porque también incide en qué caminos elegimos en función de un tiempo y un espacio.

P: Y eso también incide en el amor, porque hay millones de personas y la pareja son dos, cada parte elige a la otra, casi un milagro.

R: De entre todos los millones de personas que hay en el Planeta tú segregas a una, la coges y le atribuyes virtudes que el resto del mundo no ve, el amor es una alucinación.

P: Decía Ortega y Gasset que era un estado de estupidez transitoria.

R: También, aunque yo no creo que sea una estupidez, lo veo más bien como una alucinación y es muy interesante porque me parece único. Luego está la idea, apuntada en Nocilla Lab, de que los amantes crean una ciudad propia, un país propio con gestos, frases y objetos. Es alucinante que nadie más pueda verlo, pero cuando la pareja rompe ese territorio debe seguir existiendo, pero no podrá ser transitado por nadie.

P: Muy el eclipse de los sentimientos de Antonioni. Todo esto lleva un poco a la velocidad de nuestra época como desmemoria.

R: Más bien una aceleración que obliga a romper todo lo anterior, y evidentemente no se puede hablar hoy en día del amor sin la sociedad de consumo y la acción del Capitalismo sobre el amor, que quiere obtener rendimientos instantáneos, y eso implica un borrado.

P: Y lo tecnológico copa el discurso, pero si queremos cambiar las cosas deberemos pisar la calle y palpar la realidad.

R: O más bien con la interacción de ambas cosas, incorporándose lo digital a lo analógico, porque ahora sin esa combinación no se entiende.

P: Y a veces no nos damos cuenta de lo tecnológico porque está integrado, quita parcelas a lo humano y no nos enteramos.

R: Ojo, pero yo en ningún momento soy antitecnológico, porque la tecnología actual brinda otra dimensión a las cosas, no elimina, reconfigura y debemos tenerlo en cuenta.

P: Y genera un nuevo estado.

R: Eso es, en el amor y en la vida. Las nuevas formas de amar incluyen a las anteriores por necesidad, no tiene ni pies ni cabeza hablar del amor Cortés porque es una mera entrada en el diccionario.

P: He visto el libro mucho como una cara de la moneda de Viaggio in Italia de Roberto Rossellini, te querré siempre en castellano, con los dos enamorados viendo a los pompeyanos abrazados.

R: Que en verdad termina bien porque se reúnen tras que ella se pierda en la procesión. Es una peli que para mí es referencial.

P: Y es una interpretación del amor tras el tiempo convulso de la Segunda Guerra Mundial.

R: No lo había pensado, pero sí podría existir una afinidad por lo apocalíptico y lo convulso.

P: Te refieres a Nocilla Lab y creo que tú tienes muy presente el concepto de Obra en tu literatura.

R: Y eso es la búsqueda de un mundo poético propio que escribo para mí, por eso todos mis libros están todos imbricados desde distintas configuraciones.

P: ¿Cómo ves ahora cuando se hablaba tanto de una Generación Nocilla?

R: Lo veo desde lo personal, me ha ido bien, me han traducido a diez idiomas y en cierto sentido Nocilla creó una escuela, porque cosas que se publican ahora le deben algo a todo el momento Nocilla, es como si obligara a los demás a dar un salto porque la literatura española dio un salto de un punto a otro, pero ahora eso es mi Prehistoria.

Agustín Fernández Mallo es parte de la historia de las letras españolas del siglo XXI, y no sólo por el revuelo causado a principios de la centuria con el Proyecto Nocilla, sino por una trayectoria donde, a diferencia de muchos otros, la idea de obra es una de sus constantes, como si cada libro se engarzara con el anterior en una continuidad de lenguaje, estilo y filosofía.

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