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Laura Fernández: "Reivindico que el adulto siga leyendo como leía de niño"
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Entrevista

Laura Fernández: "Reivindico que el adulto siga leyendo como leía de niño"

La escritora catalana ha escrito una de las novelas más sorprendentes del año: 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus'. Toda una fiesta de la imaginación

Foto: La escritora Laura Fernández
La escritora Laura Fernández

Laura Fernández (Terrassa, 1981) ha escrito un novelón de casi 600 páginas - “Y tenía 800. Quité 200 y hasta diez personajes”, confiesa- que es todo un mundo singular. ‘La señora Potter no es exactamente Santa Claus’ (Literatura Random House), que le costó cinco años de escritura, es exactamente la siempre desapacible Kimberly Clark Weymouth, una aldea nevada -casi con sonoridad navideña- llena de extraños, estrafalarios y neuróticos personajes en la que el lector se adentra y ya no puede salir. Por ahí discurren temas que le interesan a esta escritora como la maternidad, la creación, el mundo de hoy, el sentirse alguien raro, la soledad del incomprendido…, pero están envueltos por esa capa de imaginación y de ternura de la que la propia Fernandez -y toda su generación- bebió en su infancia a través de películas como 'Los Gremlins' y 'Jurassic Park' o los libros de Roald Dahl y Terry Pratchett. Al final, como le ocurre a Spielberg, lo que hay es una gran pasión por contar una historia.

placeholder 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus'
'La señora Potter no es exactamente Santa Claus'

No extraña que esta novela -para adultos- haya sido premiada con el Ojo Crítico de Narrativa. La autora se enteró mientras manteníamos esta conversación por zoom. Una bonita noticia que demuestra el salto cualitativo de una escritora que ya había entusiasmado con novelas como ‘Bienvenidos a Welcome’ y ‘Connerland’ y que la coloca en una posición muy a tener en cuenta dentro de nuestra literatura.

PREGUNTA: Desde el título, la portada, la primera página, el lector entra en un mundo que me recordaba mucho a las películas de fantasía navideña norteamericana ochentera. De esas que ambas pudimos ver de pequeñas.

RESPUESTA: Totalmente. Yo escribo sobre los lugares que quiero habitar. En este caso empezó siendo una novela sobre alguien que quiere cambiar su origen pero se acabó convirtiendo en recoger casi todo lo que pienso sobre la maternidad, la creación, el mundo de hoy… El tema de los parroquianos que son como detectives entre todos ellos en el fondo tiene mucho de la idea de la aldea global y las redes sociales. Hoy en día hay mil personas viéndo cada paso que das y depende de hacia dónde vas eres tachado de una cosa o de otra y no puedes escapar de eso que eres tachado.

Desde que pensé que iba a ser un lugar nevado lo primero que se me apareció fue la película 'Los Gremlins', que es la película que más he visto aparte de 'Jurassic Park', que es mi favorita. Pasa en un lugar en el que nunca se dice el nombre, solo que es Navidad y está muy nevado. Mis personajes se llaman exactamente igual que los de 'Los Gremlins', Billy y Randal Peltzer. Y pasa lo que pasa porque metes un elemento fantástico en una situación cotidiana que es lo mismo que hacían este tipo de pelis de los ochenta. Yo siempre digo que yo vivía dentro de esas pelis. De hecho, cuando empezaba a ver una peli y me gustaba mucho, antes de acabarla de ver me iba a la habitación y me ponía a jugar con muñecos que se parecían a los protagonistas y continuaba la historia. Soy una psicópata de contar desde que jugaba con muñecos. Todo lo que hago tiene ese toque de refugiarte en una ficción que te aparta de la realidad, pero que en el fondo la copia constantemente. Es una necesidad de explicarme lo que está pasando como cuando éramos niños. Cuando se descubrió el psicoanálisis fue porque pusieron a los niños a jugar con juguetes y a observar cómo jugaban. Y la manera en la que juegas dice mucho de quién eres tú, y para mí escribir es algo lúdico, por lo que acabo contándome el mundo cada vez.

Soy una psicópata de contar desde que jugaba con muñecos. Todo lo que hago tiene ese toque de refugiarte en una ficción que te aparta de la realidad

P: Eres rara, en el mejor sentido de la palabra, porque estamos en un momento en el que toda nuestra generación se dedica a escribir autoficción: el padre, la madre, el hermano, la novia, que si voy al pueblo de mis abuelos, que si he bajado a comprar el pan. Sin embargo, tú creas mundos fantásticos totalmente distintos.

R: La realidad me parece limitada, aburrida, gris, obligatoria… es decir, tú tienes que vivir en la realidad y la vida de la realidad es hacer cosas todo el rato que no necesariamente son para ti. Pero en la ficción tú puedes hacer lo que quieras. No sé si con esto se nace o te pasa de pequeña que quieres como vivir muchas vidas. Cuando eres muy lectora en el fondo es un ansia de vivir otras cosas que tú por tu vida limitada no puedes, porque has nacido como has nacido donde has nacido y con el dinero que tienes… Y todo eso te estrecha. Pero la ficción cuando la lees te lleva a otros lugares y cuando la creas a mí me parecería absurdo crear una ficción cerrada como la realidad. Para que yo contara mi vida tendría que tener una utilidad. Y ni así, porque creo que la ficción consigue sacar la verdad de lo que te ha pasado y convertirla en algo universal que puede usar cualquiera.

A mí lo que me interesa es hablar del ser humano o de cómo te sientes por ser humano, lo raro que es vivir, lo raro que es ser uno de los miles de seres que habitan el planeta que va a toda hostia en mitad del espacio. También quizá porque la política, el dinero… todo eso me ha molestado siempre, porque es algo que me ha limitado siempre, y cuando escribo lo quiero fuera. Yo quiero jugar y pasármelo bien. Y al final todos somos seres humanos y la tristeza, la decepción -en esta novela hay mucha decepción-, el hecho de querer escapar de lo que los demás piensan de ti… todo eso es común a cualquier ser humano nazca en el lugar que nazca. Es un lenguaje universal y es lo que me ha fascinado siempre de la literatura. Yo leía a Kafka y pensaba que siempre va a estar de moda porque en el fondo habla de un lugar que no existe, de un castillo, del absurdo y no te está diciendo nada determinado y eso le va a hablar a cualquier lector de cualquier época. Yo siempre he aspirado a eso.

La realidad me parece limitada, aburrida, gris, obligatoria… Tienes que vivir en la realidad y hacer cosas que no necesariamente son para ti

P: El tono de la novela es melancólico y tierno. Es una ternura que creo que también va a la contra de la sociedad de amargados que vemos en la “realidad” de las redes sociales. Tu novela tiene melancolía, ternura y amor.

R: Soy una apasionada del ser humano. Amo a la gente en general. Intento vivir la vida como si fuera una comedia aunque me pasen cosas malas porque creo que el punto de vista desde el que tú partes también marca cómo recibes lo que te pasa. La novela tiene ese punto porque yo odio el cinismo. Creo que el cinismo parte de esos niños que de pequeños hacen el trabajo de ciencias mal y no quieren hacerlo mejor sino aplastar el tuyo porque es bonito. La amargura siempre parte de alguien que no sabe que está amargado y esta novela también juega con personajes como el de la tienda de trineos que está amargado y no sabe que lo está y lo que hace es convertir el pueblo en un mausoleo para que nada cambie, todo el mundo siga igual de triste y nadie se mueva de su lugar…

placeholder Laura Fernández
Laura Fernández

P: Los Grinch de la vida, que hay unos cuantos.

R: Sí, sí. Lo que esa gente necesita es mirarse a sí mismos y ser completamente sincero con quién es y hacer lo que le dé la gana. Lo que hay en la novela es una reivindicación de sacar el niño que eres. Porque cuando somos más nosotros es cuando somos niños y niñas. Es cuando somos más duros, más valientes, cuando toda la tristeza la vivimos como algo que va a pasar. De niños somos durísimos, nos pasan cosas horrorosas cada día en el colegio, con nuestros padres tenemos las mayores decepciones de nuestra vida y las vivimos como algo que tiene que pasar y las asumes. De mayores nos hacemos super débiles porque tenemos el veneno que lo contrarresta y podemos atacar. De niños aun no tenemos el mecanismo de ataque y lo aceptamos. Los personajes de la novela son todos niños grandes que viven en el mundo aceptando lo que son, todas sus debilidades, todas sus rarezas y aceptando a los demás. Excepto los que estás más amargados que aun así están tan ensimismados en su propio mundo que el daño que ejercen sobre los demás es mínimo.

"Lo que hay en la novela es una reivindicación de sacar el niño que eres. Porque cuando somos más nosotros es cuando somos niños y niñas"

P: Hay una reivindicación yo creo del niño lector y cómo de niños nos entusiasmamos con los libros. De hecho, las estadísticas señalan que es la franja de edad con más lectores… Después llega la pubertad y muchos se pierden por el camino. En la novela defiendes a ese niño lector que el adulto puede llevar dentro y, sin embargo, ha olvidado.

R: Reivindico que ese adulto siga leyendo como leía de niño. Yo creo que hay que leer con pasión. Hay que buscar los libros que te dan cosas. A cada uno nos dan cosas libros totalmente diferentes. Pero hay que intentar leer los libros con esa pasión de que van a ser como guías, de que te van a explicar el mundo, de que tú no sabes nada… Cuando eres niño te plantas ante un libro como si fuera un mundo por descubrir, pero también como algo que te va a explicar algo que tú no sabes. Cuando eres adulto empiezas a acumular certezas, a creer que sabes un montón de cosas… Y entonces hay ciertos libros a los que les dices “no me vas a explicar nada que no sepa”. Y no es verdad. Si el libro es bueno cada autor te va a dar un montón de pistas que te van a ayudar para momentos muy distintos. Yo sigo viendo los libros como faros. Y cuando somos niños los usamos así.

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Laura Fernández

P: ¿Por qué hay niños que dejan de leer? ¿Qué recomendarías para que ese niño siguiera leyendo?

R: Porque creo que desde el colegio se nos imponen unas lecturas que pretenden aleccionarnos y nadie quiere lecciones, ni siquiera los niños. Los niños quieren divertirse. Muchos adultos crecen con la sensación de que los libros dan lecciones y no es verdad. Así que yo les diría a los niños que no hagan caso a los libros que hay en el colegio. Que se los tomen como la pastilla que se tienen que tomar porque sí para pasar al siguiente nivel. Y que vaya a una biblioteca, que es el mejor lugar porque puedes elegir sin gastar dinero, y elija como por instinto, sin miedo. ¿Que me gustan los libros de vampiros? Pues libros de vampiros. Tienen que probar a vivir dentro de libros que les ofrecen guías. Creo que el éxito de la fantasía en los adolescentes tiene que ver con que se les trata a la vez como niños y como adultos. La fantasía mezcla ambas cosas. Es fascinante que los niños que siguen leyendo suelen ser aquellos que han leído 'El señor de los anillos' o a Terry Pratchett o a Stephen King. Porque están jugando y no quieren abandonar al niño, pero empiezan a sentirse adultos. Yo creo que esas películas de las que hablábamos antes hacían eso, incorporaraban al niño al discurso adulto que nos hizo muy adultas a nosotras y a la vez a los adultos les hacía sentir niños otra vez. Son películas como 'Los Goonies', 'Indiana Jones', 'Jurassic Park'. Ahora no hay. Yo con mis hijos lo que hago es ver todas esas pelis otra vez.

Desde el colegio se nos imponen unas lecturas que pretenden aleccionarnos y nadie quiere lecciones, ni siquiera los niños. Los niños quieren divertirse

P: Una pregunta para que te mojes un poco: ¿qué piensas de los libros realistas con temáticas de carácter social que se hacen para niños?

R: Son el horror. Creo que los niños no deberían leer eso. Si queremos niños lectores y niños que piensen críticamente, necesitan libros que les digan eso de otra manera. Necesitan leer a Roald Dahl, Michael Ende… todas esas cosas que no dan lecciones. Además es que los niños no entienden nada y les aburren mortalmente esos libros que dan lecciones. Con esos libros lo que vas a hacer es alejar al niño para siempre del pensamiento crítico de la lectura. Los niños son muy listos y hay que seducirlos. Los tienes que llevar a un punto en el que todas esas cosas pasen pero no porque salgan en una guía de lectura sino porque el autor te las quiere contar. Mi novela habla de cosas como las expectativas o sentirse raro y diferente… No es para niños, pero habla de cosas que todos podemos entender sin decir “esto es el bullying”. Los niños son mucho más intuitivos de lo que pensamos y no podemos darles fast food, hay que darles cosas buenas. Tampoco se trata de que si funciona ‘El diario de Greg’ vamos a hacer 25.000 diarios de Greg. Vale, eso ha funcionado y está muy bien, pero vamos a hacer otra cosa. Pero claro, el mercado tiene esas lógicas y el niño no está protegido hacia el mercado.

P: El fenómeno Harry Potter, que a nosotras nos pilló mayores.

R: Es un fenómeno que tiene todo el sentido porque en Harry Potter está todo. Está la amistad, el feminismo, la incomprensión, la idea de los padres ausentes, el niño adulto… Por eso la gente que más lee de la generación que viene de después de nosotras e incluso la siguiente es porque se ha encontrado en algún momento con Harry Potter igual que nosotras nos encontramos con Stephen King. Al final el niño lector busca a alguien que como él siga siendo un niño.

Si queremos niños lectores y niños que piensen críticamente, necesitan libros que no les den lecciones. Necesitan leer a Roald Dahl, Ende...

P: Los niños de Kimberly Clark Weymouth están obsesionados con el libro 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus', ¿qué libro te obsesionó a ti de pequeña?

R: Hay dos… Del primero recuerdo que era de Círculo de Lectores. Recuerdo que un día llegó una señora con un maletín y dijo: “Esto es círculo de lectores”. Y mi padre dijo: “Pues igual a la niña le gusta leer”. Y entonces yo elegí un libro que se llamaba ‘El diablillo que vino con la lluvia’...

P: Lo recuerdo también. Buenísimo.

R: Sí, recuerdo que fue el primero que leí con dibujos pero con mucha letra. Y lo sigo guardando como oro en paño. Y luego leí uno que se llamaba ‘Que viene el perro’, que tambiñen era muy bonito. Y luego los pequeños vampiros me gustaron mucho porque Anton el protagonista era hijo único como yo, sus padres no estaban mucho en casa…Los míos tampoco porquie siempre estaban trabajando… Entonces yo con Antón tenía como una cosa que era muy guay. Yo entiendo la obsesión por querer vivir dentro de un mundo así.

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'El diablillo que vino con la lluvia'

P: Hablabas al principio de la aldea global como sociedad pueblerina en la que nos estamos convirtiendo. Eso es interesante.

R: Cada vez más. Y ahora son los likes. Si alguien no te hace likes durante tres semanas piensas: ¿Le he hecho algo? ¿Ha visto algo que no le ha gustado? Empiezas a mirar qué has podido hacer… Y a lo mejor es simplemente que el algoritmo hace que no le salgas tanto y no te está viendo. Todavía es más loco que en un pueblo real. Cuando empezamos en la uni nos decían, "con esto de Internet va a venir la aldea global". Y yo pensaba, pero esto de la aldea global qué es. ¡Y ahora lo entiendo todo! Ha tardado en instalarse, pero ahora lo entiendo. Depende de qué paso das, depende de dónde, todo el mundo lo ve, todo el mundo sabe… De repente te encuentras con gente que no te conoce pero te sigue en Instagram y te dice: “pues el otro día vi que tu hijo ya está leyendo a Terry Pratchett”. Y piensas, pero ¿cuándo te he dicho yo eso? Y claro, es que lo has colgado en Instagram y te ha visto. Es esa sensación de que todo el mundo está mirando todo el rato pero tú no eres consciente. Y sin darme cuenta lo he escrito. Hay un momento en la novela en la que todos se dejan llevar hacia un lado o hacia otro en función de lo que dice el periódico. También ese tema de la rumorología y cómo la gente es fácilmente llevable de un lado a otro… Eso es Twitter donde estamos todo el rato pendientes, como la vecina, de ver qué hace el otro.

P: Es una sociedad del control.

R: Eso es. Y a mí eso me venía perfecto para hablar de la idea de ser uno mismo y cómo hoy en día hay que romper tantísimas barreras para que cada uno se muestre como es. Porque está ahí el qué dirán. Es que no se puede ni tener un amante porque hoy en día cualquiera te puede hacer un foto… Esa sensación es super paranoica y nos va a convertir en una sociedad paranoica que en parte ya lo somos como se está viendo con la vacuna. Estamos ya en una neurosis colectiva. La sociedad de la novela es neurótica porque nuestras ciudades son neuróticas ya.

Laura Fernández (Terrassa, 1981) ha escrito un novelón de casi 600 páginas - “Y tenía 800. Quité 200 y hasta diez personajes”, confiesa- que es todo un mundo singular. ‘La señora Potter no es exactamente Santa Claus’ (Literatura Random House), que le costó cinco años de escritura, es exactamente la siempre desapacible Kimberly Clark Weymouth, una aldea nevada -casi con sonoridad navideña- llena de extraños, estrafalarios y neuróticos personajes en la que el lector se adentra y ya no puede salir. Por ahí discurren temas que le interesan a esta escritora como la maternidad, la creación, el mundo de hoy, el sentirse alguien raro, la soledad del incomprendido…, pero están envueltos por esa capa de imaginación y de ternura de la que la propia Fernandez -y toda su generación- bebió en su infancia a través de películas como 'Los Gremlins' y 'Jurassic Park' o los libros de Roald Dahl y Terry Pratchett. Al final, como le ocurre a Spielberg, lo que hay es una gran pasión por contar una historia.