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'El buen patrón': un Bardem enorme en una muy ácida comedia de León de Aranoa
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'El buen patrón': un Bardem enorme en una muy ácida comedia de León de Aranoa

Seleccionada como representante de España para los Oscar, la última comedia de Fernando León de Aranoa lleva a Bardem a uno (otro) de los papeles de su vida

Foto: Javier Bardem y Almudena Amor, en 'El buen patrón'. (Tripictures)
Javier Bardem y Almudena Amor, en 'El buen patrón'. (Tripictures)

Cada uno expurga sus inconsistencias como puede y algunos lo hacen ayudando a levantar —o parapetándose detrás— de una película. No deja de ser divertido que Mediapro, la gran macrocorporación del audiovisual en España, esté detrás de ‘El buen patrón’, la última y acidísima comedia de Fernando León de Aranoa, que tiene como protagonista a un jefe que es, como indica su título, magnanísimo, hasta que le tocan el pespunte del bolsillo. Por cierto: la Academia la ha elegido como candidata española a los Oscar. Este nuestro patrón que nos incumbe está interpretado magistralmente por un Javier Bardem que despliega una variedad de poses y ademanes que podrían mimetizarlo con el mismísimo Florentino, en una demostración de que su vis cómica no tiene qué desmerecer frente a su multipremiada interpretación dramática.

Bardem, con un tinte cano y un traje a lo Emidio Tucci, se transforma en un exitoso empresario de provincias, el presidente de Básculas Blanco, una compañía especializada en la fabricación de básculas industriales. El equilibrio y la ecuanimidad son el estandarte no solo del producto, sino de este hombre hecho a sí mismo —como a todos los grandes empresarios les gusta recalcar, incluso a los que les viene el puesto de herencia— que ha acumulado en su haber todos los reconocimientos al alcance de un empresario local.

placeholder Javier Bardem es el presidente de Básculas Blanco. (Tripictures)
Javier Bardem es el presidente de Básculas Blanco. (Tripictures)

Como incide el guion de León de Aranoa —que empieza, acertadamente, con un tono ambiguo y gris para ir creciendo en el humor negro en paralelo al personaje—, el señor Blanco es un jefe entregado, no a su plantilla, sino a los que considera como de su familia. Sus trabajadoras lo aman —mucho— y sus subalternos le idolatran porque siempre está ahí para echarles una mano, comprensivo y conciliador, dentro y fuera del trabajo. A veces debe tomar decisiones dolorosas, como despedir a un empleado, decisiones que son peajes para conseguir la perfección que, precisamente, un comité viene a valorar para la concesión de un premio a la excelencia empresarial, el único trofeo que falta en una estantería repleta de reconocimientos.

Pero existen varios factores que pueden torpedear que el señor Blanco consiga el galardón: un trabajador despedido que monte bulla (Óscar de la Fuente), un cargo intermedio deprimido (Manolo Solo) o una becaria ‘demasiado simpática’ (Almudena Amor). Y entramos en el terreno de la comedia de enredos y empresarial, que empieza a coger velocidad gracias a un director centrado en dirigir —terriblemente bien— a los actores sin intentar lucirse en la puesta en escena. Todo fluye, todo encaja, y tanto León de Aranoa como Bardem se mueven en esas aguas pantanosas del equilibrio para no caer en caricaturas ni pantomimas. La cámara se hace invisible y el peso lo llevan las interpretaciones: todos los secundarios destacan, todos se hacen importantes, todos consiguen su foco y su mimo: desde el guardia de seguridad sin demasiadas luces al que interpreta Fernando Albizu hasta la esposa olvidadiza y tradicional (Sonia Almarcha).

placeholder El lema de Básculas Blanco: esfuerzo, equilibrio, fidelidad. (Tripictures)
El lema de Básculas Blanco: esfuerzo, equilibrio, fidelidad. (Tripictures)

Y el protagonista está dibujado desde la mesura: nunca acaba de caer mal, aunque la preocupación por sus empleados no sea genuina sino que, como sospechábamos, tiene que ver con la productividad de su empresa. Como en ‘Up in the Air’ (2009), en la que George Clooney forma parte del Departamento de Recursos Humanos —qué eufemismo más paradójico—, o ‘El gran salto’ (1994), de los hermanos Coen, ‘El buen patrón’ indaga en las contradicciones e hipocresías de las prácticas empresariales, y las enfrenta a la pequeñez de una compañía local, en la que el premio gordo no es que las acciones se disparen o que Básculas Blanco lance una opa hostil y fagocite a otra compañía, sino que la recompensa última es una estatuilla de estar por casa que lo único que alimentará será el ego de su presidente.

Quizás en otra época el retrato de un personaje como Blanco hubiese despertado más reticencias. Pero hoy, enfangados en un mercado laboral hipercompetitivo y asumidamente deshumanizado —los propios trabajadores comulgan, ¿comulgamos?, con un despido por cuestiones de productividad, edad o lo que fuere, ignorando circunstancias y contextos—, cuando en empresas como Amazon se registra el tiempo y las veces que el empleado hace sus necesidades, la perspectiva de un jefe manipulador, pero carismático es, probablemente, el mal menor.

Cada uno expurga sus inconsistencias como puede y algunos lo hacen ayudando a levantar —o parapetándose detrás— de una película. No deja de ser divertido que Mediapro, la gran macrocorporación del audiovisual en España, esté detrás de ‘El buen patrón’, la última y acidísima comedia de Fernando León de Aranoa, que tiene como protagonista a un jefe que es, como indica su título, magnanísimo, hasta que le tocan el pespunte del bolsillo. Por cierto: la Academia la ha elegido como candidata española a los Oscar. Este nuestro patrón que nos incumbe está interpretado magistralmente por un Javier Bardem que despliega una variedad de poses y ademanes que podrían mimetizarlo con el mismísimo Florentino, en una demostración de que su vis cómica no tiene qué desmerecer frente a su multipremiada interpretación dramática.

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