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Los pequeños editores estallan: "La Feria del Libro nos ha chuleado"
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Los pequeños editores estallan: "La Feria del Libro nos ha chuleado"

La decisión de los organizadores de colocar a las editoriales independientes en una isleta central en la que ha habido menos ventas desata las críticas y el enfado

Foto: La Feria del Libro de Madrid el pasado domingo con la isleta central a la izquierda (EFE)
La Feria del Libro de Madrid el pasado domingo con la isleta central a la izquierda (EFE)

No empezó bien la Feria del Libro de Madrid y ha acabado peor. Primero fue la retirada de una treintena de librerías de la periferia madrileña al coincidirles las fechas con la campaña del libro escolar; después fue la polémica con los escritores colombianos, ya que muchos de ellos, contrarios al actual Gobierno del país, no fueron invitados; el primer fin de semana quedó claro que las colas -por las restricciones de aforo- y el aluvión por las firmas de los bestsellers (y youtubers e influencers) en un recinto cerrado iban a causar problemas; y el remate final han sido las palabras de Manuel Gil, director de la Feria, en eldiario.es, en las que señalaba que la colocación de las editoriales más pequeñas en las casetas de la isleta central -creada por primera vez en esta edición- había sido “una decisión estudiada” y no por sorteo. Los hechos: en la isleta se ha vendido más de un 40% menos que en el resto. El resultado: un cabreo monumental de estos pequeños editores que, en algunos casos, plantean ya la dimisión de la organización.

“Nos han estado chuleando”, señala contundente y sin cortapisas a El Confidencial Emilio Sánchez, de la editorial Libros del K.O, que este año compartía caseta con Lengua de Trapo y Altamarea. Sobre todo por el ánimo con el que todos partieron al inicio de una feria que se sabía diferente, que se daba por hecho que había mucho esfuerzo detrás por volver a montarla en el parque de El Retiro. “Todos queríamos valorar lo de volver a la feria, y entendíamos la dificultad de la organización, pero pasaban los días y costaba entender algunas decisiones que se habían tomado. Aguantabas por un sentido de cariño. Pero saber esto ha sido muy humillante. Es de un clasismo rancio, nos sentimos muy maltratados y da una imagen pésima de la feria”, añade.

"Esto ha sido muy humillante. Es de un clasismo rancio, nos sentimos muy maltratados y da una imagen pésima de la feria”

La reacción de todos los editores que han estado en esa isleta es muy parecida. Todos ellos se han quedado boquiabiertos principalmente porque pensaban que les había tocado por sorteo como se hacía habitualmente. Según comentan, existía el chascarrillo de que eso del sol y la sombra -cuando se hace primavera- estaba amañado y que a los grandes grupos siempre les tocaba la zona buena. Por eso cuando todos recibieron el email con el número de la caseta que les había tocado no pusieron ninguna objeción. Además, también había otras pequeñas -sin saber muy bien el criterio- que les había tocado en los laterales. “Pero cuando nos enteramos de que ha sido a dedo y que lo digan con ese desparpajo... Es que es indignante”, insiste Sánchez.

placeholder Las colas han sido constantes para entrar en la Feria (EFE)
Las colas han sido constantes para entrar en la Feria (EFE)

Estos editores sabían “desde el minuto uno”, como dice Víctor Sáenz-Díez, de Pepitas de Calabaza, que las cosas en ese lado de la feria “iban a ir mal”. “La gente no pasaba por allí. La circulación está hecha para ir por la derecha y la gente no se paraba en nuestras casetas. Nosotros no solo vamos a vender sino a que nos descubran más lectores”, continúa. La Feria es el momento en el que los más pequeños tienen la posibilidad de dejarse ver frente a los grandes sellos de Planeta o Penguin Random House (que sí estaban bien ubicados).

Enseguida pusieron este tema en conocimiento de los organizadores, pero señalan, nadie hizo nada. “Debería haber habido varios planteamientos, en un recinto cerrado puedes dirigir la circulación. Lo diseñaron mal, pero es que tampoco se rediseñó”, sostiene Sáenz-Díez.

"La circulación está hecha para ir por la derecha y la gente no se paraba en nuestras casetas. Nosotros vamos a que nos descubran más lectores”

Para muchas editoriales si los lectores no te ven la inversión ha sido en vano. Y como dicen también: en la feria todos pagan la misma cuota por estar allí. El pequeño y el grande. El que está en buena zona y el que no. La única diferencia es si eres librería, editorial madrileña o si vienes de fuera. En el caso de Pepitas, que son de Logroño, pagaron 1500 euros por metro y medio de caseta (si son tres metros son 3.000 euros); Tres Hermanas, que es de Madrid y compartía con Sílex, 1.200.

“Debería dimitir”, dice tajante Cristina Pineda, de Tres Hermanas, con respecto a Manuel Gil. No se anda con rodeos porque cree que ha sido “una práctica perversa. Nos ha condenado simplemente por ser pequeñas y hemos pagado lo mismo. Sílex apenas ha tenido ventas. Ha sido indecente”. Por eso exige que haya un gesto por parte de la Feria. “Quiero que se tome alguna medida. Que se nos beneficie en la próxima feria, que nos toque sombra y en las mejores filas de El Retiro. O que nos devuelvan el dinero de la cuota”, manifiesta.

placeholder La circulación de la feria ha favorecido a las casetas del lado derecho (EFE)
La circulación de la feria ha favorecido a las casetas del lado derecho (EFE)

En medio de toda esta agitación, Ramiro Domínguez, de Sílex, quiere poner algo de calma. Él conoce bien lo que es montar una feria porque estuvo ocho años en la comisión de organización si bien nunca se hizo lo de este año y siempre se adjudicaron las casetas por sorteo. Sin embargo, cree que “hay que tener laxitud en esto porque nunca ha habido un año como este. Creo que esta feria ha sido atípica, y puedo llegar a entenderles. No quiero caer en el cabreo absoluto, aunque lo tengo”. De hecho, en su caso ha facturado un 45% menos que en 2019. Por eso también cree que desde la organización se podía haber hecho algo más. “Se tenía que haber explicado y que quizá hubiera habido un gesto para estas pequeñas empresas que se han quedado en el centro y han tenido que pagar lo mismo”.

De momento, las pequeñas editoriales agraviadas ya están en conversación para dirigirse a los organizadores a través de un comunicado. Este periódico ha intentado ponerse en contacto con la organización para que pudieran expresarse y matizar sus palabras sin obtener ninguna respuesta.

No empezó bien la Feria del Libro de Madrid y ha acabado peor. Primero fue la retirada de una treintena de librerías de la periferia madrileña al coincidirles las fechas con la campaña del libro escolar; después fue la polémica con los escritores colombianos, ya que muchos de ellos, contrarios al actual Gobierno del país, no fueron invitados; el primer fin de semana quedó claro que las colas -por las restricciones de aforo- y el aluvión por las firmas de los bestsellers (y youtubers e influencers) en un recinto cerrado iban a causar problemas; y el remate final han sido las palabras de Manuel Gil, director de la Feria, en eldiario.es, en las que señalaba que la colocación de las editoriales más pequeñas en las casetas de la isleta central -creada por primera vez en esta edición- había sido “una decisión estudiada” y no por sorteo. Los hechos: en la isleta se ha vendido más de un 40% menos que en el resto. El resultado: un cabreo monumental de estos pequeños editores que, en algunos casos, plantean ya la dimisión de la organización.