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Chiquitita, dime por qué vuelve Abba después de haber traumatizado al pop mundial
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Chiquitita, dime por qué vuelve Abba después de haber traumatizado al pop mundial

¿No se os hace un poco raro ver a cuatro suecos de 71, 76, 74 y 75 años disfrazados de Tron (película de ciencia de ficción de 1982 dirigida por Steven Lisberger)?

Foto: Abba ataca de nuevo.
Abba ataca de nuevo.

En música ya todo es nostalgia menos el urbano (y a veces este también). Por eso la noticia indiscutible de la semana ha sido la reunión de Abba. "Queríamos hacerlo antes de morir", han dicho, y aunque eso se ha recibido como una broma para romper el hielo, seguramente no han hablado más serio en su vida. Esa cosa tanática que tienen los grandes reencuentros. Ese volver a sentir, como una vieja droga, la adoración del público. Ese petarlo por última vez.

Para la historiografía pop, lo nuevo de Abba tiene el impacto del reencuentro de los Beatles en 1995 (cuando los tres supervivientes publicaron el tema inédito 'Free as a Bird' con la voz de Lennon cortapegada en estudio) o del regreso de Kraftwerk a las giras mundiales a finales del siglo pasado. La sorpresa no llega al nivel similar de cuando Bowie reapareció en 2013 con el vídeo de 'Where Are We Now?', pero ahí le anda. Aunque si aquel tema era transmisor de un bajón milenario que ya había empezado en 2001 con las Torres Gemelas y continuado en 2008 con Lehman Brothers, lo nuevo de Abba —banda que está en esa gran liga, no solo por haber vendido medio billón de discos, sino por haberse metido en el bolsillo a distintas generaciones de los cinco continentes— promete fantasía, brinda una tregua, te regala un unicornio-arco iris para olvidarte un poco de lo jodido que lo estás pasando en la era covid.

'I Still Have Faith in You' es una canción que valdría para Navidad o Eurovisión, o sea, es puro Abba. 'Don’t Shut Me Dow'n no es ni mucho menos su cara B: las voces cristalinas de Frida y Agneta como siempre han sonado, arpegios de piano, arpas celestiales, campanillas, sintetizador, orquesta y un 'groove' gomoso. A estas alturas de la vida, debe ser muy difícil no acudir a la autorreferencia: "A través de todos estos años la fe sigue viva, de alguna manera", "Me recuerdo a mí mismo", "Tenemos una historia", cantan los cuatro viejóvenes de Estocolmo.

Esa es una historia que va más allá de ellos y que, de alguna manera —como los Beatles al pop británico— ha traumatizado al mundo del pop: lo ha marcado de por vida. Empezando por el de su país. El éxito del pop sueco —de donde han salido Ace of base, Roxette, Cardigans, y también fenómenos más recientes como Icona Pop, Tove Lo o Avicii— es algo que merece la pena entender, como los 'bestsellers' en la literatura.

Hay quien dice que la clave está en la combinación de melodías infantiles y ligeras con producciones fuertemente enfocadas a la parte vocal (en contraste con el pop anglo, que pone el foco en las bases rítmicas). Otro factor es el tema del inglés, que es el lenguaje universal del pop; en Suecia todo el mundo lo habla con fluidez. Es un país cosmopolita, poco enrocado en su propia cultura. Luego está la enseñanza musical en las escuelas, parece ser que impartida con esmero desde siempre. E, insisto, el factor Beatles. ¿Tendrá que ver que la primera gira internacional de los de Liverpool fuera en Suecia (en 1963) con la querencia melódica de este país, y con la de Abba en particular? ¿Acaso no estarían entre el público unos Agnetha, Björn, Benny y Frida, aún premaritales? ¿Son The Winner Takes It All y The Long and Winding Road intercambiables? ¿Sabes que la búsqueda Beatles + Abba da 13.900.000 resultados en Google?

¿Sabes que la búsqueda Beatles + Abba da 13.900.000 resultados en Google?

Volvamos al tema. Como ya es sabido, el 5 de noviembre habrá un disco completo —nuevo ejercicio de nostalgia: no será una sucesión de singles, como se suele hacer en el pop, sino todo un álbum—, lo que servirá para ver cuánto da de sí la industria del disco (Universal Records y Abba siempre han sido un tándem ganador). Pero "Voyage" también pondrá a prueba la industria tecnológica. Toda gran operación musical implica ya una gran operación tecnológica: eso ya va a ser así siempre, 'forever' en inglés, 'evigt' en sueco. En nuestro pandémico mundo estas cosas ocurren ya por ordenador, por teléfono, en la tele o, como mucho, a través de la interfaz holográfica: lo hemos visto en el regreso etéricos de Whitney Houston, en el de María Callas —también ectoplasma—, o con Harrison Ford y Sean Young en 'Blade Runner 2049' de Denis Villenueve, por irnos al terreno del cine.

¿No se os hace un poco raro ver a estos cuatro suecos de 71, 76, 74 y 75 años disfrazados de 'Tron' (película de ciencia de ficción de 1982 dirigida por Steven Lisberger) o, si lo prefieres, de 'Tron Legacy' (esta, de 2010; a lo mejor te suena por Daft Punk, que hicieron la banda sonora y también se vistieron así)? Sin embargo, a lo que más recuerda el asunto es a 'El congreso' —película de Ari Folman de 2013 basada en una novela de Stanislav Lem, donde una actriz al borde de la jubilación vende los derechos de explotación digitales de su cuerpo—, dado que Industrial Light & Magic, compañía de George Lucas, está escaneando a Agnetha, Björn, Benny y Frida para los ¿conciertos? que se verán exclusivamente en el londinense Abba Arena a partir del 27 de mayo de 2022.

Espera "livestreams masivos" de todo esto. Al siglo XX cada vez le queda menos entre nosotros: sirva el regreso de Abba como otro estertor. "El viaje está a punto de empezar", dice el cuarteto sueco, aún corpóreo. La máquina del tiempo vuelve a arrancar. ¿Estaba apagada?

En música ya todo es nostalgia menos el urbano (y a veces este también). Por eso la noticia indiscutible de la semana ha sido la reunión de Abba. "Queríamos hacerlo antes de morir", han dicho, y aunque eso se ha recibido como una broma para romper el hielo, seguramente no han hablado más serio en su vida. Esa cosa tanática que tienen los grandes reencuentros. Ese volver a sentir, como una vieja droga, la adoración del público. Ese petarlo por última vez.

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