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El legado de Federico García Lorca: la poesía del jovencísimo Mario Obrero
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El legado de Federico García Lorca: la poesía del jovencísimo Mario Obrero

85 años después del fusilamiento del poeta granadino, su memoria y legado prevalece en la autenticidad, carisma y activismo de los poemas de un adolescente de Getafe

Foto: Mario Obrero con el poemario 'Peachtree City' | Irene Obrero
Mario Obrero con el poemario 'Peachtree City' | Irene Obrero

‘’Cuando se hundieron las formas puras/ bajo el cri cri de las margaritas/ comprendí que me habían asesinado’’. Federico García Lorca escribía, cándido de sí, estos versos premonitorios durante su estancia en Nueva York hacia 1930. Seis años después del presagio literario, la tragedia atacó por banda los olivos de una carretera secundaria de la provincia de Granada. 85 años después del asesinato del poeta, a quien acusaron de ‘socialista, masón y homosexual’, su legado continúa calando la memoria de mentes sedientas de literatura.

Cuentan que cuando el granadino alzaba la voz recitando un poema, el público caía prendido en la presencia escénica del 'Romancero gitano'. Las verdades retumban mejor cuando el discurso teatral penetra en el espectador. El poema ‘No te detengas’, atribuido al norteamericano Walt Whitman, incitaba al lector a ‘’no dejar de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo’’. Dicha intención moduladora de la realidad, presente en el activismo intrínseco de todo lo lorquiano, mantiene viva su llama en el discurso poético de Mario Obrero (Madrid, 2003).

El joven de 17 años originario de Getafe ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande en 2018 por ‘Carpintería de armónicos’ y con el Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe a la Creación Joven en 2020 por ‘Peachtree City’. Un viaje al sur estadounidense; la deconstrucción del mito idílico americano. ‘’Camino por un pasillo que huele a gofre y a gasolina’’, una dualidad presente en cada resquicio de la experiencia anglosajona.

placeholder Poema visual de 'Ese ruido ya pájaro' (Entricíclopes, 2019) | Mario Obrero
Poema visual de 'Ese ruido ya pájaro' (Entricíclopes, 2019) | Mario Obrero

Inocencia en un papel

Obrero empezó a escribir con siete años en el trayecto en coche de Cádiz a Madrid a la vuelta de vacaciones. ‘"Decía Virginia Wolf que ‘’los libros son una prolongación de libros anteriores". El nacimiento de un poeta es la prolongación del nacimiento de otras poetas pretéritas. Quiero pensar que mis inicios también son los de Lorca mirando chopos en Fuente Vaqueros y los de Juan Carlos Mestre oliendo el pan de su padre recién hecho en Villafranca del Bierzo. Pensando que la poesía nace de un lugar común, mi inicio personal fue un atasco en la carretera de Cádiz a Madrid. Volvíamos de vacaciones y la Nintendo se quedó sin batería. Agarré papel y boli y surgió la poesía. La manera de mirar al mundo con ojos inocentes es un posicionamiento político y es un hecho poético’’, explica el madrileño.

Hay un intento de adaptar el discurso poético a una lógica capitalista, pero la poesía ha de nacer de una necesidad

Su juventud inocente favorece, por tanto, la pureza de sus versos. ‘’En poesía, la juventud es un denominador común. En ser joven está la rebeldía, el querer y necesitar cambiar las cosas. En ese dinamismo de la juventud encuentro el mensaje poético. Leo los versos de los últimos días de Paca Aguirre y encuentro una juventud radical, la rebeldía adolescente es la rebeldía poética.’’ Es en mitad de dicha pubertad literaria donde, en ocasiones, pudieran emerger conflictos inherentes al yugo capitalista que asfixia y ahoga la naturaleza de la creación. ‘’Es cierto que hay un intento de adaptar el discurso -en este caso el poético- a una lógica capitalista de mercado, pero la poesía ha de nacer de una necesidad. No es algo que se 'quiere' hacer, sino algo que se 'debe' hacer e implica un inevitable posicionamiento ético. La única poesía que merece la pena es aquella que me brota de la necesidad, de dar a los demás y a mí mismo un discurso diferente o una creación que no existe''.

Entre Fuente Vaqueros y Getafe

En ese proceso de construcción del poeta, en el paso de la literatura en papel al juicio ajeno que reconoce la calidad literaria de un verso, coexisten realidades anteriores que cobran sentido con el tiempo. Mario Obrero se reconoce en quienes precedieron su existencia y en quienes construirán con palabras el surco poético que vendrá. ‘’Enarbolo a Lorca como amigo, como poeta, y como persona totalmente querida y que forma parte de mi desarrollo vital. Hay algo muy emocionante en la poesía: las amistades que crean. Los poetas que comienzan siendo lecturas acaban siendo amigos. También me ocurre con Juan Carlos Mestre, que me ha acompañado en cada paso por la senda poética.’’

La poesía encuentra todo aquello que no tiene presencia en la cotidianeidad

Esta alegoría de la relevancia de lo lorquiano y la significación de la poesía más allá de la mera redacción física lleva a cuestionar el origen de la creación. ¿La poesía se hace preguntas o quiere resolver dudas a través del poema? ‘’No me vería con capacidad, y creo que es muy positivo, de explicar qué es la poesía. Sería un problema si un poeta de 17 años, o cualquier otro, pudiera explicar este término. Pero la no explicación no exime la creación. Personalmente, ligaría la poesía a 3 palabras: humildad, trashumancia y exhumar. Todas vienen del ‘humus’, de la tierra. El poema fluctúa en la vida y parte del misterio, la curiosidad, y esa pregunta de la que hablábamos. La poesía es exhumar porque es un acto que va hasta las raíces y encuentra todo aquello que está presente pero enterrado, que palpita pero no tiene presencia en la cotidianeidad.’’, reflexiona Obrero.

De este carácter indagador de una verdad latente, radica la respuesta a la condena poética de la historia de nuestro país. La Generación del 27 se aferró a la vida de la mano de la mano del descontento político y se topó con la intolerancia a mano armada. Tras el universo poético de la autarquía y la sucesión de los años, surgen los hijos de la guerra con la Generación del 50. ‘’El mensaje poético ha de comprender que siempre ha ocupado el lugar del vencido, del desterrado, del humillado. La poesía hoy día está en una fosa en Fuente Vaqueros. La poesía está en las celdas con Miguel Hernández y en el exilio de Concha Méndez y Ernestina de Champourcín. Una de las cuestiones que más me interesan de la memoria historia y poética es su terrible actualidad. El exilio francés y los campos de concentración permanecen con las crisis de los refugiados. La poesía destruye la noción del tiempo como estanques separados y entiende que la dialéctica del horror fluye a lo largo de la historia. Lo encontramos en el 39, hoy, en nuestras fronteras y en cualquier momento vital.’’ Mario Obrero indaga en esa capacidad política del mensaje y traslada el interés del ‘humillado’ a la sociedad actual de Fuente Vaqueros, Getafe y del Estado de Georgia.

placeholder 'Peachtree City' (Visor, 2020) | Irene Obrero
'Peachtree City' (Visor, 2020) | Irene Obrero

Activismo en verso

Si ‘Peachtree City’ fuese un sendero, una parada obligatoria para vislumbrar el paisaje sería ‘DIE’. El poema -mirador- recurre a esa rebeldía mencionada anteriormente: incomoda, perturba, cuestiona todo aquello que no entiende. DIE - Desempeño, Imagen, Exposicón; o ‘morir’ en inglés- juega con la ironía que, con sigilo, entrelaza entre críticas a un sistema de autorealización del modelo americano basado en la producción, producción, producción del sujeto blanco de edad media. Producir para consumir, y viceversa. El hilo conductor de una sociedad que no disfruta de la vida porque no la entiende; al menos no más allá de lo construido artificialmente con granito y manos ajenas más baratas.

Si no existiera un posicionamiento político, no habría poesía

DIE es un activismo encubierto por la teórica ingenuidad adolescente, un discurso poético con lógica política, una ventana abierta a la reflexión desde lo satírico: ‘’El activismo surge también de lugares no ideados, muchas veces no es una cuestión de que yo quiera hacer un poema político, sino que la política se inmiscuye en la vida. La política viene de la polis y la poesía es un discurso de la ciudadanía, del conjunto, del colectivo. Creo en ese activismo y en la política de lo pequeño y de lo sutil. Pienso en esos campos de concentración en los que los franceses iban a tirar pastas de dientes a las exiliadas republicanas y en las Brigadas Internacionales preparando comitivas de Reyes Magos en el 1942. La política y la reivindicación honesta son una parte necesaria de mi poesía. Si no existiera un posicionamiento político, no habría poesía.’’

placeholder Obrero recitando en el Festival Marpoética 2021 | Marpoética
Obrero recitando en el Festival Marpoética 2021 | Marpoética

Generación Z e interés literario

El auge de la lírica en los últimos quince años pone de manifiesto el interés de una generación que confía, aunque quizá sin saberlo, en la potencia del camino poético. La espina dorsal de todas las artes - partiendo de esa necesidad de Obrero mencionada al inicio- radica en la intención por conocer, construir y dialogar de sus participantes. Los discursos disidentes tienen cabida en la poesía y, si bien la esperanza de la Generación Z es desoladora para muchos, la nueva atención a la lírica la despoja, en parte, de cierta estupidez aparente. La idea tradicional de la poesía como producto cultural elitista merma con los años: la poesía es de todas y para todas. ‘’Yo quiero pensar que echando un poco la vista atrás a otros momentos históricos, la poesía ha estado y estará siempre presente. No hay manera, ni generación, que aunque quisiese, pudiese destruir la potencia del mensaje poético. Si no sucedió en el Holocausto o en la Guerra Civil -donde además se incrementó-, no ocurrirá en el futuro. Decía Ovidio que ‘’en tiempos de desgracia aflora el ingenio’’. No es posible ese mensaje catastrofista de que estamos acabando con la poesía porque, aunque esto tire piedras contra mi propio tejado, la poesía no precisa de un poeta’’.

placeholder Obrero en Georgia, donde escribió 'Peachtree City' | Mario Obrero
Obrero en Georgia, donde escribió 'Peachtree City' | Mario Obrero

Poesía latente, redes sociales, consumo instantáneo y nuevas narrativas, ¿cómo coexisten todas estas realidades? Obrero reflexiona sobre twitter o instagram, explicando que ‘’gracias a ellas he conocido más sobre lenguas como el gallego, el catalán o el asturiano’’. Respecto a la diversificación de estilos y multiplicidad de oportunidades, el boom comercial de la poesía y el eterno debate sobre la calidad de la misma, Obrero opina que hay cuestiones más importantes que validar una poesía u otra. ‘’Me interesa profundamente más que Federica Montseny le pusiera nombres míticos a las gallinas - ironiza-, nunca podría ser juez o calificar lo que es bueno o es malo. No es el lugar que he de ocupar, ni debo, ni puedo, ni tengo la potestad. La criba al final es un proceso natural de lectura, experiencia, tiempo y apoyo académico; ya vendrá el juicio por otros lares, pero no seremos nosotras quienes indiquemos al lector como si fuese un borrego’’, continúa recurriendo, una vez más, al femenino genérico.

Esa curiosidad de la Generación Z por representar el abandono de la mujer a través del lenguaje aflora en la figura del joven poeta. Mario Obrero es el espejo de los márgenes limitantes del discurso hegemónico. ‘’Debemos de hacer del lenguaje lo que propiamente es, una herramienta autónoma subordinada al individuo que lo utiliza. El lenguaje no es sino de quien lo habla y, frente a convertir el idioma en un complejo de gramáticas impuestas, la lengua tiene que hablar de nuestra realidad. Adelante con las modulaciones y cambios que hagan que la lengua sea más certera en su discurso y análisis (...) Los hombres tenemos que eliminar el ‘mansplaining’ de la lucha feminista, debemos de apoyarla en la medida de lo posible pero no abanderarnos.’’

El fin del poema

La poesía de Obrero consta de versos largos. La influencia de Mestre en ‘La Casa Roja’ (Calambur, 2008) o ‘El Museo de la Clase Obrera’ (Calambur, 2018) queda patente en su último poemario. Además, explica Obrero, la música determina parte de su creación. El pensamiento poético establece lazos estrechos con la melodía. El joven, alumnos de conservatorio desde su infancia, defiende que de su poesía ‘’brota una especia de cadencia que se asemeja más a una partitura que a un poema clásico’’. Ambas se acompañan y dialogan entre ellas porque ‘’son lugares de resistencia para entender el mundo y discursos de cuidado al prójimo’’.

La escritura es un proceso de apariencia solitaria que aborda inquietudes comunes. Un recital es, sin embargo, el espacio donde convergen dichas experiencias. Una asamblea común donde hay cabida para la expresión. ‘’Cuando se recita, se comparte. El recital es la reivindicación de la colectividad de la poesía’’, defiende Obrero.

placeholder 'Ese ruido ya pájaro'
'Ese ruido ya pájaro'

Si dicho espacio permite dialogar con el resultado personal del poeta, ¿dónde radica la experiencia de la creación? ‘’Una escribe pero la corrección es eterna. Lo mejor del poema es que no acaba cuando levantamos el bolígrafo, sino en la cabeza del prójimo. Cuando eso sucede empieza un proceso de transformación desde el poema hasta el cuerpo receptor. Quiero pensar que los poemas no acaban de escribirse nunca.’’

En un panorama social donde el feminismo se discute en una fotografía en un yate y los adolescentes son tachados de incompetentes absorbidos por TikTok, Mario Obrero da la vuelta al acuerdo colectivo de tildar la exclusividad del discurso poético y lo acerca de manera transgeneracional. ‘’La poesía es empírica y, a través de lo conocido, se alcanza lo ignoto’’. Lo conocido y lo desconocido caminan de la mano y todo aquello que trata de ocultarse sale a flote a modo de poema. Obrero bebe de Whitman, de Maestre, de los exiliados y de los asesinados. Lorca reposa en cada verso y recibe un reconocimiento del público que un día le dio la espalda. ¿Qué mejor manera de homenajear al poeta en Nueva York que con el poeta de Peachtree City?

‘’Cuando se hundieron las formas puras/ bajo el cri cri de las margaritas/ comprendí que me habían asesinado’’. Federico García Lorca escribía, cándido de sí, estos versos premonitorios durante su estancia en Nueva York hacia 1930. Seis años después del presagio literario, la tragedia atacó por banda los olivos de una carretera secundaria de la provincia de Granada. 85 años después del asesinato del poeta, a quien acusaron de ‘socialista, masón y homosexual’, su legado continúa calando la memoria de mentes sedientas de literatura.

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